Me había quedado dormida en los brazos de Matt, es que, en realidad eran cómodos y me brindaban una seguridad que no sentía desde que Carlos y yo terminamos, aunque en realidad nunca pusimos fin a nuestra relación, pero di por hecho que habíamos roto pues no volveríamos a vernos, yo estaba en otro país y no pretendía volver.
- Cariño, te preparé el desayuno—dijo Matt dándome un beso en la frente.
- ¿En qué momento te levantaste?
- Hace como media hora, tú duermes como un tronco. Incluso deje caer la mayoría de las hoyas y tu ni te inmutaste—sonrió, yo miré hacia la cocina y efectivamente, habían algunas hoyas en el suelo, Matt era tan flojo que seguro no le dieron ganas de organizar todo.
- Si yo duermo como tronco, tú eres más flojo que los perezosos.
- ¡Oye! Golpe bajo mujer—sonrió dándome un casto beso en los labios.
Fuimos a desayunar, mientras lo hacíamos hablábamos de banalidades. Era realmente cómodo estar con él sin preocuparme por nada.
Mi teléfono comenzó a sonar, preferí ignorarlo y no arruinar el momento, Matt comprendía cuando no quería contestar y por eso se reservaba comentarios obvios como: ¿no vas a contestar? Inmediatamente mi celular dejó de sonar, el de él empezó a timbrar. Aparentemente el universo quería arruinarme el momento especial que tenía con mi novio.
- Diga—contestó mirándome con una sonrisa divertida—sí, está aquí pero no desea contestar.
- Gracias—le susurré y le tiré un beso provocando que riera y se tocara el pecho.
- No creo que eso le guste—dijo esta vez serio y marchándose a la habitación. Estaba debatiendo entre pararme o permitirle hablar, la verdad la curiosidad ya había empezado a invadirme y necesitaba saber de qué estaba hablando, más aún porque se trataba de mí.
Duró aproximadamente una media hora encerrado en su habitación, a veces solo se escuchaban los asentimientos o las negativas rotundas que Matt le respondía a la otra persona. No interrumpí su privacidad, me quedé sentada en el sofá esperando pacientemente a que él saliera y me contara que estaba aconteciendo.
- Era tu hermano—dijo una vez salió del cuarto, se le veía triste—quiere llevarte con él, devuelta.
Por un momento no supe a qué se refería. Le miré con el ceño fruncido, el cual indicaba mi estado de confusión, luego él me lanzó una mirada de "ya tu sabes a donde" y todo se aclaró. Chris quería llevarme nuevamente a México, no creía poder soportarlo ya que Carlos estaría allá y probablemente iba a querer verme. De repente el aire comenzó a faltarme y el miedo a inundar mi cuerpo. Lo último que escuche fue a Matt pronunciando mi nombre.
Narra Carlos
No pude evitar dejar de pensar, estaba asustado de los sentimientos que estaban comenzando a aparecer, debía evitarlos, tenía que hacerlos porque en el momento en que Eli volviera yo tenía que estar para ella, para retomar nuestra relación, aunque en mi mente existía aquella voz que me decía una y otra vez que ella no volvería y que debía continuar con mi vida pero me rehusaba.
Tropecé con alguna saliente y para mi mala suerte caí encima de alguien, aunque realmente desee que la tierra me tragara cuando vi quien era.
- ¿Carlitos? Vaya que sorpresa, un pobretón caminando por un barrio de ricos, eso no me lo esperaba.
- ¿Cómo estás Alex?—respondí de mala gana, ignorando su comentario anterior.
Comenzó a detallarme de pies a cabeza, con un descaro y una sonrisa petulante, se creía superior a mí, si supiera que el único que es superior a mí me trata como a un hijo se reiría de mí. Pero tenía a Dios de mi parte, por tanto sus miradas egocéntricas y el veneno que saldría de su boca poco me afectarían.
- Bien, bastante bien. Tengo dinero y muchas señoritas que quieren estar conmigo.
- Vaya, me alegro—contesté con sarcasmo—nos vemos—traté de esquivarlo pero estaba empecinado en molestarme y no iba a dejarme ir así de fácil.
- Espera Carlitos, quiero que hablemos ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Aún repartes pizzas?
- Si, sin embargo dudo que te interese lo que haga o deje de hacer con mi vida así que ahórrate la charla y ve a molestar a otro lado porque yo tengo mejores cosas que hacer.
- ¿Los cristianos pueden hablar así?—lanzó una risa sardónica—y si me interesa tu vida, no para bien claro está, tú me vales madres pero tu noviecita sí que está buena y quiero conocerla.
Me sorprendió que supiera algo sobre Eli pero traté de ignorarlo, él no podía ver que sus palabras me habían tocado en un punto sensible, en la fibra más débil de mi cuerpo y mi corazón.
- ¿Qué quieres Alex?
- Solo quiero hablar ¿acaso está prohibido?—dijo levantando sus manos—vamos te invito un trago.
- Yo no tomo y creo que lo sabes—le señalé.
- Vale, vale... Entonces hagamos algo de cristianos supongo—respondió tocándose la barbilla—comamos unas hamburguesas y después vamos a un burdel, así de paso dejas de ser virgen de una vez por todas.
- No necesito sexo, tengo algo mejor que eso.
- ¿Dios?—indagó apático—por favor ¿Cuándo te echaras un buen polvo? Te aseguro que si sigues así desperdiciaras tu juventud.
- ¿Acaso solo con sexo puedo divertirme?—reí sarcástico—te aseguro que pasas una semana divirtiéndote conmigo y no dirás eso nunca más.
- Entonces hagamos un trato enano... Si paso toda una puta semana contigo y me divierto me dejaré de burlar de tu "Dios"—respondió—pero sino, irás conmigo a un burdel para que pierdas la virginidad y de paso me presentaras a tu novia.
No quise hacerle la aclaración acerca de mi relación actual con Elizabeth, aunque tampoco creía que hallamos terminado pero eso él no tenía que saberlo. Acepté su bizarro trato teniendo plena confianza en que sin duda Dios me ayudaría para demostrarle a otro escéptico que sin duda alguna, Dios no te prohíbe divertirte.
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Dios no te prohíbe divertirte
SpiritualeMuchas personas piensan que por el solo hecho de seguir a Dios ya no podrás divertirte, que para seguirlo tienes que convertirte en un mojigato o en una persona aburrida. Yo tengo una opinión diferente y en esta pequeña historia planteare algunos de...