Capítulo 23

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Al día siguiente salí junto con Camila al parque para que Daniel jugara un poco. Lo tenía un poco últimamente, de no ser por ella probablemente la relación con mi hermano se hubiese deteriorado más de lo que estaba. Aun no sabía exactamente que sentía por ella, pero si sabía que la quería y la necesitaba como amiga, por tanto no arriesgaría la relación que tenía con ella. Además estaba el asunto de Elizabeth, teníamos años de no hablar pero mantenía la esperanza de volver a verla o de al menos saber algo sobre su vida, y talvez aún mantenía la fe de llegar a tener algo. Estaba sentado en una pequeña banca junto con Camila mientras Daniel se divertía con algunos amigos, ya estaba creciendo y se veía con ojos orgullosos y lastimeros, que se convertiría en un gran hombre. Mi amiga estaba callada, mirando más allá de los muchachos jugando, se le veía pensativa, quizás estaba luchando con lo que sentía; puede que no quiera algo más allá con ella pero sabía perfectamente que estaba enamorada, y que ocultar o tragarse esos sentimientos es muy doloroso. Pasé uno de mis brazos por encima de su hombro, dándole un abrazo que quizás ella malinterpretaría pero no podía dejarla sola en esto, no cuando estuvo tanto para mí.

- Me encanta el día de hoy. Aunque está nublado se siente un ambiente acogedor—dijo después de unos momentos más de silencio, aun sin mirarme—creo que lloverá en unos momentos pero no me importaría mojarme, aun si me enfermo el día de mañana. Quisiera que fuese diferente—agregó luego de una corta pausa—pero no lo es.

- ¿Qué quisieras que fuese diferente?—pregunté aun sabiendo la respuesta. Sus ojos buscaron los míos, pude percibir cierto brillo proveniente de las lágrimas que amenazaban por salir. Quité el brazo de donde lo tenía y sostuve sus manos entre las mías, le regalé una sonrisa dándole ánimos de continuar.

- Esto—dijo apretando levemente mis manos—quisiera que fuese con amor, no de amigos, lo que menos quiero es caer en la friendzone, quisiera que me quisieras como hombre, que pudiésemos formar algo lindo pero entiendo que en tu corazón hay otra, quizás Dios no quiere esto para mí pero duele mucho ¿sabes?—culminó volviendo su vista a lo lejos.

No respondí, no tenía nada que decir, al menos no con mis labios. Mi corazón quería salirse de mi pecho pero no lo entendía, así que preferí callar y seguir tomando sus manos.

Así tal y como ella lo dijo comenzó a llover, así que los tres nos subimos en una moto y partimos al departamento, en el cual nos esperaba sentado en la parte de afuera Chris. Estaba acompañado por Jason quien se mostraba bastante serio a juzgar por su postura (cruzado de brazos y apoyado en la pared, mirando con el ceño fruncido al recién llegado). Camila por accidente dejó caer el casco que llevaba en sus manos, ambas cabezas giraron hasta encontrarse con nosotros. Daniel fue a saludar a Jason para posteriormente entrar al apartamento, mientras que Camila se quedó observándome preocupado, debía estar muy pálido como para que me viese de esa manera. Tragué en seco y caminé hacía los chicos, Chris se levantó en cuanto me observó empezar a caminar, por lo que tuve que tragar nuevamente saliva. Nos miramos por unos largos minutos o quizás fueron segundos, es difícil saberlo, hasta que me abrazó; me quedé estático al principio pero luego lo rodeé con mis brazos y recordé el abrazó que nos dimos por última vez en un culto. Fue muy fraternal aquel acto, incluso solté unas cuantas lágrimas, estaba realmente feliz de volver a verlo, nunca creí que me iba a emocionar de tal manera. Al separarnos pude caer en cuenta sobre algo, él debía haber venido con Elizabeth, nunca la dejaría sola y eso se sabía de sobra, por tanto eso significaba que nos veríamos, que solucionaríamos nuestra situación o eso creía yo.

- Hola, lamento presentarme así, ya Jason me dio la reprimenda no te preocupes. Sin embargo debía verte, ya te extrañaba hermano, créeme que quería llamarte pero tenía mucho miedo por la salud de Elizabeth por eso preferí alejarme hasta que ella estuviese bien.

- Lamento interrumpir—Jason carraspeó—pero creo que deberíamos entrar. Primero, tú y Camila están mojados y segundo, aquí afuera es muy incómodo.

- Estoy de acuerdo, entremos. —respondió Chris—Mucho gusto, soy Christian—agregó presentándose con Camila quien le sonrió con un poco de esfuerzo.

- Camila, mucho gusto.

Todos nos sentamos alrededor de la mesa de centro que se encontraba en la sala. Ninguno quiso sentarse en los muebles, aparentemente queríamos disfrutar de una manera menos formal del momento que Dios nos había regalado. Camila preparó café para calentarnos un poco después de cambiarnos la ropa mojada. Luego Chris empezó a contar todo lo que le había ocurrido mientras estuvo fuera del país y agregó que no pensaba quedarse a vivir en México que solo estaba por una boda y que luego volvería, ya que tenía trabajo y una prometida a la cual le debía cumplir. Me alegré mucho por él, pero no pude evitar no sentir un dolor en el pecho al saber que se iba. Después nos habló un poco de la recuperación de su hermana y cómo estaba actualmente. Lo que más me impactó fue el saber que estaba en una relación, me enojé en sobremanera y salí del lugar. Golpeé la pared del corredor tan fuerte que me sangró la mano, inmediatamente Camila salió a ver cómo estaba, solo se limitó a abrazarme y a decirme que podría superarlo, que era momento de soltar, era hora de seguir adelante con mi vida.

Regresamos pero antes de sentarnos nos fuimos al baño para que ella pudiese curarme la mano. Cuando entramos nuevamente a la sala todos nos miraron con rostros preocupados pero Camila les regaló una sonrisa tan grande que llegué a pensar que era genuina. Luego del pequeño incidente yo proseguí a contar todo lo que había estado haciendo esos últimos años, lo cual no era mucho pero algo era algo.

Al poco rato tocaron la puerta haciendo que Chris se levantará y se dispusiera a abrir. Era Alex, quien traía un balón de futbol en la mano, el mismo que le había pedido por teléfono temprano esa mañana. Sonreí de manera sincera e invité a todos los presentes a jugar, incluso Daniel se nos unió y Camila llamó a unas amigas. Jugamos bajo la lluvia durante quizás cuanto tiempo. Reímos, jugamos, bromeamos. Al final del día decidimos comprar algunos perros calientes y comer en el departamento mientras veíamos una película de terror. Muchos se terminaron tapando los rostros, incluyendo al supuesto rudo Alex, quien al terminar la película, avergonzado, alegó que no le había dado miedo y que solo estaba intentando asustar a los demás. Luego de esto Chris se marchó junto con Jason prometiéndome que al día siguiente nos veríamos sin falta. Mientras que Alex se quedó a bromear un poco más para después quedarse profundamente dormido en el sofá.

Aparentemente estaba logrando convencer a Alex de que la vida cristiana no es aburrida como muchos piensan. Si se dieran la oportunidad se darían cuenta de que están equivocados, y que si bien hay algunas cosas prohibidas, son para nuestro cuidado, para evitar que suframos en un futuro sea cercano o lejano. Dios solo quiere lo mejor para nosotros, aunque a veces parece que nos tortura, en realidad nos está dando una lección de vida que era necesaria. Él sabe cómo hace todo, por lo mismo es perfecto. Así que solo hay que confiar en Él aunque todo parezca gris, porque siempre va a salir el sol. Dios no nos quita diversión, nos quita aquello que nos puede hacer daño y nos da una diversión pura, sana y que se recordará por el resto de nuestros días. 



Se acerca el final. Quizás queden unos cinco capítulos, bastante largos y disculpen el atraso, entré hace poco a la universidad y casi no me da tiempo de nada. Gracias por leer. 

Dios no te prohíbe divertirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora