No tenía idea de cómo sentirme. Por una parte mis padres estaban muertos, por otra debía cuidar a mi hermano y por otra Eli había tenido una crisis nerviosa. Ella estaba completamente débil e impactada, había perdido dos veces a su familia. Me consideraba insensato y estúpido al sentirme mal siendo que ella debía sentirse peor. Liam a mi lado trataba de contener mis lamentos, los cuales por infortunio son estruendosos y llorar de esa manera solo me hacía sentir peor. Pensaba en la manera como mi madre me cobijaba cuando pequeño, como me hacía sentir mejor cuando me caía diciéndome "debiste darte más duro" pero luego me curaba la herida y de cómo mi padre se reía de las ocurrencias de mamá. Como ellos habían hecho de mi lo que soy, que aunque no es muy bueno tampoco estoy echado a perder. Luego vino a mi mente Eli, el momento en que la conocí, el momento en que conocí a sus padres a su hermano, todo. Sentía por alguna extraña razón que la había perdido y eso me mataba aún más por dentro. No podía ocultar que ella, a pesar de ser muy fuerte también tambaleaba y había tenido demasiadas pruebas, más de las que puedo llegar a imaginar y aquí seguía, con cicatrices pero lo hacía. Y yo estoy aquí, con una de las pocas pruebas que me ha puesto Dios y estoy casi muriendo, estoy derrotado.
Veía a las personas pasar con rostros sombríos por los pasillos del hospital, que en esta situación parecía sus paredes querer aplastarme, estaba agitado, no escuchaba, no razonaba. Salí a toda prisa a la calle, el frio aire golpeó mi rostro, trayéndome a la oscura realidad. Miré a mi alrededor, no había casi personas, pocos autos transitaban a estas horas de la noche y yo, torturado por el dolor, comencé a caminar sin rumbo fijo pero poco antes de siquiera llegar a la esquina más cercana Liam me detuvo.
- Carlos reacciona, debes hacerlo.
- ¿Qué?—solo respondía mecánicamente, me movía mecánicamente.
- ¡CARLOS! Por Dios, mírame, todo estará bien—decía Liam apurado, irónico—volvamos al hospital, joder acabas de desmayarte no hace mucho.
- ¿Dónde está mi hermano?
- En casa con Jason ¿lo recuerdas?—negué lentamente—no importa, el punto es que él está bien.
- Eli—susurré— ¿Eli sabe algo?—Liam se mantuvo en silencio. Inmediatamente tomé mi teléfono y marque el número de su hermano.
- Chris por el amor de Dios dime que sabes dónde está tu hermana—dije en cuanto este respondió.
- Voy a buscarla, me llamó no hace mucho... Espera—se cortó la llamada, estaba exhausto pero la preocupación me impedía cerrar los ojos
Caminamos devuelta al hospital, yo siendo sujetado por Liam. Si hubiese sido por mí, me habría tirado en el suelo y llorado sin preocuparme por las personas que me vieran, que presenciaran mi dolor, pero no, Liam me daba ligeros empujones cuando mi mente se nublaba y se concentraba en mi interior, haciéndome seguir aunque no quisiera. Nos sentamos cerca de la recepción a esperar, no sé qué, pero sabía que estábamos esperando por algo, quizás bueno quizás malo. Solo quería que fuese lo que fuese llegara rápido.
- Carlos tu teléfono está sonando—dijo Liam sacudiéndome un poco para que reaccionara.
- Diga—contesté.
- ¿Carlos? Ya encontré a Eli, está bien no te preocupes, solo impactada, talvez tenga que llevarla nuevamente a terapia pero sí pudo una vez puede dos veces ¿no?
- Estoy de acuerdo... ¿a dónde la llevaste?
- Estamos en mi departamento... Larga historia. El punto es que se quedará de ahora en adelante aquí conmigo, así podré cuidarla y tu enfocarte en Dani.
- No es necesario, pero está bien. Es mejor si se queda con su hermano.
- Hablamos luego, voy a buscar algunas cosas para Eli—sin decir más colgó.
Me levanté lentamente y caminé hacia la recepcionista, está, con una mirada de preocupación me observó detenidamente y luego preguntó.
- ¿En qué le puedo ayudar?
- Cuando podré llevarme a mis padres.
- ¿Usted es...?
- Carlos Gutiérrez, mis padres están muertos y me gustaría saber cuándo podría llevármelos a casa para velarlos—respondí un poco molesto.
- Oh, es mejor que yo le avise, van a hacerles la autopsia en unas horas y no sé exactamente a qué hora va a poder llevárselos. Le recomiendo que vaya a su casa, en cuanto se presente alguna novedad le avisaré.
Asentí al borde de las lágrimas y me encamine a la salida del hospital. Liam me alcanzó y caminamos en silencio hasta su auto. El recorrido fue igual de silencioso. Pequeñas gotas de lluvia le daban la bienvenida al nuevo amanecer. Todo parecía tan irreal, mi fe estaba tambaleando pero no podía permitir que esta prueba me derrumbara, debía superarla, aunque doliera de una manera infernal. Dios tenía que ayudarme, porque mis fuerzas ya no existían, son nulas. Si fuese por mí me echara a morir en un rincón de mi habitación, sin embargo debía mantenerme erguido, recibiendo más golpes. No sé si iba a poder soportar ver cómo les arrojan a mis padres tierra y como los meten en un agujero del cual no saldrán nunca. El último adiós, el cual no tuve la oportunidad de decir.
Logré ver por la ventana que ya habíamos llegado a mi casa, pero no quise bajarme, sabía el golpe que sufriría si entraba. Inmediatamente sentiría la ausencia de mis padres y mis ganas de luchar contra el dolor se habían esfumado en cuanto vi la casa en la que disfrutamos tanto y la que ya no volverá a ser la misma.
Jason y Liam intercambiaban palabras, el primero se notaba muy preocupado. Mis sentidos se pusieron alerta y me bajé del carro, rogando que Daniel estuviera bien pero no, no lo estaba.
- Jason ¿qué ocurre?—pregunté.
- Daniel está enfermo, sube al auto voy a traerlo para que lo llevemos al hospital.
Corrí dentro de la casa, el golpe que recibí al verla tan desolada me golpeó pero traté de enviar el dolor a otro lugar al menos en lo que Daniel se recuperaba de lo que sea que tuviese. Llegué a la habitación que compartíamos y lo vi allí durmiendo, o al menos eso esperaba. Me acerqué y toque suavemente su frente, estaba ardiendo. Inmediatamente retiré mi mano para poder cargarlo, lo llevé corriendo al auto, ni siquiera Liam o Jason se habían subido. Lo recosté en la parte de atrás y comencé a sonar el claxon para darles a entender que corrieran. Jason cerró con fuerza la puerta de la casa y corrió junto con Liam al auto. Mis nervios estaban de punta, mi corazón iba más rápido que de costumbre y mi mente imaginaba escenarios catastróficos que vendrían a mi vida a partir de ahora.
Le gritaba a Liam que acelerará, no sabía que tan mal estuviera, Jason me comentó que poco tiempo después que yo salí de la casa Daniel empezó a sentirse mal, vomitó, decía que veía cosas, que le dolía todo y la verdad, me asusté, sigo asustado. No quería perderlo a él también. Simplemente no podría soportarlo.
- ¡Está convulsionando!—Gritó Jason quien estaba en el asiento de atrás sosteniendo la cabeza de mi hermano. Acabábamos de aparcar en el hospital pero al escuchar eso solo atine a salir corriendo del auto y llegar donde unos enfermeros a los cuales les supliqué que vinieran conmigo, que tenía una emergencia, estos así lo hicieron. Montaron a mi hermano en una camilla y lo llevaron a una sala en la cual no me dejaron entrar.
Grité, grité hasta sentir que la garganta me dolía. Golpeé las paredes del hospital hasta que unos enfermeros me detuvieron y me pusieron un sedante, que me daría paz por unas horas.
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Dios no te prohíbe divertirte
SpiritualMuchas personas piensan que por el solo hecho de seguir a Dios ya no podrás divertirte, que para seguirlo tienes que convertirte en un mojigato o en una persona aburrida. Yo tengo una opinión diferente y en esta pequeña historia planteare algunos de...