Llegué lo más rápido que pude al hospital. Jason me había llamado informándome lo que ocurría con los padres de Carlos. Mi corazón dio un vuelco al enterarme de la terrible pero aun había la esperanza de que el hospital se hubiese equivocado, este pensamiento ayudo a que me calmara pero aun el miedo de que la noticia fuese cierta mataba mi ser. Solo quedaba pedirle a Dios.
- Buenas—saludé a la recepcionista que una voz entrecortada que me sorprendió—vengo a...
No pude terminar de hablar, traían a un joven en una camilla, era Carlos, mi corazón se paralizó un momento, mi mente quedó en shock pero mis piernas corrían tras la camilla. Estaba blanco como el papel, tenía restos de lágrimas en sus ojos. Lo único que pudo haber pasado para que él terminara desmayado es que sus padres si estuviesen muertos. Yo seguía avanzando tras de la camilla hasta que una enfermera me pidió que esperara pero al notar que no respondía y que trataba de evadirla para seguir caminando, me sujeto un tanto fuerte, lo suficiente para que reaccionara.
- Señorita no puede pasar, el doctor saldrá en un momento y le dará noticias.
- Usted no entiende... él
- Por favor cálmese...
- ¡¿QUÉ ME CALME?! ¿CÓMO PUEDE DECIR ESO? LOS PADRES DE MI NOVIO ESTAN MUERTOS Y ÉL DESMAYADO ¿CÓMO QUIERE QUE ME CALME?—mi respiración se aceleró más de lo que estaba, mi vista se vio empañada por las lágrimas pues había admitido que mi familia, la familia que me acogió cuando yo no tenía nada se había ido.
Ya no soportaba el dolor en el pecho, salí corriendo del hospital, no pensaba parecía que mis piernas tuvieran vida propia. Llegué a un bar. Nunca había estado en ese barrio antes y no daba buena pinta. Decidí llamar a mi hermano para que viniese por mí, a los pocos timbrazos contestó.
- ¿Elizabeth sabes la hora qué es?
- ¿Puedes venir por mí?—respondí tartamudeando.
- ¿Qué pasó? ¿Dónde estás?—preguntó alarmado—olvídalo, enciende el GPS de tu teléfono y quédate donde estás, no me cuelgues.
Busque un lugar donde esperar, no quería estar cerca de ese bar de mala muerte pero tenía que esperar a mi hermano, así que me senté al otro lado de la calle, quedando junto a un lugar completamente lleno de monte. Algunos grillos cantaban pero su canto se veía empañado por la música que salía del bar y por los gritos de las personas allí presentes. Decidí ignorar todo a mí alrededor, recogí mis piernas y me hice un pequeño ovillo en la acera, pensé en que todo estaría mejor cuando mi hermano viniese por mí, que me llevaría a casa y jugaríamos con su consola, pero contrario a eso, un hombre borracho se acercó a mi mirándome de manera provocativa.
- Hola niñita—dijo atropellando las palabras—estás muy guapa ¿por qué tan sola?—dijo esta vez tirándose a mi lado.
- Lárguese—respondí firme, preparada para lo que se viniera.
- Oh vamos, yo puedo alegrarte la noche.
- Y yo puedo castrarte si no te alejas de mi hermana—solté un suspiro en cuanto vi a Chris.
- ¿Ah sí? Inténtalo niño.
- No quiero romperte la cara, así que aléjate. Vamos, súbete al auto Eli.
No chiste, corrí al auto y me acosté en la parte de atrás, solté sollozos, dejé que las lágrimas fluyeran, vacié mi corazón en ese auto. De un momento a otro comencé a gritar y a golpear todo a mi alrededor, afortunadamente las ventanas del auto eran de un vidrio resistente. Pero lo que quería en realidad era hacerme daño, lo había perdido casi todo en un día y no podía soportarlo, no podía soportar perder a una familia dos veces.
- Calma, shh—Chris me abrazó por la espalda, no era la primera vez que me veía en este estado por lo que no lo tomó por sorpresa ver mis puños rojos por los golpes que solté dentro del auto—Ven—se sentó conmigo en la parte de atrás y me meció como lo hacía años atrás, como cuando me raspaba y lloraba tanto que solo él sabía calmarme.
- Se fueron, se fueron... —susurraba, aun no podía creerlo pero era una realidad—se fueron.
- Tranquila, shh, por favor tranquila—dijo limpiándome las lágrimas y mirándome fijamente—aun no quiero que me digas que pasó, primero cálmate. Te llevaré a mi casa.
- Pero mamá y...
- No, ya no vivo con ellos, luego te explico. Ahora por favor cálmate y recuéstate un rato.
Chris bajó del auto y se pasó al asiento del conductor. Obedecí su recomendación y en menos de lo que esperaba me quedé dormida.
(***)
Desperté en lo que supuse era el cuarto de mi hermano, todo estaba increíblemente ordenado, había una nota en la mesa junto a la cama. La tomé sintiéndome atrevida por hacerlo y la leí aunque tal vez no fuese de mi incumbencia.
Te dejé una pastilla en la cocina junto con un poco de comida. Vuelvo a las nueve, por favor come algo. Ya sé lo de Carlos, acaba de llamarme preocupado y me informó. Hablaremos de eso cuando llegué a casa. Cuídate mucho, te quiero.
Carlos, Carlos debía estar mucho más destruido que yo, es decir, eran sus padres y la relación que él tuvo con ellos siempre fue buena, incluso envidiable. Me levanté con rapidez de la cama y tomé mi celular. Tenía un dolor de cabeza inmenso pero no me importó. Le llamé esperando que contestara pero nada, se iba al buzón de mensajes.
Fuia la cocina con la poca energía que tenía y me tomé la pastilla que mi hermanohabía dejado para mí. No pretendía comer nada. Mi estómago parecía haber desaparecidode mi cuerpo, dejando en su lugar una piedra que no admitiría nada de alimento.Tenía un nudo en la garganta, los ojos hinchados y un dolor en el pecho que meestaba hundiendo. Caí de rodillas, y llorando nuevamente oré como no lo habíahecho hace ya un tiempo. Rogué por desaparecer, porque Carlos estuviese bien, pedípor fuerzas porque yo ya no tenía ninguna. Seguí orando mientras me hacía unabolita en el suelo y nuevamente caída dormida.
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Dios no te prohíbe divertirte
SpirituellesMuchas personas piensan que por el solo hecho de seguir a Dios ya no podrás divertirte, que para seguirlo tienes que convertirte en un mojigato o en una persona aburrida. Yo tengo una opinión diferente y en esta pequeña historia planteare algunos de...