Abrí los ojos de a poco, realmente no deseaba abrirlos pero huir de la realidad no me ayudaría en lo absoluto.
Matt se encontraba sentado en la esquina de la cama, estaba perdido en sus pensamientos; la preocupación era demasiado notable en su rostro, considerando que con frecuencia él era una persona muy alegre y tranquila, por lo que supe que mi marche iba en serio.
- ¿Estás bien?—pregunté temiendo su respuesta.
- ¿Cómo estás tú? Me asustaste—dijo acercándose para retirarme algunos cabellos que estaban en mi rostro.
- Bien, aunque algo enojada ¡No puedo creer que mi hermano quiera regresar!—agregué exaltándome un poco, solo un poco.
- Te acompañaré, puedo avisar en el trabajo—Matt trabajaba como diseñador gráfico en una empresa, había terminado la universidad dos años después de que yo ingresara; era mayor que yo por solo tres años, aunque para tener veintitrés años era una persona muy madura. Nos habíamos conocido cuando yo me encontraba llorando en uno de los bancos de la universidad, apenas era mi primera semana y el caro emocional que llevaba me pesaba demasiado, había dejado de ser sarcástica y extrovertida debido al dolor que llevaba dentro; nadie más se había acercado a preguntar que ocurría, salvo, claramente, él.
*Flashback*
- ¿Puedo sentarme?—preguntó una voz varonil, levanté la mirada encontrándome con unos ojos miel, eran tan dulces como está.
- ¿Para qué quieres sentarte?—pregunté a la defensiva.
- Para hablar—respondió encogiéndose de hombros y sonriendo—además eres linda ¿por qué no habría de querer sentarme a tu lado?—agregó levantando sus cejas cafés, las cuales combinaban a la perfección con su cabello oscuro.
- Vaya ¿Ya coqueteando? De acuerdo, seré buena contigo y te permitiré el asombroso placer de sentarte—dije abriéndole espacio, sin darme cuenta, había dejado de llorar.
*Fin flashback*
- Sería de gran ayuda—admití rogando mentalmente por su compañía, probablemente sin él se me haría más difícil volver.
- Bien—dijo dándome un beso en la frente—salimos en la noche, la verdad no sé por qué tu hermano tiene tanta prisa.
No le respondí, salí de la cama y lo llevé, agarrado de la mano, hasta la cocina. Tomamos un desayuno poco saludable, algo que me animaba en demasía y eso él lo sabía y por eso lo había preparado. Evitamos totalmente el tema del viaje, incluso cuando estábamos empacando, solo bromeábamos y hacíamos planes para la tarde, así hacíamos algo divertido antes de irnos.
Antes de salir a caminar Matt llamó al trabajo para avisar que debía salir de emergencia por una emergencia familiar, no me gustó para nada que tuviese que mentir pero reclamarle implicaría que se quedará y la verdad iba a necesitar de su compañía. Decidimos salir a caminar al parque. Ninguno hablaba, simplemente disfrutábamos de la compañía del otro. Pensaba en cómo sería volver, ya me había acostumbrado al ambiente español y no estaba segura de querer regresar a México y golpearme con una muralla de recuerdos, sin dejar de lado el reencuentro con algunas personas. De pronto una canción, no, una alabanza me sacó de mis pensamientos. Tu diestra, de tan solo escucharla me entraban ganas de llorar. Tenía deseos de ir a cantar, además la iglesia no se encontraba lejos por lo que le sonreí a Matt pero el solo me miró como si estuviese loca.
- ¿Qué pasó?
- Vamos—dije frenando la marcha, él se encontraba aún más confundido—a la iglesia, apúrate Matt, quiero cantar.
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Dios no te prohíbe divertirte
SpiritualMuchas personas piensan que por el solo hecho de seguir a Dios ya no podrás divertirte, que para seguirlo tienes que convertirte en un mojigato o en una persona aburrida. Yo tengo una opinión diferente y en esta pequeña historia planteare algunos de...