Capítulo 8

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- Por favor Liam, ¡bájame!—Elizabeth gritaba desesperada, golpeaba a Liam en la espalda tan fuerte que incluso a mí me estaba doliendo pero él no la bajaba, estaba empeñado en arrojarla mojada a la pila de arena que había hecho minutos atrás—te aseguro que si no me bajas estarás acabado, ¡acabado!

- Sí, claro. Mira como estoy temblando—contestó el simulando un temblor. Luego la arrojó a la arena provocando que se llenara de pies a cabeza de la misma, creo que incluso le entro en la boca.

- Estás acabado, Liam.

- Con permiso madame... —dijo él corriendo como una niña.


Habíamos pasado hasta el momento un buen día, ya eran casi las cuatro de la tarde y aun ninguno de ellos había notado que no habíamos tomado o hablado de sexo, ni siquiera Liam fumó en todo el día, lo cual era un nuevo record, al parecer estar cerca de Elizabeth lo distraía lo suficiente como para no pensar en tener un cigarro en la boca. Alicia estaba jugando con Jason en el agua y yo, bueno yo estaba esperando a Alexa desde hace dos horas (aunque me llamó para avisar que llegaría tarde, yo me quedé esperándola con unas malteadas. Bueno ahora no quedaba nada de ellas) Miraba con impaciencia la carretera, esperaba con ansias que llegara pero nada, no llegaba, necesitaba verla, tal vez hoy sería el día en que le pidiera ser mi novia, aunque dudaba que contara con el valor necesario para decir una palabra acerca de eso.


Mi teléfono comenzó a sonar, me emocioné al instante, era el número de Alexa, lo sabía incluso antes de contestar (bueno eso era porque le tenía un tono especial, del cual me reservaré el nombre).


- Dime—saludé lo más tranquilo y con la voz quizás un poco más gruesa.

- Ya voy en camino, llevaré algo para que sea mejor este día. Espero te guste... Por cierto ¿cómo sigues?

- Estoy bien, creo que demasiada preocupación me va a aturdir—sonreí—te espero.

- Ya voy llegando, del a tus amigos que necesitaré ayuda para bajar algunas cosas. Ah y traigo a alguien conmigo que me gustaría presentarte.

- ¿Si? Vaya, interesante, nunca me has presentado a ninguna de tus amigas, llegué a pensar que yo era el único.

- Si claro, Carlitos. Tú eres el único—contestó sarcástica—ya te veo—agregó y colgó.


Vi a un auto, más específicamente una camioneta y luego una cabellera rubia, era ella. Me levanté rápido y fui corriendo hacia los chicos para pedirles ayuda, bueno para decirles que Alexa necesitaba su ayuda. Aunque ya me imaginaba para que, al parecer había traído varias carpas y una parrilla, bueno se la quitó a una estufa y la trajo, era obvio que ella no tendría para comprar una de esas gigantes.


- Vamos—dije cargando a Liam quien no dejaba a Elizabeth en paz, la pobre tendría que ducharse mil veces para poder sacar toda esa arena de su cuerpo y Liam no es que estuviese muy limpio pero su suciedad no podía compararse con la de ella.

- Vamos hermano, bájame.

- Alexa necesita ayuda.

- Eres tu su romeo no yo—contestó tratando de zafarse, preferí soltarle antes de que me golpease con el codo—Bueno creo que me equivoqué, él es su romeo—añadió serio.

Dios no te prohíbe divertirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora