Mi mano tiembla. Puedo sentir como Julian se ha congelado justo a mi lado. Acabo de pedirle que acabe conmigo y es lo único que deseo en éste momento.
—N-No voy a matarte, Oriana. —la voz de Julian tiembla un poco y yo aprieto mis ojos con fuerza, reprimiendo un sollozo.
—P-Por favor —jadeo en voz baja.
Siento el agua corriendo por mi cuerpo y soy vagamente consciente del dolor entre mis piernas. Me siento miserable.
De pronto, unos brazos me envuelven por completo, apretándome fuerte. Hundo mi cara en el pecho de Julian y me dejo ir. Lloro desconsoladamente entre sus brazos. Tiemblo de rabia y de impotencia mientras me aferro a la ropa mojada de él. Se ha metido en la regadera conmigo. Completamente vestido, sólo para abrazarme con fuerza.
—Si pudiera borrarlo...
—Pero no puedes —sollozo contra su pecho.
El silencio invade la estancia y yo no dejo de llorar. —Déjame limpiarte. —susurra.
De pronto, siento una mano frotando mi espalda con una esponja y jabón. Limpia mis brazos, mi cabello, mis piernas, mi estómago, mi pecho... El toque de Julian es tan delicado, que apenas puedo percibirlo. Está siendo cuidadoso y no comprendo por qué es así conmigo.
—Mírame, Oriana. —pide en voz baja y torturada.
Yo levanto mi vista y me encuentro de frente con un chico. No puede ser mucho más grande que yo. Sus ojos color miel están clavados en los míos y hay ira e impotencia en su mirada. Su cabello negro como la noche está perfectamente recortado de los costados y se pega a su rostro de la parte de enfrente por el agua que cae sobre nosotros. Sus cejas pobladas están fruncidas en un ceño profundo y su piel clara brilla con las pequeñas gotas de agua. Su mandíbula angulosa está cubierta por una fina capa de barba de dos días. Sus facciones son duras, varoniles, perfectamente cinceladas.
Es tan atractivo que, por un momento, me roba el aliento. ¿Cómo un chico como él puede estar involucrado con personas tan horribles como Máximo y Pablo?
—Pídeme lo que quieras. Pídeme lo que sea que desees... Pero no me pidas que te mate. Yo... —un suspiro entrecortado sale de sus labios entreabiertos y susurra—: No puedo hacerlo.
—A-Abrázame. —pido, entre sollozos.
Julian lo duda un segundo y entonces, sus fuertes brazos se envuelven a mí alrededor. Yo vuelvo a llorar. Yo vuelvo a quebrarme entre sus brazos. —M-Más fuerte... —pido.
Y Julian me aprieta contra su pecho, tanto que duele. Otro sollozo me alcanza y Julian maldice en voz baja. —Voy a sacarte de aquí —dice.
Yo levanto mi mirada para encararlo y entonces noto la intensidad en su mirada. —N-No sé cómo, pero voy a sacarte de éste lugar. ¿De acuerdo?, sólo dame un poco de tiempo para planearlo.
Entonces, un impulso se apodera de mi cuerpo. Sé que está mal. Sé que no debo hacerlo. Sé que en realidad lo hago porque Julian me inspira seguridad, pero no me importa. No me importa nada en éste momento.
Inclino mi cabeza hacia adelante, muy cerca de su rostro.
Nuestros labios están a escasos centímetros de distancia y yo busco en sus ojos alguna señal que me indique que puedo seguir. Lo único que puedo ver es el color oro de su mirada. Oro fundido.
—B-Bésame... —pido.
Julian entre abre sus labios y estoy segura de que va a recibirme si me inclino un poco más y toco sus labios.
—No. —dice, y se aparta de mí.
Su respuesta me aturde por completo. Me ha rechazado. Me ha rechazado porque estoy sucia. Porque me han violado, porque soy poco menos que nada...
—No de éste modo —dice y me mira fijamente. —. No voy a besarte cuando estás más vulnerable.
Me siento una mierda. Él no ha querido besarme. Estoy sucia. Soy una basura. Han acabado conmigo... Le doy asco...
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Encerrada
FanfictionOriana Sabatini era hija del dueño de uno de los más grandes emporios de Inglaterra. Destinada a vivir en los lujos excesivos el resto de su vida, destinada a la grandeza. Destinada a la riqueza y la comodidad y con un futuro prometedor en el ballet...