La mirada de Julian se oscurece varios tonos mientras me observa fijamente por un momento eterno. Su rostro inexpresivo me está matando por dentro, lentamente. No me atrevo a moverme. Apenas me atrevo a respirar. Un hoyo se instala en la boca de mi estómago y el nudo de mi garganta se aprieta. Presiono mis labios juntos para no gritar y espero en silencio por su respuesta.
—¿U-un atraso? —su voz se enronquece un par de tonos y cierro mis ojos con fuerza, incapaz de mirarlo.
Asiento y bajo la cabeza a mis manos, las cuales están entrelazadas inquietamente. Mis dedos se retuercen entre sí y me siento a punto de enloquecer.
—¿De cuánto tiempo? —pregunta con la voz cada vez más ronca.
—Q-Quince días —tartamudeo con un hilo de voz.
Un suspiro tenso sale de los labios de Julian y quiero llorar miserablemente.
—I-Iré al pueblo a comprar una prueba —dice finalmente y sale del baño sin decir nada más.
Los siguientes minutos pasan lentos y tortuosos.
No puedo dejar de restregar mis ojos, limpiando las lágrimas pesadas y calientes que brotan sin parar. Estoy tan asustada. Tengo diecinueve años. Estoy secuestrada y el padre de mi hijo es uno de mis captores.
"Deja de afirmarlo. No estás segura aún. Deja de afirmarlo" me regaño mentalmente.
Las náuseas regresan a mí de golpe y me precipito a vaciar mi estómago en el inodoro una vez más. Julian entra al pequeño cuarto de baño encontrándome tirada en la loza helada. El frío del suelo contra mi frente se siente reconfortante.
—¿Oriana? —su voz suena horrorizada.
—Estoy bien —murmuro con un hilo de voz—. El frío calma las náuseas.
Siento la mano de Julian envolviéndose en mi cintura, tirando de mí hacia arriba. Me sienta en la tapa del baño y me entrega la pequeña bolsa plástica. El estómago se me revuelve, pero ésta vez es de nervios.
Sus ojos se encuentran con los míos y asiente. Trata de estar tranquilo pero noto el horror en su mirada.
Leo las instrucciones un par de veces. El asunto es sencillo: debo orinar en la barra, esperar tres minutos y observar. Una raya significa negativo y dos es positivo. Sin embargo, no puedo hacer otra cosa más que mirar la pequeña vara plástica entre mis dedos.
—¿Quieres hacerlo sola? —la voz de Julian es suave, pero no es tan cálida como me gustaría que fuera.
Yo asiento sin mirarlo. Él se dirige a la puerta y la cierra sin decir una palabra más.
Pasan cerca de cinco minutos antes de que decida sentarme en el retrete y orinar sobre la prueba de embarazo. Lavo mis manos temblorosas y me siento en el retrete a esperar.
Julian abre la puerta y asoma la cabeza. —¿Puedo pasar? —pregunta mirándome con ojos torturados.
Yo asiento y bajo la mirada. Él entra y se recarga en la puerta. El silencio se extiende entre nosotros y las lágrimas amenazan por inundar mi rostro.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunta Julian, al cabo de una eternidad.
—N-No lo sé —tartamudeo.
Julian mira el reloj de su muñeca y se acerca al lavamanos, donde la prueba yace inmóvil. Miro cómo contiene el aliento y toma la prueba entre sus dedos. Aprieto mis ojos con fuerza y me preparo para lo que viene.
Mi corazón late a una velocidad impresionante y quiero gritar de frustración. Julian suelta el aire lentamente y los oídos me zumban. Quiero llorar. Estoy a punto de echarme a llorar.
—Positivo —la voz de Julian es casi un susurro, pero la noticia viniendo de sus labios, hace que mi corazón de un furioso vuelco y que las lágrimas caigan por mis mejillas. ¿Qué voy a hacer?, ¿Qué va a pasar?, ¿Julian va a apoyarme?, ¿Va a dejarme?...
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Encerrada
FanfictionOriana Sabatini era hija del dueño de uno de los más grandes emporios de Inglaterra. Destinada a vivir en los lujos excesivos el resto de su vida, destinada a la grandeza. Destinada a la riqueza y la comodidad y con un futuro prometedor en el ballet...