Cap 14

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—¡J! —el grito de la voz de Máximo nos separa de inmediato.

Julian dice una palabrota antes de gritar—: ¿¡Qué quieres, maldito idiota?!

Una sonrisa idiota se filtra por mis labios mientras escondo la cabeza en el pecho de Julian. No puedo evitar sentirme completamente apenada con lo que acaba de pasar. No sé en qué posición nos pone aquel beso.

—¿¡Dónde estás?! —escucho la voz de Máximo cada vez más cerca y una pequeña punzada de miedo se instala en mi pecho.

A pesar de todo, le tengo un horror inmenso a aquel chico. No sólo porque me ha secuestrado, sino porque me ha violado y me ha golpeado. Sin contar las veces que me ha amenazado con acabar con mi vida.

Julian se levanta de la cama y se dirige hacia la puerta sin siquiera mirarme y sale de la habitación dando un portazo.
Puedo notar cómo Diablo se levanta del rincón donde duerme y se planta al pie de la puerta, con el lomo erizado, gruñendo por lo bajo. Sé que Máximo está justo afuera de la habitación y un escalofrío me recorre el cuerpo.

Todo el calor que dejó el beso de Julian se ha esfumado con la simple presencia de aquel chico y, cuando me doy cuenta, estoy hecha un ovillo, sentada entre las sábanas, con la mirada fija en la puerta.

No logro distinguir palabras, pero escucho la voz de Julian, golpeada y fuerte. Puedo distinguir el acento arrastrado de la voz de Máximo y otro escalofrío me recorre el cuerpo. No quiero que entre a la habitación. No quiero que ni siquiera esté al pie de la puerta.

Tras un par de minutos, el silencio invade la estancia y noto cómo Diablo se relaja y deja de gruñir.
Julian entra a la habitación segundos después y me mira fijamente. —Máximo y Pablo irán a la ciudad. ¿Necesitas algo? —pregunta, suavemente.

Yo me muerdo el labio inferior y siento el rubor subir a mis mejillas antes de que siquiera comience a hablar. Sé que tengo que hacerlo. Sé que tengo que hablar porque estoy a realmente pocos días de comenzar, pero es inevitable sentir vergüenza cuando se toca un tema tan íntimo.

—E-Estaría bien si... —tartamudeo con un hilo de voz y me aclaro la garganta suavemente antes de desviar la mirada y continuar—: si pueden conseguirme unas toallas femeninas.

El silencio que se extiende entre nosotros y cierro mis ojos con fuerza ante la vergüenza que estoy experimentando y puedo sentir el calor inundando mi cara y mi cuerpo. Sé que, seguramente, soy un tomate rojo y brillante en éste momento.

Julian se aclara la garganta y dice—: De acuerdo.

Sin decir más, escucho la puerta abrirse y cerrarse. Es entonces cuando me dejo caer sobre las sábanas, cubriendo mi rostro, gimoteando de la vergüenza y la humillación. No puedo creer que haya pasado del momento más agradable de mis últimas semanas al momento más humillante, todo en menos de cinco minutos.


Diablo comienza a lamer mis manos, haciéndome apartarlas de mi rostro y le acaricio detrás de la oreja. —Tú no te sientes incómodo a mí alrededor cuando hablo de cosas de mujeres, ¿verdad? —le pregunto, sintiéndome aún más avergonzada.

El perro se deja caer a mi lado y se pone panza arriba para que yo pueda acariciarle la barriga. Es entonces cuando comienzo mi conteo mental: hacía casi un mes que había tenido mi último periodo, lo que quería decir que estaba a realmente cerca del próximo.
No quería admitirlo, pero había cierto miedo latiendo en mi interior: la violación de Máximo. Sabía que era muy poco probable que quedara embarazada debido a la cercanía de mi periodo y debido a que Julian lo había detenido antes de que pudiera derramarse dentro de mí, sin embargo, el miedo ahí estaba y no estaba segura de querer cargar dentro de mí a una criatura producto de una violación.

Me obligo a cerrar los ojos y aspirar profundamente mientras me digo: "Todo estará bien. No estás embarazada. Julian lo impidió. Estás bien."



Julian no volvió a aparecerse en la habitación hasta media hora después.
Lleva una bolsa negra en una mano y una bolsa de papel en la otra.
Sin decir una palabra, deja la bolsa negra frente a mí mascullando—: Te he traído lo que necesitas. No iba a dejar que Máximo o Pablo compraran algo así, así que fui al pueblo por mi cuenta.

Yo abro la boca para responder, pero no encuentro palabra alguna que pueda describir lo que se está construyendo dentro de mi pecho.
Después, pone la bolsa de papel junto a la negra y dice—: Además, te he traído una hamburguesa. Debes estar hambrienta.

Una sonrisa se desliza por mis labios y yo abro la bolsa de papel, sacando la pequeña caja que contiene la hamburguesa y mi estómago gruñe.
Julian se rasca la cabeza nerviosamente mientras yo mastico pausadamente mi comida. Cuando trago el tercer bocado, me atrevo a preguntar—: ¿Pablo y Máximo no están?

Julian me mira a los ojos. —No. Salieron a la ciudad. Seguramente van a asaltar alguna maldita tienda de abarrotes o a hacer alguna idiotez. —dice, negando con la cabeza desaprobatoriamente.

Yo miro la hamburguesa entre mis dedos y siento un nudo en el estómago de anticipación ante lo que voy a preguntar. —¿Ya han pedido rescate?, tengo más de una semana aquí...

El silencio tenso se extiende entre nosotros y contengo el aliento. —Sí. Tengo entendido que Máximo ha llamado ésta mañana a tu padre. Aún no ha pedido dinero, sin embargo ya ha hecho el primer movimiento.

De pronto, todo apetito se marcha de mí y no sé qué decir.
Las lágrimas pinchan en mis ojos y siento cómo mis manos comienzan a temblar del miedo y la emoción.

—Come... —masculla Julian, después de unos minutos de tenso e incómodo silencio.

—No tengo hambre —digo, con un hilo de voz.

El silencio se extiende una vez más y siento cómo Julian se levanta del suelo, dispuesto a salir de la habitación.

—Quiero tomar un baño —digo, porque es cierto. —. Quiero salir a caminar. Quiero hacer algo que no sea estar encerrada en éstas cuatro paredes todo el tiempo. Yo...

—De acuerdo —me interrumpe Julian. —. Toma un baño y después hacemos algo. Máximo y Pablo no volverán hasta mañana a medio día. Me lo han dicho. La ciudad está bastante lejos de aquí, así que no volverán hasta mañana. Puedo... —noto cómo vacila un momento. —, podemos ver películas. Pablo tiene una gran colección de ellas. Las ha traído para no aburrirse mientras estamos en éste lugar. O... O podemos salir a tomar el aire un momento. O...

—Suena bien —lo interrumpo. —. Las películas. Tomar aire... Suena bien.

Mi mirada se levanta y encuentra la suya. Julian me dedica una sonrisa tensa que yo le devuelvo y asiente. —Ahora vuelvo. Te prepararé el baño. —dice y sale de la habitación.

***

Ahora voy a subir la nueva historia, estén atentas! c: ♥

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