Cap 31

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No he dejado de llorar.
Mil y un pensamientos se arremolinan en mi cabeza, y me es imposible poner en orden mis prioridades y mis miedos.

¿Qué voy a hacer?, ¿Julian va a apoyarme?, ¿Me hará abortar?, ¿Todo cambiará entre nosotros?, ¿Qué será: niño o niña?, ¿Qué voy a hacer para mantener a mi bebé si Julian no me apoya?, ¿Qué harán Máximo y Pablo si se enteran?, ¿Qué voy a hacer yo si Julian me deja sola en esto y no quiere sacarme de aquí?...

—¡Hey! —El susurro de Julian me hace alzar la cabeza—, no llores.

Está en cuclillas delante de mí, su mirada es aterrorizada, pero cuando me toca, todo mi cuerpo se relaja. Su mano cepilla mi cabello y se ahueca en mi mejilla. Sollozos brotan de mi garganta y no puedo detenerme.

—Encontraremos una solución a todo esto, pero por favor, no llores —pide con el gesto angustiado.

—¡Lo lamento!, ¡lo lamento tanto! —gimoteo secando las lágrimas de mis mejillas.

—No lo lamentes. Yo también estuve ahí, ¿recuerdas?, soy tan responsable como tú.

—¡N-No quiero abortar!, ¡N-No quiero que Máximo se entere!, ¡No quiero que se den cuenta!, ¡Por favor...!

—Shhh... Shh... Está bien —susurra, poniendo un dedo sobre mis labios, haciéndome callar—. Nadie va a hacerte abortar. Y nadie va a enterarse. Voy a sacarte de aquí antes de que se note, ¿de acuerdo?, tengo que sacarlos de aquí...

—¿L-Lo prometes?, yo sé que no esperabas esto, yo sé que, quizás, tú ni siquiera quieras tener hijos pero, prometo no molestarte. Prometo salir de tu vida si me sacas de aquí, ¡Jamás seremos un problema para ti si tú nos sacas de éste lugar! —sollozo, desesperada.

La expresión de Julian es horrorizada. Sus manos ahuecan mi rostro y me hace mirarlo directamente a los ojos. —No vuelvas a decir algo así —su voz se ha enronquecido varios tonos—. No vuelvas a decir que saldrás de mi vida, mucho menos vuelvas a decir que te llevarás a mi hijo contigo. Te buscaría hasta el fin del mundo de ser necesario, No puedes dejarme, Oriana. No te lo permito. ¡Eres mía!

—P-Pero...

—Lo quiero... —dice con firmeza—, quiero esto. Los quiero a ambos. No los esperaba..., a ninguno de los dos, pero no veo mi vida sin ti; y presiento que pronto no la veré sin él —una de sus manos roza mi estómago y el corazón me da un vuelco dentro de mi pecho—. Encontraré la forma de sacarlos de aquí. Los llevaré conmigo y todo estará bien, ¿de acuerdo?, estaremos bien.

Intento creer en la seguridad de sus palabras pero estoy tan nerviosa que no puedo respirar con normalidad. Estoy tan asustada que no puedo pensar en otra cosa que en Máximo, descubriéndolo, pegándome un tiro...

—Tengo tanto miedo —susurro cerrando los ojos.

Julian me envuelve entre sus brazos con firmeza y me permito absorber su aroma y su calidez. —No lo tengas. Haré todo lo que sea necesario para mantenerlos a salvo.

~*~

Esa noche, Julian y yo nos acurrucamos el uno junto al otro.
He dejado de llorar hace un rato y Julian ha hecho todo lo posible por distraerme. Me ha comprado un libro de maternidad y yo me reí con el gesto. Él lleva la prueba de embarazo en su bolsillo, se deshará de ella en cuanto tenga oportunidad.

No hablamos sobre cómo saldremos de aquí, pero la tensión entre nosotros habla de cómo nos sentimos de nerviosos.

—¿Alguna vez te atraparon? —pregunto mientras acaricio su muñeca distraídamente.

—Me atraparon más de una vez —admite y besa mi oreja.

—¿Cómo hiciste para escapar?, quiero decir... ¿Cómo hiciste para librarte de los problemas?, ¿Alguna vez estuviste en la cárcel? —las preguntas brotan de mi garganta y no puedo detenerlas.

—Nunca estuve en la cárcel. He estado en una delegación, sin embargo... Siempre tuve suerte. Solía trabajar como repartidor de pizzas y, cada que me preguntaban qué hacía cerca de la escena del crimen, me escurría con la excusa de un reparto por la zona —noto una sonrisa en su voz y sonrío con él.

—Es una excusa muy pobre —bromeo.

—Lo sé. No sé cómo funcionó tantas veces—admite.

Sus manos se deslizan por mi cintura y ahuecan mi vientre. Mi corazón se hincha con una nueva sensación. No puedo creer que algo así esté sucediéndome. No puedo creer que una persona esté creciendo dentro de mí. No se siente nada en especial. Quizás así sea todo el tiempo...

—¿Estabas asustado? —pregunto en voz baja.

—¿Asustado?, asustado es poco —susurra contra mi oreja—. Sigo sin hacerme a la idea.

—Yo tampoco —susurro.

—Eres tan pequeña... —susurra con remordimiento.

—No lo soy —acaricio sus manos—. En todo caso, tú también eres muy joven.

Él ríe suavemente contra mi oreja y susurra—: Te amo tanto...

Me congelo en ése momento. Creí haberlo escuchado hacía unas semanas, pero no lo había repetido hasta éste momento. Me ha dicho que me ama. Me ha dicho que me ama y mi corazón se ensancha dentro de mi pecho. Le ha puesto un nombre a lo que siente por mí y yo ni siquiera sé qué decir, cómo reaccionar. ¿Lo amo?, ¿realmente lo amo?...

La respuesta es muy sencilla. Simplemente, cuando me lo pregunto, mi corazón lo responde: Lo amo. Claro que lo amo.

—Te amo —susurro, probando las palabras en mi boca por primera vez. Cierro mis ojos y absorbo la agradable sensación en mi pecho, el latir irregular de mi corazón y mis ganas de reír y gritar de felicidad. Lo amo. Lo amo y él me ama. 

EncerradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora