Julián me ha acompañado hasta el baño, pero no me toca. Sus manos ni siquiera están cerca de tocarme. Su cuerpo está a una distancia prudente del mío y estoy temblando de miedo. Sigo preguntándome qué hubiese pasado si Máximo hubiera disparado. ¿Julian realmente lo habría matado?, ¿Tendría la sangre fría como para matar a cualquier ser humano?...
Estoy sentada en el suelo helado del baño. No dejo de temblar. No dejo de llorar. No dejo de sentir el pánico creciente dentro de mi pecho y al mismo tiempo lo necesito aquí. Necesito que envuelva sus brazos a mi alrededor y me haga sentir segura, como sólo él sabe hacerlo. Estoy confundida, aterrorizada y lo único que quiero es cerrar los ojos y volver al refugio que eran sus brazos hace pocos días.
Cierro el grifo del agua y lo único que puedo escuchar es el goteo del agua que corre por mi cuerpo en las baldosa del suelo. Seco mi cuerpo de forma metódica y me pongo los pantalones de chándal que Julián me ha traído.
Me doy cuenta de que la playera que está sobre el inodoro es de Julián y el corazón me da un vuelco. Me deslizo el material por el torso y su aroma invade mis sentidos.Abro la puerta del baño y veo a Julián, sentado en el suelo, con los brazos descansando sobre sus rodillas flexionadas. Su rostro es una máscara de tensión y desolación que hace que mi corazón se encoja dentro de mi pecho.
Su mirada se alza y sus ojos encuentran los míos una fracción de segundo antes de que desvíe la mirada y se ponga de pie para guiarme a la habitación.
Entro y Diablo sale a alcanzarme. Yo acaricio la cima de su cabeza y él jadea en apreciación.
Julián no dice nada. Es como si no estuviera aquí y al mismo tiempo, puedo sentirlo cerca y quiero que me toque. Quiero que me bese. Quiero olvidarlo todo...—Hará frío ésta noche —su voz me eriza la piel y lo veo colocar una pesada manta sobre el tendido donde duermo—. Espero que esto sea suficiente.
—Gracias —mi voz es un débil susurro y su mirada se alza para encontrar la mía. Luce diez años más viejo en éste momento y me pregunto qué es lo que está pasando por su cabeza. Quiero aliviar su dolor y al mismo tiempo necesito pensar en todo lo que ha pasado.
—Sólo... Descansa —pide y camina hacia mí.
Su mano acaricia mi mejilla con suavidad y toda mi piel arde donde me ha tocado. Mis ojos se cierran con fuerza y absorbo su contacto.
—Nunca te haría daño.
Lo miro a los ojos. Hay tanta determinación en su mirada que me quedo sin aliento. Sé que nunca me haría daño. Lo siento. Estoy segura de ello.—L-Lo sé —tartamudeo por la emoción y su rostro se vuelve tenso y triste. Quiero golpearme por la inseguridad en mi voz y quiero decirle que le creo. Que sé que él jamás me haría daño, pero no puedo. El nudo de mi garganta me hace imposible hablar.
Su mano cae de mi mejilla y me siento abandonada. Necesito que se quede.
Se dirige a la salida y, justo cuando abre la puerta de la habitación, encuentro mi voz—: N-No te vayas.
Mi mirada está fija en su espalda y lo noto tensarse ante mis palabras.
—Quédate aquí —pido con un hilo de voz y siento las lágrimas agolpándose en mis ojos.
Julián se gira lentamente y me observa a detalle. Hay mil emociones surcando su rostro y quiero aliviarlas todas. —¿P-Por qué quieres que me quede? —susurra con la voz enronquecida.
—Porque... —trago duramente y necesito decirlo. Necesito decírselo porque no estoy segura de que tendré vida suficiente para confesarlo. Máximo va a matarme en cuanto reciba el dinero. Máximo va a matarme antes de que se lo diga y no puedo permitirlo—, porque estoy enamorada de ti.
Su rostro refleja un millar de emociones y mi corazón late desbocado. Mis manos sudan, el nudo de mi garganta se tensa. Estoy enamorada. Estoy enamorada de él. Estoy enamorada y no me importa que sea peligroso, no me importa su pasado; no me importa cuán idiota sea estar enamorada de tu captor. Estoy enamorada.
—No tienes ni idea de qué es lo que estás haciendo —su voz es casi un gruñido, pero veo la ilusión pintando sus facciones.
—Estoy enamorada de ti, Julián —susurro una vez más.
—Soy peligroso.
—No me importa.
—He matado a tres personas —su voz es hielo.
—No me importa.
—Te tengo aquí en contra de tu voluntad.
—Si tú me pides que me quede, lo hago —mi voz es un desesperada. Necesito que me crea. Necesito que sepa que no miento.
—Soy un delincuente, Oriana —su voz es torturada.
—Y estoy enamorada de ti. A pesar, y por sobre todas las cosas —mi voz se entrecorta y, por un momento, creo que va a marcharse, pero su coraza se despedaza delante de mis ojos, mostrándome a un chico asustado. Mostrándome al Julián que creo que era antes de que su vida fuera arrastrada hasta éste punto.
—Y yo estoy enamorado de ti —su voz es un susurro. Un susurro que me llena el pecho de una emoción indescriptible. Un susurro que es capaz de elevarme al cielo sin que tenga la necesidad de despegar los pies del suelo.
No se mueve. Su cuerpo sigue tenso y errático al mismo tiempo, así que soy yo la que acorta la distancia entre nosotros, enredando mis brazos en su cuello, atrayéndolo hacia mí. Besando sus labios con urgencia, permitiéndole absorber absolutamente todo lo que quiero ofrecerle.
Su lengua invade la mía y yo gimo al sentir el sabor dulce de su beso. Lo único que quiero es sentirlo. Lo único que quiero es demostrarle cuánto me importa. Lo único que quiero es olvidarlo todo y entregarle todo lo que tengo.—Q-Quiero que me —susurro contra sus labios y el gruñe con fuerza. —. Quiero que me ames. Quiero ser tuya. Soy tuya.
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Encerrada
FanfictionOriana Sabatini era hija del dueño de uno de los más grandes emporios de Inglaterra. Destinada a vivir en los lujos excesivos el resto de su vida, destinada a la grandeza. Destinada a la riqueza y la comodidad y con un futuro prometedor en el ballet...