Cap 28

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Cuando despierto, me invade una oleada de decepción. Estoy sola. 

Me envuelvo en las sábanas y me siento sobre el tendido, escudriñando a la habitación vacía.
Los músculos me duelen, pero no es una sensación desagradable, tomando en cuenta el motivo de mis dolencias. Veo mi ropa regada por el suelo, pero no veo la de Julian. Tomo mi ropa y me visto rápidamente, volviendo a meterme en la cama.

La puerta se abre y escucho una maldición cuando Diablo entra hecho un tornado a la habitación. El perro sube al tendido y me lame la cara sin contemplaciones, mientras jadea y mueve la cola con fuerza. Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando me incorporo y lo acaricio detrás de las orejas.
Levanto la vista y veo a Julian, recargado en la puerta con una bolsa de papel entre las manos.

—Planeaba sorprenderte con el desayuno en la cama —levanta la bolsa y se ruboriza ligeramente—. O algo así.

Una risa brota de mi garganta y extiendo mi mano hacia él. Julian camina hacia mí y frunce su ceño sentándose a mi lado —Sabes que tendrás que lavarte las manos, ¿verdad?, las tienes llenas de baba de perro —hace una fingida mueca de asco y sonrío.

Yo enredo mis brazos en su cuello y deposito un beso en sus labios carnosos y enrojecidos. —Eres el mejor —susurro contra sus labios y él me sonríe de vuelta.

—Eres la mujer más hermosa que he tenido la dicha de conocer —dice y me besa una vez más.

Mi corazón late con fuerza mientras me aferro a su cuello y lo beso durante lo que parece una eternidad y, al mismo tiempo, no tengo suficiente de él.

Julian me acompaña a lavar mis manos antes de desayunar y me doy cuenta de que parece que lo hace más por hábito que por tenerme vigilada. Desayunamos unos deliciosos huevos revueltos, patrocinados por el restaurante de comida casera del pueblo que está cerca de donde nos encontramos y nos tumbamos el uno junto al otro, abrazados. Charlando.

Por primera vez desde que estoy aquí, le hablo acerca de mi familia. De lo que fue haber crecido en una casa repleta de comodidades y al mismo tiempo sentir el vacío que deja tener unos padres dedicados a su carrera.
Julian me habla de sus hermanas, de su mamá y de su papá. Me habla de las aspiraciones que tenía de ser maestro de literatura. Me habla de su amor por los libros y el arte y descubro a un Julian repleto de sorpresas y cualidades que ni siquiera imaginaba que podía tener.

Detrás de esa máscara de dureza se encuentra un chico soñador y profundo.

—Eres lo único bueno que tengo —susurro.

—Y sin embargo, soy quien te tiene encerrado en éste horrible lugar —escucho el coraje en su voz y me revuelvo entre sus brazos para quedar de cara a él.

—No digas eso —susurro—. Tú no querías esto.

—Sin embargo te mantengo aquí porque soy muy egoísta como para dejarte ir —murmura y noto la tristeza en su mirada.

Acaricio su mejilla suavemente y externo lo que he estado pensando desde hace tiempo—: Podría irme contigo.

Una expresión incrédula surca el rostro de Julian. —¿Quieres irte conmigo cuando lo único que he hecho es mantenerte lejos de tu familia?

—¿Quieres estar conmigo?, ¿esto es real?...

—Oriana, ¿cuántas veces tengo que decirte que quiero esto?, ¿Qué es real para mí?, ¿Qué no quiero mantenerte encerrada? —dice y noto la frustración en su voz.

—Entonces, vámonos. Llévame lejos. No me importa a dónde. Sólo llévame contigo —pido y sonrío suavemente.

—El dinero que tengo ahorrado no es suficiente para darte la vida a la que estás acostumbrada.

—No importa. Quiero estar contigo.

—Tengo un pasado del cual no estoy orgulloso.

—Estoy enamorada de quien eres ahora.

—Oriana, es una locura —dice, pero noto que está considerándolo.

—Llámame loca entonces, pero no me imagino sin ti a mi lado —beso su mejilla.

Un suspiro nervioso y entrecortado brota de los labios de Julian y me mira con intensidad. —Será muy peligroso. Todo podría salir mal.

—Estoy dispuesta a correr ese riesgo contigo —digo, sintiéndome aterrorizada.

—¿Tienes miedo? —pregunta, acariciando mi mejilla.

—Estoy aterrada —admito.

—Yo también —asiente rápidamente—. Pero lo haré por ti. Haré esto por ti, lo juro. Te sacaré de aquí. Te llevaré conmigo.

Sella su promesa con un beso apasionado y dejo que el miedo se vaya por un momento. Dejo que me invada la sensación de tener a Julian abrazándome con fuerza.

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