EXTRA
Aliento caliente golpea mi oreja y un escalofrío delicioso recorre mi cuerpo por completo.
Me giro sobre mí misma, estirando mis articulaciones y soy consciente del peso suave y firme enredado en mi cintura y de la firmeza que atrapa mis caderas. Abro mis ojos un poco y retrocedo todo lo que puedo cuando me doy cuenta de que alguien está a mi lado.
Es entonces, cuando lo veo: Julian está dormido a mi lado.
Sus labios mullidos están entreabiertos y sus ojos están cerrados suavemente. Sus pestañas son tan espesas que contrastan con el color de su piel, y su cabello está tan alborotado que parece un niño pequeño.
Así, dormido, me doy cuenta de que es apenas un chico. Un chico que no puede ser más de dos años más grande que yo. Está afeitado por completo y no puedo reprimir el impulso de pasar mi mano por su mandíbula para sentir la textura de su piel. ¿Se sentirá tersa?, ¿Se sentirá rasposa?...
Paso mi mano suavemente por su mandíbula y él parece reaccionar a mi caricia, buscando mi contacto mientras ladea la cara para encontrar mi mano.
Mi corazón se dispara en latidos rápidos e irregulares pero no puedo –ni quiero- soltarlo. Su piel es suave y sedosa.
Me doy cuenta de que es la primera vez desde que estoy en éste lugar, que puedo conciliar el sueño y descansar. Una sonrisa idiota se desliza por mis labios y enredo mi brazo en el cuello de Julian mientras me acurruco más cerca de él.
El frío de la mañana amerita estar cerca y yo no puedo buscar más pretextos para tenerlo lo más cerca posible de mí.
—¿Tienes idea de lo cómodo que es esto? —la voz de Julian me hace apartarme de inmediato.
No puedo evitar sentir el rubor extenderse por mis mejillas y me aclaro la garganta. —Lo siento.
Una sonrisa socarrona se desliza por los labios de Julian y aparta un mechón de cabello lejos de mi rostro. —Estás completamente sonrojada. —dice, con la voz enronquecida por el sueño.
—Sí, bueno... —mascullo, desviando la mirada. —, yo...
—¿Alguna vez te han dicho lo bonita que te ves cuando te sonrojas? —pregunta y yo alzo la vista para mirarlo.
—¿E-Estás gastándome una broma? —inquiero, tímidamente.
La sonrisa de Julian se ensancha y niega con la cabeza. —Hablo completamente en serio. Eres una niña bonita. Te lo deben de decir bastante seguido.
Lo cierto es que nunca nadie me ha llamado bonita.
Los chicos de mi edad normalmente suelen decir que soy "ardiente", o que es "ardiente" el hecho de que baile, y todas esas cosas anti románticas a las que las chicas del siglo veintiuno estamos acostumbradas.
Yo no respondo. Me limito a observar la manera en la que sus párpados se cierran con pesadez y su sonrisa torcida abarca su rostro.
Su sonrisa se desvanece lentamente y me mira con aprehensión.
—¿Has podido dormir bien? —pregunta.
—S-Sí —tartamudeo, mientras mis ojos se encuentran con los suyos. —, ¿Tú?
—Dormí como un jodido tronco —sonríe. —. ¿Tienes hambre?
Yo me limito a negar enérgicamente con la cabeza y él se acerca a mí un poco. —¿Estás segura?
—Sí. —respondo casi automáticamente.
Su mirada se fija en la mía y siento el latir de mi corazón: acelerado, irregular, torpe...
—Dios mío, eres tan bonita... —masculla y, por un momento, creo que habla más para sí mismo que para mí.
Yo abro la boca para replicar algo que, seguramente, romperá con el momento, pero me quedo enmudecida al observar lo cerca que me encuentro de él.
Entonces, sus ojos se posan en mis labios y mi corazón comienza a latir a una velocidad impresionante.
Entonces, su mano se posa suavemente en mi mejilla y cierro mis ojos ante su contacto.
Quiero que me bese. Quiero sentir sus labios sobre los míos.
Su aliento golpea mi rostro y percibo el aroma fresco de su loción, sin embargo no se acerca ni un milímetro más.
—Julian... —susurro.
—¿Si? —pregunta con la voz enronquecida.
—Sólo... Hazlo... —pido, en un murmullo casi imperceptible.
Y entonces, sus labios se unen a los míos suavemente.
Por un segundo, no soy capaz de moverme, no soy capaz ni siquiera de respirar. La suave presión de sus labios contra los míos hace que mi corazón se detenga un segundo antes de reanudar su marcha frenéticamente.
Sus labios son secos y suaves al mismo tiempo. Los míos se mueven sólo un poco para afianzar el contacto y Julian responde a mi caricia abriendo los suyos para recibirme.
Mis manos temblorosas se aferran a las sábanas y ruego a Dios que éste momento no termine nunca.
Nuestro beso comienza a tomar ritmo y forma. Primero suave y torpe, y después firme y urgente.
En el momento en el que su lengua encuentra la mía, siento como el mundo erosiona por completo a mí alrededor. El sabor de su beso no es dulce, tampoco es salado. No puede compararse con absolutamente nada que haya probado antes y me siento al borde del precipicio.
Sus labios y su lengua buscan con urgencia la mía y me aferro a él con todo mi cuerpo. No quiero que esto termine. No quiero que deje de besarme. No quiero dejar de sentir todo esto que está naciendo dentro de mi pecho.***
Mañana van a tener nueva historia!!
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Encerrada
FanfictionOriana Sabatini era hija del dueño de uno de los más grandes emporios de Inglaterra. Destinada a vivir en los lujos excesivos el resto de su vida, destinada a la grandeza. Destinada a la riqueza y la comodidad y con un futuro prometedor en el ballet...