Cap 33

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Cap 33:

Esa noche, después de contarle lo que escuché en las escaleras, Julian me enseña a utilizar un arma.

—Ésta es una semi-automática —dice poniendo la pistola delante de mí —. Es una Beretta 9000s calibre cuarenta, de doble acción y acción simple.

Yo miro la pistola delante de mí y trago duro. —¿P-Por qué me estás enseñando esto? —pregunto con la voz enronquecida.

Él me mira un segundo antes de responder—: Por precaución. No está de más que sepas cómo cargarla, empuñarla y dispararla.

No me gustan sus palabras. Suena como si estuviéramos preparándonos para algo horrible.

—Esto... —saca el cartucho de la parte de abajo de la empuñadura y me lo muestra—, es la alimentadora. Aquí van las balas. Ésta pistola tiene capacidad para diez tiros.

Comienza a mostrarme cómo introducir las balas dentro de la alimentadora y yo lo intento un par de veces, con las manos temblorosas.

—Bien. Ahora, cuando metas la alimentadora dentro de la pistola, vas a tirar de la corredera de ésta forma... —tira del pequeño metal de la parte superior de la pistola y ésta regresa como si fuese un resorte—. Y automáticamente, una bala quedará en la recámara de la pistola. Si no vas a utilizar la bala en ése momento, colocas el seguro —mueve la pequeña palanca del costado—, bajas el martillo —tira de una pequeña palanca en la parte trasera—¸ y la bala bajará de nuevo a la alimentadora.

Mi corazón late a una velocidad impresionante cuando lo veo realizar los movimientos con mucha soltura y rapidez. Ha hecho esto muchas veces. Quita la bala y retira la alimentadora y me mira con serenidad. —Es tu turno.

Yo tomo el arma con manos temblorosas y repito sus pasos. Cuando coloco el seguro y bajo el martillo, Julian toma mis manos entre las suyas y susurra—: Mírame, amor.

Yo alzo la vista y lo miro a los ojos. Estoy tan asustada y abrumada. ¿Por qué tiene que enseñarme a empuñar un arma?, ¿Por qué no puede hacerlo él?, ¿Qué es lo que está pensando?...

—Sé que tienes miedo —dice mirándome con dulzura—. Sé que no quieres saber esto. Yo tampoco quiero que lo sepas..., pero es necesario. No está de más que lo sepas. No quiero correr ningún riesgo, ¿está bien?... Yo estoy protegiéndote a ti. Tú tienes que protegerlo a él...

Su mano viaja hasta mi estómago y se mantiene ahí unos segundos. Sus palabras pesan en mi pecho. Tengo que protegerlo a él. Tengo que protegerlo por los dos... Debo aprender a hacer esto por mi bebé. Debo aprender a hacerlo...

Asiento rápidamente y trago duro. —¿Cómo la empuño?

Julian comienza —Se toma de ésta manera —toma la pistola con su mano derecha y acota—: Tu dedo siempre va fuera del gatillo. Puedes tener un accidente —yo asiento—. La otra mano, va sobre la mano con la que la empuñas y va debajo del gatillo de la pistola.

Me entrega la pistola y yo la empuño de la manera en la que él me instruye. —Me gustaría ver tus tiros y ver la precisión de tus disparos, pero aquí será imposible. Confío en tu buena puntería —sonríe.

Yo lo miro e intento sonreír, pero fracaso horriblemente. Él se aclara la garganta y dice—: Cuando los tiros de la alimentadora se hayan acabado, la corredera estará completamente hacia atrás; para que tengas tiempo de introducir otra alimentadora.

Comienza a enseñarme cómo descargarla y yo practico varias veces antes de hacer todos los pasos a la perfección. Julian me sonríe y susurra—: Dios, te ves tan caliente con una pistola.

Una sonrisa estúpida me asalta y le doy un pequeño golpe en el hombro. Él descarga el arma y me la entrega. —Ésta es para ti —dice y mi corazón se agita rápidamente.

—J-Julian no...

—Oriana por favor... —pide, mirándome con intensidad—, tómala. Voy a sentirme más tranquilo si la tienes contigo.

Trago duro y asiento. —¿Qué vamos a hacer? —susurro, apartando la pistola de mi vista.

—Vamos a irnos de aquí la madrugada del lunes —dice con resolución—. Y si todo sale como lo espero, estaremos fuera del estado al salir el sol.

Mis ojos se cierran con fuerza. —Tengo tanto miedo... —susurro.

—No dejaré que nada te pase, Oriana. Lo prometo.

—No tengo miedo por mí. Tengo miedo por ti. No confío en ellos —el silencio se extiende entre nosotros y Julian pega su frente a la mía.

—Peter Rodriguez y Pablo Escobar —susurra. Yo lo miro a los ojos, sin comprender de qué me habla—. Esos son sus nombres. Si algo llegara a ocurrirme mientras huimos... —pongo mis dedos sobre sus labios y niego con la cabeza. No quiero escuchar lo que tiene que decir.

—No... —mi voz se entrecorta por las lágrimas que estoy conteniendo—. Vamos a estar bien. Los tres vamos a estar bien.

—Oriana, escúchame —me obliga a mirarlo—. Si algo malo llegara a pasarme mientras huimos, vas a buscar el pueblo más cercano y vas a hablar a la policía. Quiero que los denuncies. Quiero que des sus nombres, sus descripciones físicas... Todo. ¿De acuerdo?

—Nada malo va a sucederte —niego con la cabeza.

—Promételo... —dice. Yo sigo negando con la cabeza. —Oriana, promételo.

—¿Por qué hablas como si fuera a pasarte algo malo? —reprocho derramando un par de lágrimas.

—No va a pasarme nada malo. Hacen falta más que un par de idiotas para que yo desaparezca. Sin embargo, no está de más tomar precauciones. —me sonríe.

Me aterra la confianza de su sonrisa. Me aterra que quiera que yo sepa empuñar una pistola. Me aterra que me haya dicho los nombres de mis secuestradores. Me aterra que actúe como si no fuese a lograrlo.

—Prométeme que todo va a salir bien —aferro mis manos a sus mejillas.

Me mira por un largo momento y asiente. —Lo prometo...

Un beso urgente es depositado en mis labios y yo lo correspondo, dejando ir todo mi miedo y mi frustración.

Su lengua invade mi boca y yo me aferro a todo lo que me ofrece. No puedo perderlo. No puedo perder a éste hombre. No puedo permitir que le hagan daño. Tengo que protegerlo. Haré lo que sea para protegerlo.

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Hola feliz navidad para tod*s!!! Perdón por dejarl*s sin novela taaanto tiempo, pero ya estoy de vacaciones así que espero poder subir algún capítulo más.

Tengo ganas de saber: ¿A cuántos de ustedes les gusta la pareja Flozmin tanto como a mí?

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