Cap 20

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No sé en qué momento me he quedado dormida, pero cuando despierto, soñolienta y adormilada, sonrío al sentir las manos de Julián sobre mi vientre.

La compresa fue abandonada entre el tendido y sus manos están puestas cálidamente sobre mi vientre. Y me encuentro con la agradable sorpresa de que el dolor de mi vientre se ha esfumado por completo. Me giro sobre mi cuerpo cuidadosamente, para mirar al hermoso joven que me está sosteniendo entre sus brazos.

La visión de Julián con el cabello alborotado y los ojos suavemente cerrados por el sueño, me quita el aliento. Sus espesas pestañas casi tocan sus mejillas, sus labios están entreabiertos y sus facciones están completamente relajadas. Se ve más joven de lo que es con aquella expresión inocente en el rostro y no puedo evitar el impulso de besar la punta de su nariz.

Sus brazos suben hasta mi cintura y me aprietan más cerca, mientras una de sus poderosas piernas se enreda en mi cadera. Una risita boba amenaza por salir de mi boca, pero la contengo, no queriendo despertarlo.

Suavemente, comienzo a entretener mis dedos entre los mechones oscuros de su cabello, cepillando hacia atrás, descubriendo su rostro, sintiendo la suavidad de su cabello. Mi mirada se posa en sus labios y rozo los míos con cuidado para no despertarlo.
No puedo mantener mis manos apartadas de él. Sus ojos se abren con suavidad y una sonrisa leve se desliza por sus labios. —Hola... —susurra con la voz enronquecida. El tono dulce de su voz me sorprende tanto, que no sé cómo responder a su suave saludo.

—Hola —me las arreglo para decir.

—¿Cuánto tiempo he dormido? —pregunta, besando la parte
interna de mi muñeca cuando acaricio su mejilla.

—No lo sé —me encojo de hombros —. Yo también me quedé dormida.

—¿Tienes hambre? —pregunta, besando mi nariz con dulzura.

—Un poco —admito.

—No se diga más, ahora vuelvo. —dice, sentándose. Yo enredo mis dedos en su muñeca para detenerlo. No estoy lista para dejarlo ir.

—¿Qué pasa? —pregunta, frunciendo el ceño ligeramente.

No respondo. Me limito a incorporarme y sentarme a horcadas sobre él, besando sus labios con urgencia. Julián parece sorprendido por un segundo mientras mis dedos se enredan en su cuello, acercándolo más hacia mí, pero me corresponde el beso con la misma avidez con la que yo estoy besando.
Sus manos se enredan en mi cintura mientras me acerca un poco más hacia él. Su lengua invade mi boca y yo inclino mi cabeza, dándole entrada más profunda a mi boca. ¿Acaso alguna vez tendré suficiente de sus besos?...

Cuando nos separamos, nuestras respiraciones son agitadas. La mirada de Julián se oscurece varios tonos antes de volver a besarme, ésta vez con dulzura.

—Oriana —susurra contra mis labios—, debo ir a traerte algo de comer.

—No debes —murmuro contra sus labios.

—Si debo —sus labios abandonan los míos—. Mientras estés a mi cuidado, me encargaré de mantenerte sana y bien alimentada. Lo que menos quiero es tener una novia desnutrida.

—¿N-Novia? —mi voz se entrecorta por la emoción que invade mi pecho.

Puedo sentir cómo su cuerpo se tensa por completo antes de cerrar los ojos y morder su labio inferior.

—¿Julián?, ¿Soy tu novia? —pregunto, porque necesito saberlo.

—N-No lo sé, ¿Lo eres? —pregunta, dudoso.

Una sonrisa boba se desliza por mis labios. —¿Quieres que lo sea?

—¿No sería un poco extraño que lo fueras?, quiero decir, dadas las circunstancias...

—Julián, ¿Soy tu novia?

La mirada de Julián es aterrada y al mismo tiempo feliz. —Lo eres —dice y noto la vacilación en su voz. —. Lo eres. —repite, ésta vez seguro de sus palabras.

Una sonrisa se desliza por mis labios y beso sus labios suavemente.

—Ahora déjame ir a conseguirle algo de comer a mi novia —dice, frotando, cariñosamente su nariz contra la mía.

Una risa boba me asalta mientras me deposita sobre la cama con cuidado antes de salir de la habitación, dejándome con la sonrisa más grande y estúpida que he tenido en mi vida. 

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