Era muy difícil pensar con mucho miedo. El no poder ver era horrible y el estar amarrada de las manos también.
Adam paró e hizo que topara con él.
— Lo siento.
¿Por qué dije eso? Claro que no lo sentía, deseaba poder patearlo y dañarlo, pero sabía que yo no sería la ganadora.
Abrió una puerta, no habíamos caminado mucho. Escuché el rechinido de ella al abrirse algo que me puso los pelos más de punta. Solo esperaba que Angélica y ahora Nicole, cuidaran bien de las niñas mientras no estaba o... si no volvía, pero de nada me servía pensar de esa manera.
Me guió hasta llegar a lo que le parecía a mi tacto una cama, tal vez era donde dormía, pero no me interesaba, sólo quería salir de allí y estar con las niñas.
Ya sentada, sentí sus manos tocar las mías, había desatado el lazo, pese a eso aún estaba asustada pero logré sentir la sangre pasando de nuevo con facilidad por mis muñecas, las sobé a causa de lo apretado que estaba el lazo. Sin las manos atadas sería más fácil defenderme., o hacer un intento.
— Promete que no dirás nada de esto — me dijo.
Asentí pero solo por miedo, mis ojos empezaron a lanzar y lanzar mas lágrimas, sentí como él me miraba, sentía sus ojos puestos en mi. Hasta que quitó la tela de mis ojos, al parecer era medio día, no hizo falta el explorar el lugar, sabía que era su habitación. Sus ojos me veían, estaba cerca de mi hasta que se alejó a un armario, me pregunté qué tanto habría dentro de él.
Regresó un poco lento con las manos ocupadas por pan, dejé de sentir tanto miedo.
— No vas a decir nada, si lo haces nos mataran a los dos, come y guarda esto en tu bolsillo.
Sacó unos pequeños dulces de su mano, los tomé desconfiada incluyendo el pan, lo acerqué a mi nariz y olía delicioso. Lo coloqué en mis labios y boca y empecé a masticar.
— ¿Por qué haces esto? — dije con la boca llena de comida.
— ¿Por qué no lo haría?
Mejor era callarme, eso no significaba que no pudiera matarme o quisiera. Pero yo siempre le hacía caso a mi conciencia. Mente impulsiva.
— ¿Por qué tapaste mis ojos con eso? — señalé la tela negra.
— Nadie tiene que saber dónde dormimos nosotros.
— ¿Por qué? — me fulminó con una mirada de que estaba haciendo muchas preguntas, así que preferí mirar al suelo.
— Dicen que por seguridad.
No esperaba una respuesta. Pero ya había hecho demasiadas preguntas. Ya había acabado de comer el pan y él lo notó.
— ¿Ya acabaste?
Asentí.
— Puedes venir aquí cuando quieras solo que cuidado, no siempre estoy solo.
Le mostré una sonrisa, eso me agradaba.
Ahora no puso el lazo en mis manos ni la tela en mis ojos. Pidió que memorizara dónde estaba su habitación, algo no difícil ya que muy pronto llegamos al comedor.
— Ya vete.
Aseguré con la cabeza.
— Gracias.
Corrí para acercarme a donde dormíamos, ya quería verlas pero giré y vi a Adam, no era malo, no era como los otros, o eso parecía. Me despedí de él con la mano moviéndola de derecha a izquierda y él correspondió.
Entré a donde estábamos y ahí estaban Deka, Yaiza, Vallolet, Angélica y Nicole, juntas como quería.
Yaiza al verme corrió hacia mí y me enredó con sus brazos.
— Pensamos que ya no te íbamos a ver.
Le sonreí. Me agradaba que pensaran en mí.
Después se acercaron Deka y Vallolet a hacer lo mismo. Angélica y Nicole me dieron un abrazo pequeño, sólo para recibirme.
Saqué de mi bolsillo los chocolates que Adam me había dado. Rápido vi las sonrisas de las niñas. Los tomaron, agradecieron y se retiraron corriendo a una litera, se veían tan bien juntas.
Las iba a seguir sólo que la mano de Angélica me detuvo.
— ¿Quién te los dio? — preguntó.
— Me los dio Adam ¿tiene algo de malo? — dije preocupada.
— Espero que no, ten cuidado, recuerda... siempre recuerda que es uno de los cinco.
Por un momento pensé que estaba enojada pero no, estaba asustada, no parecía que habían llegado al mismo tiempo que nosotras, al parecer ya estaba allí antes.
Después pensaría en eso, sólo quería ir con las niñas a comer.
Pero, tenía muchas cosas todavía en que pensar, cosas por saber, saber por qué Adam no me hizo daño. Tenía que hacerme varias incógnitas.

ESTÁS LEYENDO
Inteligencia y Fuerza
Science FictionNo ames. Siempre ama. ¿A qué voz obedecer? ¿Estará mal querer o amar? ¿Por qué pienso esto? Puede que algunas veces te hagas alguna de estas preguntas, yo lo hago todos los días desde que tengo memoria de ser yo... Zenobia. Obra corregida por @...