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James me miraba juzgoso esperando una respuesta.

-¿Te quedarás ahí viéndome? ¿O me dirás que haces en mi habitación? -Cerró la puerta detrás de él y yo retrocedí pero choqué contra la puerta que iba a abrir antes de que él llegara.

-Yo... me equivoqué, iba muy distraída. -Dije nerviosa.

-¿Ah si? ¿Estás nerviosa? -Frunció una ceja y rió-. Sé que me amas pero husmear en mi habitación ya es demasiado ¿no crees?

Rodé los ojos y él rió.

No sabía tenía un ego tan grande.

-Oye, fue un error -dije acercándome a él con más confianza.

-¿Puedes demostrarlo? -Esta vez él se acercó y mucho.

-No, pero... -su rostro estaba a milímetros del mío, podía oler su aliento. Mi vista bajó a sus labios y una sonrisa se curvó en ellos provocando un hormigueo en mi estómago- me tengo que ir.

Lo aparté de inmediato y salí tan pronto como pude, pensé que me detendría pero no lo hizo.

Nerviosa caminé hacia la habitación de Nate, no sé por qué, pero por un segundo me imaginé a mi besando a James y con tan sólo pensarlo parecía aterrador pero al mismo tiempo agradable.

Entré en la habitación de Nate y lo encontré sentado en el sofá con un celular en la mano. No era el mío pero las ganas de saber qué había hecho con él me inundaban.

Me senté enfrente de él pero no me dirigió la mirada. Su vista estaba en aquel celular.

Sus labios estaban en una línea recta, de pronto se los remojó con la lengua aún sin levantar la cabeza del artefacto.

Aparté la mirada y traté de concentrarme en otra cosa. Así que me puse de pié y observé con detenimiento cada auto de la colección que se encontraba en un mueble blanco.

-No toques eso -escuché la voz de Nate tan cerca que hizo que me sobresaltara. Iba a tomar uno de los pequeños autos negros.

-No lo iba hacer -dije sin darme la vuelta, sabía que si lo hacía, me encontraría con un Nate serio e inexpresivo.

Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal cuando sentí su aroma, tan cerca que podría jurar que si me daba la vuelta, lo besaría.

Me di la vuelta lentamente y mis suposiciones fueron ciertas, no lo besé, pero estuve muy cerca de hacerlo.

Nate me miraba atentamente a escasos centímetros, sentí su aliento con olor a menta rosar mis labios, su verde mirada como un océano lleno de emociones recorría cada rasgo de mi rostro. Me miró a los ojos por unos segundos y después su mirada bajó hasta mis labios.

Mis manos empezaron a sudar, el poco oxígeno que había entre los dos se estaba acabando, o era yo la que no controlaba la respiración.

Él se acercó lentamente y sonrió, nuestras narices hicieron contacto y se quedó así unos segundos.

Después los que hicieron contacto fueron nuestros labios. No sé cómo mi cuerpo pudo quedarse congelado en ese momento. Debería de estar aterrorizada de que alguien como él estuviera besándome, sin saber qué intenciones tenía después de eso.

No sabía que hacer, estaba paralizada y por un momento sentí miedo de oponerme y de que me lastimara si lo hacía. Así que le seguí el beso.

Sus labios eran suaves, los movía lentamente y su lengua exploraba mi boca lentamente como si estuviera buscando algo.

Pasé mis manos por su cuello y lo atraje más a mi, él me tomó de la cintura y soltó un gemido que apenas yo pude escuchar.

De pronto su beso se volvió más rápido, más desesperado y me apretó contra su cuerpo.

Mansión De Narcos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora