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-¿Qué hace él aquí? -Preguntó James a Nate.

-No tengo ni la menor idea -dijo sin verlo.

Miré con el ceño fruncido hacia la mansión, habían tres carros negros fuera de ella.

-¿Qué pasa? -Pregunté viéndolos. Se miraron entre ellos y luego me miraron a mi.

-Es Sánchez. -Dijo Nate apartando la mirada.

Sánchez.

No lo recordaba muy bien, había olvidado su rostro por completo.

Nate había empezado a conducir otra vez. Las manos me empezaron a sudar, mis piernas temblaban y me movía inquietamente. Lo iba a ver.

Iba a ver a Sánchez.

Otra vez.

Ya habíamos llegado, estaba dudando en salir del auto. No quería ver a Sánchez, no sabía quién era exactamente ese tipo y tampoco quería saberlo. Si James y Nate se ponían nerviosos al saber que estaba en la mansión, seguramente debía ser porque el tipo era un hombre importante, alguien a quien temer y respetar.

Nate y James bajaron del auto, James se dirigió a abrir la puerta trasera para mi. Bajé y salí del auto aún con las piernas temblando. Caminamos hacia la mansión y mientras subíamos las escaleras, Tricia abrió la gran puerta blanca.

Nos sonrió de lado y se hizo a un lado para dejarnos entrar. Ella nos dirigió hacia una sala enorme que no sabía que estaba allí. Había una gran mesa de billar y unos hombres jugando en ella.

Habían unos sillones y allí estaban Derek y tres hombres más. Derek se puso de pié cuando nos vió y los otros tres hombres también. Había uno que me daba la espalda, cuando se puso de pié, se giró y conectó sus ojos con los míos.

Y allí estaba...

Sánchez.

Lo sabía, sabía que era él. Aún con la imagen borrosa de su rostro, no podía olvidar sus ojos.

Me sentí incómoda ante su mirada, dejé de verlo y miré a Nate, tenía la mandíbula tensa. James sólo sonreía y alzaba una ceja.

-Al fin llegaron. -Dijo Derek volviendo a tomar asiento.

Nosotros tres nos fuimos a sentar en uno de los sofás grandes.

-Aquí está -le dijo Dereck a Sánchez. Sánchez volvió a verme a los ojos y después recorrió mi cuerpo con su mirada, lo que hizo que me tensara.

-Pero mira quién ya creció -dijo con una sonrisa de oreja a oreja- la hija de John Peters.

Al decir el nombre de mi padre sentí un fuego recorrer todo mi cuerpo. Nate de removió incómodo y eso hizo que Sánchez también le hablara.

-Y mírate tú. Eres todo un hombre, ya no eres aquel niño que lloraba todas las noches por su familia. -Dijo viendo a Nate.

Su sonrisa demostraba hipocresía.

Nate estaba rígido y se notaba incómodo.

Nos quedamos unos segundos en silencio, la verdad no sabía que decir, me sentía pequeña ante los ojos azules de Sánchez. Su sonrisa siniestra me daba miedo.

-Bueno... -habló Derek rompiendo el silencio- estamos aquí para hablar sobre lo que haremos. Sánchez se quedará aquí por unas semanas o más, para terminar la mercancía y para que Moriah se instale perfectamente con nosotros.

-¿Y cuando irémos a España? -Preguntó James.

-Cuando terminemos ésto. -Le respondió su padre. James asintió entrecerrando los ojos-. También necesitaremos a las chicas. Desde aquí en adelante, no seguiremos planeando secuestros.

Mansión De Narcos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora