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Las manos me temblaban, caía lluvia, mucha lluvia.

La mandíbula de Sánchez estaba tensa, había bajado el arma pero aún sostenían a Nate de pié ante él.

Sánchez se giró sobre sus talones para encarar a la persona que tenía enfrente, seguido de eso, soltó una risa burlona.

Dirigí la mirada hacia Chlöe, estaba sollozando y un hombre la sujetaba del brazo. Lo vi detalladamente y lo recordé. Era el hombre que había visto en el callejón la tarde de mi secuestro, la víctima de mi golpe con el libro de matemáticas.

Al otro lado de Chlöe estaba Derek.

Quien sujetaba un arma y señalaba a Sánchez.

Los dos seguían viéndose en silencio. La lluvia caía a cántaros y tenía frío.

El hombre que sujetaba a Chlöe la soltó y la empujó logrando que cayera en el suelo. Ella levantó la vista y miró a Sánchez pero no dijo nada.

—Nunca debí dejar que pusieras un pié en la mansión después de la muerte de Jonh. —Dijo Derek.

—Pero eres muy idiota —dijo Sánchez irónicamente—. ¿Ahora qué? ¿Vas a matarme?

—Quiero darle el honor a Moriah —abrí los ojos exageradamente.

Ahora la vista de todos estaban sobre mi, miré a Nathan y había preocupación en su rostro. No entendía lo que quería hacer Derek, él sólo traía a un hombre con él, aquí habían aproximadamente unos quince.

Sentí acidez en mi estómago. Miré a las personas a mi lado, el chico que conducía el Jeep miraba todo con la cara transfigurada, la chica estaba llorando y se le escapaban algunos sollozos. Rebeca me miraba esperando a que hiciera algo, aunque en ella también se notaba la preocupación.

Sentí una oleada de miedo.

Aún tenía las imágenes de aquel hombre al que maté cuando me pusieron a prueba, aquel al que le dije que le daría tiempo de pagar la mercancía que faltaba, pero que al darme la espalda, introducí una bala en su cráneo.

Derek se acercó a Sánchez, los hombres que venían con Sánchez se pusieron en guardia, los que estaban detrás de nostros se acercaron un poco a los demás.

Devolví la mirada a Nate. Estaba de pié a unos pocos centímetros de los dos narcotraficantes más poderosos que hasta el momento conocía. Esas dos personas que querían encargarse de destruir el mundo que nos rodeaba.

En un abrir y cerrar de ojos, Derek impactó el rostro de Sánchez con su puño, unos hombres sostuvieron a Derek de los brazos.

Chlöe se puso de pié rápidamente, James hizo lo mismo y se dirigió hacia nosotras. Me tendió la mano y la tomé, seguido de eso me impulsó y me puse de pié. Rebeca también hizo lo mismo.

Empecé a retroceder lentamente. James se dirigió hacia Nate con un paso no muy apresurado.

Sánchez le dió unos cuantos golpes a Derek y después se giró hacia Nate y se acercó bruscamente para luego golpearlo a él también.

James se detuvo.

Nathan cayó al suelo y traté de ir hacia él pero Rebeca me tomó del brazo.

—Ustedes no entienden, que quien se mete conmigo, no llega lejos ¿no? —Dijo Sánchez furioso— todos ustedes morirán. No quisieron ponserse de mi lado, pues tendrán que atenerse a las consecuencias.

Tomó su arma del suelo, la cuál había caído cuando Derek lo golpeó y caminó hacia Nathan.

Pero algo pasó.

Se detuvo en seco.

Mi corazón se detuvo por unos segundos.

Otra vez sólo se escuchaba el impacto de la lluvia en lo que nos rodeaba.

—La policía —susurró la chica rubia que venía en el Jeep.

La miré fijamente y ella me devolvió la mirada junto con una sonrisa.

La policía.

Repetí sus palabras en mi mente.

—¿Pero cómo... —dije confundida.

-Los llamamos antes de que nos sacaran del auto, dejamos la llamada en línea mientras pasaba todo —añadió el chico en un susurro.

Sonreí ampliamente y miré a Rebeca quien sonreía de la misma forma que yo.

—Esto no quedará así —dijo Sánchez. Su voz estaba ronca y clara.

Mi vista se posó en él y en cómo señalaba a Nathan nuevamente con el arma.

Entonces recordé, Receca tenía el arma que Nathan me había dado antes de salir de la mansión.

—¿Tienes el arma? —le pregunté en un susurro a Rebeca.

Ella tardó unos segundos en entender. Pero lo hizo y sacó el arma por debajo de su blusa.

Me la tendió cuidadosamente y la sostuve a mis espaldas.

Me aseguré de que nadie nos viera, y no lo hicieron, a excepción de la chica rubia y el que suponía que era su novio.

—Fuiste quien más me estorbó, con tus caprichos y tus malditas mentiras sobre ponerte de mi lado —le dijo Sánchez a Nate.

—Fué un placer —dijo Nate riendo.

Sangre salía de su labio debido al golpe que le había dado Sánchez.

—Para mi será un placer mandarte a dónde perteneces.

—Los dos pertenecemos al mismo lugar -Nate amplió su sonrisa.

Las sirenas de los autos de los policías se escuchaban más cerca.

Sánchez se preparó para jalar el gatillo y Nate retrocedió lentamente.

De un pronto a otro Derek se soltó del agarre de los hombres que lo sostenían y los golpeó. Sánchez no se molestó en darse la vuelta, sólo le sonrió a Nate y yo involuntariamente levanté el arma y señalé a Sánchez.

Tenía la respiración entrecortada. Ver a Nate delante de un psicópata que lo señalaba a la cabeza con un arma hacía que mi mundo se llenara de adrenalina.

La policía se escuchaba aún más cerca, las luces podían verse a lo lejos.

Y sucedió.

Sánchez jaló el gatillo.

Y yo también lo hice.


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