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Y más unidades de policías llegaron, incluso la Policía Federal Australiana, con hombres sumamente equipados.

Habían ambulancias y algunos autos donde venían investigadores y criminologos forenses.

Recogían los cuerpos que habían sido abandonados por sus almas, esposaron a los narcotraficantes aliados a Sánchez y otros se fueron a rastrear la mansión en helicópteros.

Me tenían en una de las ambulancias, revisando cada parte de mi cuerpo. Visualicé cuando esposaron a Derek y lo metían en la patrulla. Sus ojos se pegaron en los míos por unos largos segundos.

Después vi a James, quien tenía una gran manta blanca sobre su cuerpo, algunos forenses tomaban fotos, al igual que con Sánchez quien yacía tirado en el suelo sin manta blanca.

Chlöe ya había sido retirada del campo.

Nate, Rebeca, la rubia de nombre Teressa y su prometido Alex, estaban en otras ambulancias siendo revisados e interrogados.

No pude evitar pensar en Alex cuando ese chico dijo su nombre.

No pude evitar pensar en Chris, en mi madre.

En que volvería con ellos nuevamente.

Tenía miedo.

Miedo de perder a Nate, miedo de que mi madre ya hubiera muerto y miedo de que Chris no fuera el mismo.

Tenía miedo de que todo hubiera cambiado y me costara acostumbrarme a todo.

Vi como terminaban de vendar a Nate, lo tenían esposado. Lo llevaron hacia una patrulla sin ninguna dificultad u oposición por parte de él.

Una chica con el uniforme de policía se acercó a mi, me indicó que me llevarían a la estación de policías junto a mis amigos.

Asentí, suspiré y me preparé psicológicamente.

Aquí vamos.

Pensé.

***

Los teléfonos sonaban por todos lados, policías pasaban y nos miraban estupefactos.

Rebeca y yo estábamos sentadas en la sala de espera, Teressa y Alex se habían ido, estaban bien por lo visto y les agradecemos todo, aunque no habían palabras suficientes para agradecerles el haber salvado nuestras vidas.

Nate estaba en una esquina esposado junto a dos oficiales.

Y si. Derek declaró antes de que se lo llevaran, Nate admitió todo y ahora estaban esperando a que el director de la Policía Federal Australiana llegara.

Mi vista estaba pegada en él, sentía un dolor enorme en mi pecho al saber que no lo vería dentro de un tiempo indefinido.

Rebeca tomó mi mano desconcertandome, la miré y ella sonrió.

—Todo está bien ahora —susurró.

—No quiero perderlo —dije con la voz un poco quebrada.

—No lo harás, Mora. —Me tomó entre sus brazos y me presionó a más no poder.

Cerré los ojos y algunas lágrimas salieron.

Nos separamos debido a que alguien habló.

—¿Rebeca Fletcher? —dijo un hombre uniformado.

Su vista se posó en nosotras y Rebeca se puso de pié. Seguido de eso el oficial salió y Rebeca seguía de pié con la frente fruncida.

Su expresión se relajó segundos después. Tapó su boca y empezó a llorar desconsoladamente.

Mansión De Narcos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora