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Siempre había pensado en que sería la típica niña buena que sacaba buenas notas, esa que obedecía a sus mayores y esa que siempre seguiría las reglas.

Pero no.

Aquí estaba, tratando de robarle información a Sánchez en su propio espacio personal.

Buscando entre cajones mientras Rebeca lo distraía en la sala de Billar, encontré papeles con información de propiedades.

Al parecer a los narcotraficantes les gustaba tachar las cosas, ya que habían algunas propiedades tachadas. Estaban ordenadas por precio. Visualicé bien la hoja y noté que la más barata era una casa de playa, y la más cara era... ¿ésta?

Las últimas tres propiedades eran mansiones, pero ésta era la más cara. Habían dos propiedades más con el nombre de mi padre, el precio era intermedio, ya que no se veía muy cuidada, ¿cómo lo sé? Bueno, cada información de la propiedad tenía una foto de ésta a la par.

Tomé los papales y acomodé los demás, ya que había sido lo más interesante que había encontrado. Ahora sólo tenía que entrar en la habitación de Max.

Salí rápidamente sin que nadie me viera y después fuí a mi habitación, guardé bien los papeles en la pequeña oficina que tenía mi padre y fuí en busca de Rebeca. Cuando bajé a la sala se Billar, miré confundida el lugar, estaban todos allí: Sánchez, Dereck, James, Tricia, Max, Rebeca y Chlöe.

-Te estábamos esperando -dijo Sánchez con una sonrisa enorme pero malvada.

—¿Ah si? —dije con ingenuo.

—Hay un evento en el centro de Brisbane. Nos han invitado. —Extendió sus brazos y nos miró a todos con una sonrisa.

—¿De qué es el evento? —Preguntó Dereck interesado.

—Verás, el dueño del local en el que se realizará todo, es mi hijo y comprador al mismo tiempo. La vende a los de su barrio y hará un tipo de celebración por el nuevo casino que abrirá.

¿Sánchez tenía hijos?

—Suena interesante —dijo James.

—Es sólo una celebración en la que habrán apuestas y demás —dijo Max con simpleza.

—En mi opinión, sería de mala educación faltar. —Dijo James.

—¿Qué saben ustedes de educación? —Añadí.

Todos dirigieron sus miradas hacia mi y me observaron en silencio esperando para que prosiguiera, pero Sánchez lo hizo por mi.

—¿Te apetece asistir? —me preguntó Sánchez parándose enfrente de mi.

Miré a los demás, quienes tenían su vista pegada en nosotros.

Algo aquí no estaba bien.

¿Cómo pretendía Sánchez dejar la mansión sin alguien vigilandola?

Lo miré dudosamente y asentí no muy convencida. Él juntó sus manos y miró a los demás.

—Perfecto, iremos, la mansión quedará con seguridad automática y estará vigilada por mis hombres, ya que los de aquí casi no tienen tiempo para cosas como estas me imagino. —Dijo.

Entonces pretendía dejar a sus hombres aquí. Era una buena jugada.

Pero la mía era mejor.

No iba a ir. No dejaría a esos inusos aquí. Además, era la oportunidad perfecta para buscar más información sobre los planes de Sánchez.

Tenía que ir a mostrarle los papeles a Nate, y lo haría después de que Sánchez dejara de hablar.

Diez minutos después terminó de decirnos a qué hora era la inauguración del local de su hijo. Salí de la mansión con Rebeca junto a mi, nos aseguramos de que nadie nos viera y entramos a las celdas. Nathan corrió a nosotras cuando nos vió entrar, me acerqué a él y tomé su mano mientras él besaba mis nudillos.

Mansión De Narcos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora