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Muchas cosas se me habían olvidado, las había dejado flotando en el aire. Pero era hora de pensar en todas ellas.

Ya no tenía a Nathan, pero tenía a Rebeca y a Chlöe.

Y Shira... Bueno digamos que ella me odiaba por lo que había hecho con Diego.

Mi mente era otra mansión enorme rodeada de preguntas con respuestas inexistentes aún. Eran tantas cosas las que habían en ella que no sabía como acomodarlas.

Necesitaba organizar mi mente, buscar y ordenar todas las piezas del rompecabezas.

Mi madre, mi hermano.

Mi padre, Dereck y James.

Sánchez, Max.

Nathan y Rebeca.

Shira y Chlöe.

Todo era tan confuso.

Tenía que hacer las cosas yo sola, tenía que planear y luego entrar en acción.

En la mansión todo seguía igual. Nadie venía. Sólo salían para llevar la droga y sacaban a algunas chicas para que ellas también vendieran o para que entregaran pedidos.

Definitivamente estas personas se tomaban esto del narcotráfico como si fuese el negocio más común del mundo. Y en algunos lugares parece que lo es.

Sánchez me mencionó que me llevarían a Hobart para hacer mi primer negocio con uno de los compradores más nuevos.

Caroll.

Al parecer él y sus dos hijos se encargaban de vender drogas en su comunidad, por decirlo así. Y su vendedor anterior se había opuesto a venderle más drogas.

Todavía trataba de prepararme mentalmente para ese momento, ya que sería al día siguiente después del almuerzo.

Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido con Nate y no había vuelto a verlo, al igual que a las chicas.

Últimamente me había sentido sola y desanimada, pero al recordar a mi madre y a Chris, las ganas de huir de aquí y generar algún plan de escapatoria ,volvían. Le había preguntado a Derek sobre ellos, pero me dijo que nada había cambiado. Ellos seguían buscándome por cielo y tierra. Derek les había estado enviando un poco de dinero, pero claramente ellos llamaron a la policía la primera vez que recibieron el dinero, ya que recibir dinero de la nada no era muy común.

También me dijo que les harían pensar que yo había muerto, se me hizo un nudo en el estómago al escucharlo. Derek dijo que el que ellos me estuvieran buscando era algo malo, porque cada vez se extendían más por el país.

Cerré el libro que estaba leyendo y miré a mi alrededor, a los hombres que estaban allí riendo y fumando, despreocupados de todo lo que ocurría a su alrededor. Días atrás volví a entrar al mini estudio de mi habitación. Los documentos de identidad de todas esas personas todavía me tenían con la intriga, según leí en otros papeles, las personas con una equis en sus fotos, eran las que habían pagado sus deudas puntualmente, mientras que los que no la tenían, eran las que tenían que pagar, pero no hablo de pagar la deuda con dinero, sino, con sus vidas.

Me puse de pié dispuesta a entrar en la mansión, ya que estaba sentada en los escalones de afuera. Antes de abrir la puerta, alguien lo hizo por mi al exterior. Me sobresalté pero luego sentí alivio al ver quien era.

Rebeca.

Sonreí ampliamente y sin pensarlo la abracé. Miré detrás de ella y visualicé a Chlöe. Me separé de Rebeca y corrí a darle un abrazo a ella también. Me sentí tan feliz de tenerlas cerca, me sentí un tanto segura.

Mansión De Narcos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora