Capítulo Ocho

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El pequeño, ahora de doce años, sacó las llaves de su casa y abrió con cierto temor. Al no ver a nadie se adentró en silencio:

- ¿Mamá? –la llamó.

Pero nadie respondió. Tragó de forma pesada y recorrió la estancia con sus ojos:

- ¿Mamá? –volvió a intentarlo.

- Cariño, estoy aquí –le respondió una voz muy débil.

Jimin se dirigió a la cocina al oírla. Su madre estaba haciendo el almuerzo de espaldas a él:

- Mamá –murmuró.

- ¿Cómo te fue en clase, hijo? –cuestionó sin mirarlo.

- Bien –respondió simple.

- Ve a cambiarte que pronto estará la comida.

El menor iba a hacerle caso, pero cuando vio la mano de su madre temblar mientras cocinaba junto a los pequeños espasmo de su cuerpo frunció el ceño:

- ¿Estás bien? –se acercó.

- Sí, no te preocupes. Solo v...

- Mamá –la interrumpió atónito cuando vio el rostro demacrado de su madre.

- Hijo, estoy bien –sonrió-. Ahora iré a curarme, pero tengo que terminar el almuerzo primero.

- Es más importante que cures tus heridas, no la comida –dijo molesto por la situación.

- Sabes que no puedo hacer eso, tengo que dejarla lista para cuando tu pad...

- No, no lo digas, porque no es mi padre –respondió furioso.

- Por favor, cariño –suspiró derrotada a punto de sucumbir ante las lágrimas-. Ve arriba.

Jimin se mordió el labio conteniendo su reciente mal humor y salió de allí, pero antes de que pudiera pisar un escalón, la puerta de la entrada se abrió, dejando ver a su querido progenitor:

- ¿A dónde vas? –preguntó nada más verlo con su voz autoritaria.

Jimin apretó la mandíbula y siguió escaleras arriba. Había sido muy imprudente al hacer eso y, tal y como era de esperar, su padre lo agarró fuertemente del brazo y lo tiró contra el suelo:

- Te he hecho una pregunta mocoso –dijo despectivo.

- No te interesa –se intentó levantar. Ya estaba acostumbrado a su trato.

- ¿Qué dijiste? –frunció el ceño.

- ¡No tienes derecho a pegarle a mi madre! ¡Ninguno! ¡Eres una basura! ¡Lárgate!

La rabia contenida durante los pasados tres años le había provocado numerosas lesiones, pero él no iba a callarse, le gritaría todo lo que pasaba por su cabeza aunque eso significara otra paliza. De todas formas, siempre le acaba pegando, así que por lo menos de esa forma podía desahogarse.

Cerró los ojos cuando vio el primer puñetazo impactar contra él. Su tormento había empezado un día más, otro igual, como siempre:

- ¡No le pegues! ¡Déjalo! –gritó su madre al ver a su hijo en el suelo sangrando.

Le había abierto algunas heridas que ya casi no se notaban, así como otras nuevas que mañana aparecerían:

- ¡No te metas! –la empujó contra la silla de la mesa que había en el salón.

Love Beat [JiKookV] {Corrigiendo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora