Capítulo Doce

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El escuálido niño observaba cómo los charcos eran vaciados por las ruedas de los coches, a veces, incluso salpicándolo y mojándolo más de lo que ya estaba. Se encogió todo lo que pudo en el sitio por el frío que sentía y arrugó su camiseta entre sus pequeñas manos.

Sus lágrimas no eran visibles, pero él sabía cuántas horas había estado derramándolas, porque dolían. No obstante, había sido su culpa, sus padres le habían dicho que era su culpa, pero no había podido aguantar:

- Cariño –se asustó la mujer-. ¿Qué ha pasado? ¿Qué haces aquí fuera? –le cuestionó tras cobijarlo bajo su paraguas

La lluvia era torrencial y no tenía intención de compadecerse de los ciudadanos y, menos, de aquel pequeño ser que temblaba:

- Me han castigado –murmuró bajando la cabeza.

- ¿Cómo que te han castigado? ¿Cuánto tiempo llevas aquí fuera? –frunció el ceño, porque no era la primera vez que lo castigaban.

- Desde hace dos días –se abrazó más, estaba helado.

- Jungkook, cariño, ven conmigo –le tendió la mano que tenía libre.

- No... -susurró-. Tengo que cumplir mi castigo.

- Esto no es un castigo, esto es algo despreciable.

- Si me voy, mis padres se enfadaran y me castigarán de nuevo.

- Jungkook... -la mujer suspiró, no quería decirle al niño que probablemente sus padres ni se acordaban que tenían un hijo-. Anda, ven conmigo, si aparecen yo hablaré con ellos.

- No hace falta, estoy bien –negó.

- ¿Tienes hambre?

- No... -miró hacia otro lado.

- Cariño, mírame –se agachó a su altura-. ¿Tienes hambre? –le preguntó de nuevo con bondad.

El pequeño la miró y vio en sus ojos lo que deseaba ver en alguno de sus padres y, por ello, no pudo evitar sollozar:

- S-í... -afirmó llevándose sus manitas al rostro, intentando borrar las nuevas lágrimas que surcaban su cara.

- Vamos, ven conmigo –le animó.

El pequeño asintió y se levantó, no sin antes echar un último vistazo a su casa. Siguió a la señora y al entrar en su hogar le indicó al menor que se bañara primero. Le ofreció ropa limpia de su hijo mayor, el cual ya no vivía con ella, y después lo condujo a la cocina:

- ¿Qué te apetece comer? –cuestionó con una sonrisa.

- Cualquier cosa –se encogió de hombros.

- ¿Hay algo que no te guste?

- No –dijo luego de pensarlo unos segundos.





Esa no había sido la primera vez que alimentaba al pequeño, tampoco la primera vez que lo veía desmoronarse, ni la primera vez que lo veía fuera de su casa como si se tratase de un despojo, ni la primera vez que recordaba su llanto a altas horas de la noche, ni los gritos de sus padres, ni sus ojeras decorando el delicado rostro del niño, ni la desnutrición que seguramente sufría, pero sí había sido la primera vez que él se había atrevido a contarle algo de lo que hacían sus padres.

Love Beat [JiKookV] {Corrigiendo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora