23- VASO CAOBA

123 31 17
                                    

No me dio tiempo de gritar, ni de estar procesando lo que estaba aconteciendo en ese preciso instante. Lo único que hacía era dejarme llevar por la mano de Fitz que se aferraba a mi muñeca.

Las pisadas, disparos y gritos de aquellos hombres los sentía atrás de mi espalda mientras mi corazón no dejaba de tamborear; mientras mis oídos perdían la capacidad de escuchar por el constante martillero en mi cabeza.

En un rápido y preciso instante Fitz me interceptó por una oscura callejuela donde había un recoveco con el suficiente espacio para los dos. Me empujó contra la pared dejándome soltar aire y al mismo tiempo respirar nuevamente.

Sus ojos que eran de color normalmente azules cristalinos esta vez eran unos posos azules buscando mi rostro y tocando mis antebrazos buscando algún daño.

-Escúchame bien gotita- me tomó por el rostro forzándome a ver sus ojos- Tienes que irte. Blas te está esperando a cuatro cuadras de aquí ¿comprendes?

Las voces de los nuestros perseguidores se escuchaban más cerca y sus pisadas me dejaban sin aire.

-¿Y qué pasa contigo?- solté sorprendida que la voz me saliera

Fitz se mordió el labio, sacando de mi chaqueta el arma que había estado cargando. Quitó el pestillo de está dejándome suponer que se trataba del seguro, entonces me la tendió agarrado débilmente mis manos sobre las suyas y presionando la pistola sobre mi palma.

-Úsala si es necesario.

Fruncí el ceño.

-¿Y qué pasa contigo?- volví a preguntar

-Los alcanzaré, de acuerdo. Pero primero tengo que detenerlos.

El mundo se me vino encima.

¿Acaso bromeaba?

-¿De qué hablas?- de mis labios salió un hilo de voz- No voy a dejarte.

Fitz me miró por unos segundos antes de escuchar la voz prominente de una voz masculina; llamaba por el nombre de Fitz.

-Vete. Me espetó

Negué. Tal vez estaba siendo hago estúpido, pero no iba a poder seguir viviendo sabiendo que dejé a Fitz atrás. Así que no lo dejaría.

Me paré firmemente y sin pensarlo mucho, acerqué mi mano tomando la suya con determinación. Fitz peló los ojos, pero no hubo tiempo de decirme nada.

Volvimos como al principio; yo corriendo, sintiendo el bombeo en mi pecho y la falta de aire y Fitz jalándome a algún lugar lejos de aquellos hombres. Nunca pensé que esto se convertiría en una carrera maratónica.

Fitz nunca soltó mi mano, mientras me guiaba a la vista de las calles con gente transitando, mientras yo pisaba sus talones y trataba de esconder bien el arma que mantenía aferrada a mi otra mano por si algo ocurría.

Al pasar, la gente nos miraba extrañadas. Me sentía como aquellas películas de persecución cuando la persona corría entre la gente. Supongo que esta vez era mucho más real a lo que pintaba la tele.

De repente, Fitz me empujó hacia una esquina volviéndome a esconder. Me aferré a él mientras sacaba su celular y marcaba con destreza. A los segundos deduje que se trataba de Blas.

-Cambio de planes- le dijo mientras me tiraba una mirada y se aferraba más a mi mano- Lleva el auto al parque Mckay y regresa dos cuadras atrás. Pon en marcha el plan b.

Colgó guardándose nuevamente su celular, mirándome un momento antes de sacar su cabeza hacia la calle para averiguar si no había muros en la costa.

Lo Que Esperan [LQE #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora