25 - VASO PARDO

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La pajilla salió volando impactando en mi rostro. Aturdida, abaniqué mis pestañas en signo de sorpresa.

Al alzar la vista, la mirada de cautelosa que me tiró Jenna fue un recordatorio más de lo que me había estado sucediendo esa semana. Caminaba en trance, comía en trance y si, hablaba en trance.

Mis ojos siempre estaban viendo al vacío, mientras en mis oídos no dejaba de escuchar aquellos susurros que me mantenían despierta por las noches. Eran de culpa, de impotencia.

Sabía que algo estaba mal conmigo, y la verdad es que no entendía el porqué. Tal vez por el hecho de que hace un mes atrás había estado confabulando con mafiosos y que hasta me había besado con uno.

La piel se me puso de gallina nada más con recordarlo.

-¿Maggs?

La voz de Jenna me sacó de mi transe. De repente, todo se volvió audible. Las platos chocando, el ruido de las personas hablando y la leve música que servía como fondo de sobre mesa.

El segundo en llamarme fue Kaspar.

-¿Quieres?- Me preguntó mientras me extendió un vaso de Coca Cola.

Acababa de ir a la barra con Ander y Sergi, así que cuando se desplomó en el asiento a lado de Stella, me tiró una leve sonrisa.

Unos días después de mi ataque en los pasillos de la Ligthouse Kaspar se acercó a mí pidiéndome perdón. Pero solo eso, como era de esperar no me dio ninguna explicación. No quería seguir peleada con él, me encontraba demasiado frustrada con lo de las entregas y lo sucedido con Fitz, que simplemente lo perdoné y lo dejé ser.

Ahora ya nos hablábamos como siempre lo hicimos, aunque sabía que algo había cambiado, no era lo mismo, había una fina barra invisible que nos mantenía separados. También era obvio que él sabía que me gustaba, o que me había gustado.

Eso ya lo había descubierto una semana atrás, cuando después de clase me agarró la muñeca de manera amistosa y yo ya no había reaccionado con aquella emoción excitante, ni cuando se sentó a la hora del almuerzo a lado mío, recargando su hombro contra el mío.

Sabía que todo eso se debía a la creciente emoción que había desarrollado por Fitz. Aquel beso era algo que aún no me podía quitar de mi memoria. Aun así, sabía que Fitz era más imposible que Kaspar.

Resignada, traté de sacarlo de mi cabeza. El primer día de clases después de la última entrega, entré al instituto con un montón de dudas, emociones e inseguridades.

¿Se supone que ya nunca les hablaría?

¿Ni siquiera podía sonreírles al pasar?

Ese mismo día, después de educación física, me topé con Blas. Al principio no sabía qué hacer y él tampoco, a los segundos me tiró una leve sonrisa y se alejó disparado.

Esa fue la última vez que me sonrió. Algunas veces nuestras miradas se cruzaban, pero rápidamente las alejábamos.

¿Y con Fitz?

Bueno, si era difícil con Blas, con Fitz era el triple. Él literalmente hacia como si no existiera. Como si fuera un fantasma y aunque quería ocultarlo, me dolía.

Fitz y Blas habían decidido olvidarme y por mi bien, también lo había decidido.

Apretando los labios, le negué el vaso de Coca Cola mientras miraba mi orden de papas.

Jenna seguía mirándome, con una ceja alzada, sabía que tenía que decir algo. Abriendo la boca y tomando aire le solté una sonrisa nada convincente.

Lo Que Esperan [LQE #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora