Habíamos estado hablando de girasoles todo el día, no me dio más la necesidad que verlo sonreír. Así que le pedí al Señor Rusia que me acompañe a una tienda donde vendían algunos girasoles artificiales. Era lo menos que podía hacer para conseguir su sonrisa de esa persona que me cuidaba como a su hijo, siempre cuidándome como un tesoro.En el camino a casa, me sonrío, y me dio las gracias, pero aun así, lo vi algo triste, me anime a preguntarle porque la curiosidad me llamaba. “Rusia-san, ¿No quiere que le plante girasoles en el jardín? Yo puedo hacerlo si quiere.” Sugerí mientras caminábamos.
Él se detuvo, me miro sonriendo y paso su mano enguantada por mi cabello, tratándome como un niño quizá.
“No es necesario Liet.” Me dijo con cariño. “Luego se marchitaran, ya lo he intentado. Pero igual, gracias por intentar ayudar.” Me respondió con una sonrisa vacía, lo sentí triste, yo lo quería ayudar a pesar de todo, así que utilice mi lógica.
“Pero piense que luego de que se marchite habrá un pimpollo que brotara de nuevo, y así crecerá de nuevo.” Le respondí bajando mí mirada, su primera reacción fue sorpresa, pero luego me sonrío tiernamente.
“Tienes razón Liet, renacerá el girasol que ha muerto.” Me comento para luego abrazarme de una manera cariñosa, no hice más que corresponderle rodeándole su cuello con mis brazos, mientras un leve sonrojo se ubicaba en mis mejillas, aun no me acostumbraba a ese tipo de tratos con él.
Se separo lentamente sonriéndome, luego miro hacia el frente para que sigamos caminando, hacia frío. Quise sacar un tema de que charlar, y se me ocurrió comentarle que el día anterior, al ir al supermercado había encontrado a alguien muy similar a él y que me había caído muy bien. El solo puso mirada seria, no se porque, pero no me hablo luego que le hable sobre este Señor. Mi curiosidad atacaba de nuevo, así que me anime a preguntar.
“¿Le ocurre algo Rusia-san?” Le pregunte mientras miraba el camino. Observe que mientras caminábamos, subíamos a un puente, rodeado de árboles con escarchas debido a la nieve y el frío, también podría decir que todo se veía oscuro y hermoso, pero no importa mucho, ya que aquí, no era un buen clima para las plantas.
“No, no me ocurre nada. Puedes ir a preguntarle al otro ‘Rusia-san’ si se encuentra bien.” Me respondió con una mirada seria y a la vez enfadada. Sonaba celoso, lo que me dio gracia, así que cubrí mi rostro con mi mano derecha, para no largar alguna carcajada.
“¿Qué es lo que te da gracia Liet?” me pregunto con algo de enfado en su tono de voz, me detuve en el medio del puente porque no aguantaba la risa, lo mire y sonreí graciosamente.
“Rusia-san, para mi usted será mi único Rusia-san.” Le respondí riendo un poco. El sonrío, pero de un momento a otro, cambio a una sonrisa rara, pero en sus ojos se veía deseo. De repente vi como una de sus manos pasaba por mi cuello llegando a la pared tras mío, la que era parte del puente. Me miro fijamente a los ojos, y luego bajo su mirada a mis labios.
“¿a-ah?” dije tímidamente, esa actitud había echo que la vergüenza se apoderara de mis mejillas y algo en mi estomago diera vueltas. Me sentía raro, y mirarlo a los ojos no podía, mis nervios comenzaban a surgir y no sabia que hacer.
“Ese pensamiento me hace feliz” Me comento aun mirándome a los ojos, mis nervios aumentaban. El tomo mi mentón y comenzó a acercarse. Ese suave guante tocaba parte de mi cuello y hacia que me recorriera un escalofrío por la espalda.
Se acercaba, lentamente, yo solo presione mis ojos por la tensión que causaba el momento. Ubique mis manos en su pecho, tratando de empujarlo, pero por alguna razón, mis manos no reaccionaban cuando se lo ordenaba.
Ya sentía su respiración. Mi curiosidad nuevamente me ordenaba a averiguar que tan cerca estaba. Abrí los ojos lentamente y pude ver que estaba casi ya sobre mis labios.
“No tengas miedo Liet…” Me aconsejo casi susurrando, esa voz suave que utilizo hizo que me estremezca. Mis ojos entrecerrados miraban sus labios, miraban como de a poco los rozaba. Sentí ese tacto de su roce, mis mejillas se ruborizaron aun más y mis piernas tiritaban. Quise pensar que era por el frío, pero eso se veía imposible ya que pese a mis nervios me sentía acalorado.
Poco a poco llego a posar sus labios sobre los míos, vi como cerraba sus ojos totalmente, pensaba en quitármelo de encima, pero otra vez mi cuerpo no reaccionaba y mis ojos terminaron por cerrarse, mientras mis mejillas se tornaban rojas como las cerezas. Luego de unos momentos con los labios pegados, él comenzó a experimentar con los míos. Primero comenzó a morder mi labio superior lentamente, continuando con el inferior. Lamiéndolos de una forma experta, algo que me hacia sentir extrañas sensaciones dentro de mi.
Soltó mi mentón y ubico su mano en mi cintura acercándose más a mí. Sus labios besaban los míos con delicadeza, y sentimientos más que extraños recorrían mi mente. Quería que eso fuera interminable.
Por curiosidad, intente morder sus labios como él lo hacia, al hacer este tacto, sentí que sonreía. Bueno, eso es lo que pensé al sentir como sus labios se estiraban hacia los lados. Seguimos con el juego de mordidas por un rato mas, hasta que decidió hacer algo que me impresiono, algo que realmente hizo que mis mejillas se ruborizaran hasta no poder más.
Él introdujo su lengua dentro de mi boca, buscando un juego. La verdad eso hizo aumentar mis nervios y también logro hacerme temblar. Se sentía extraño, y la verdad sabia a vodka. Nunca lo había probado, pero como dudarlo si lo bebía siempre en lugar que fuese.
Su lengua comenzaba a rondar por mi cavidad, se sentía húmeda y a la vez deliciosa. Otra vez esa curiosidad me decía que debía intentarlo, lo intente. Acerque mi lengua a la suya, intentando saber que se sentiría. Ahí lo comprobé, su sabor a vodka, era tan delicioso. Se sentía tan adictivo que seguí haciéndolo hasta que el aire desapareció entre nosotros.
Se separo lentamente de mí, mirándome a los ojos algo divertido, sonriéndome. Yo solo baje mi mirada, en realidad eso me avergonzaba mucho.
“Eres mi preferido.” Me dijo mientras se paraba derecho, era obvio que para acercarse a mí debía agacharse.
Luego de unos segundos de silencio me miro nuevamente, con alguna duda supongo. Al menos yo ya me había tranquilizado, aunque seguía nervioso.
“Dime Liet… ¿Qué fue lo que te hizo corresponder el beso?” Me pregunto con su sonrisa tan alegre.
Me ruborice un poco, mira hacia el suelo pensante. Algo debía responder, no podía decirle que lo hice porque si. Recordé algo y sonreí alegremente mirándolo mientras cerraba mis ojos. Había encontrado la respuesta.
“Fue… La curiosidad.” Le respondí gracioso mientras él me miraba algo extraño, a la vez divertido. Tomo mi mano entrelazando nuestros dedos y me guío a casa.
Yo pensaba hasta el momento, que la única cosa preferida en su vida eran los girasoles y el vodka. Aunque suene raro, así lo pensaba. Pero ahora sé, que yo también lo soy y eso me hizo más feliz de lo que pensaba.
Algo me dice, que un sentimiento crecerá en mí después de esto.