Después de que Alfred decidiera tomar las riendas de su vida, comencé un periodo donde no encontraba la manera de reprimir aquella soledad que me perseguía, trate de ignorarla por un tiempo pero cada día que pasaba se hacía más presente y no podía ocultarla, Francis ayudó un poco a aplacar aquella molestia, lo detesto, eso es un hecho, pero creo que si no hubiese sido víctima de sus mimos y gestos me hubiese deprimido más. No quería ilusionarle de que algún día nosotros llegaríamos a ser algo, solido o no, no lo veía posible, ya que él es tan… Molesto. Aun así le debo dar las gracias cuando le vuelva a ver. Tome la decisión de emprender un viaje a Oriente donde quizás podía despejar mi mente y conocer gente nueva que me inspirara a dar un vuelco radical a mi vida. Quién diría todo lo que significo aquel pequeño deseo de cambio.
– Buenas tardes Señor Kirland .- Escuché una suave voz que se dirigía a mí con respeto y en señal de reverencia.
– Buenas tardes Kiku .- Respondí sonriente ante tanto respeto , gente como el ya no se ve
Mi viaje a Japón se extendió mucho más de lo que tenía presupuestado en un comienzo, aun así el tiempo pasaba volando con todas las cosas que Kiku me iba enseñando. Todas las tardes tomábamos té mientras jugábamos múltiples partidas de GO o simplemente caminábamos por sus enormes jardines de cerezos que con el viento soltaban sus pétalos dando un espectáculo realmente agradable acompañado de una sutil esencia
– Me encantaría quedarme… todo esto es fascinante.
– Así es – Contesto el oriental suavemente- Ya vas a cumplir un año ya.
– Tan rápido ha pasado el tiempo?
– Tan rápido como el florecer de un cerezo
Su voz se había convertido en música para mi, era algo que me hacía sentir a gusto y desde que llegue no me he vuelto a sentir solo… ¿Sera que…?
– Kiku .. Perdóname. –
– Por qué?
Tenía que averiguar algo tan obvio, sabía que era así tal cual como lo pintaba mi mente y mi alma. Lo tome por la cintura y lo acerque a mí uniendo nuestros labios en un dulce contacto para luego mirar sus ojos y sonreírle de soslayo.
-Veo que tu también quieres despejar las mismas dudas que yo.- Argumentó la vieja nación.
– ¿Las mismas?…. Es decir que tu.. – ¿Habré sido demasiado obvio?
– Así es, ya a estas alturas no puedo negar algo tan fuerte Señor Kirkland , déjeme tomar aquel espacio de soledad y unir mi vida con la suya-
– Kiku…
No hubo espacio para más palabras, era el ahora quien me sorprendía besando mis labios y sonrojándose como las flores de su jardín, ahora todo tomaba el sentido que andaba buscando, me había vuelto a enamorar sin buscarlo. Jamás pensé que una decisión tan simple como el viajar me hubiese devuelto la compañía que tanto había buscado.