No me dejes

138 3 0
                                    

Desperté algo asustado, había soñado algo horroso y al ver tus espesas pestañas y tus labios delgados no pude evitar sonreír ampliamente. Tan sólo era una pesadilla… una horrible pesadilla.

Y es que el hecho que durmieras en mi lecho, con esa sonrisa en tu cara no me hacía más que el país más feliz del mundo. Te tenía a ti, aquél país indomable que a pesar de que tu corazón había pertenecido al inglés años atrás… ahora era completamente mio.

Aquellos cabellos rubios como el sol, tus ojos azules como el océano  y aquellos dientes blancos como el marfil. Tu cuerpo, todo era mio.

– Buenos días – Dijiste al ver como nuestras miradas se cruzaban mientas el sol brillaba fuertemente a través de la ventana.

– Buenos días habibi – Respondí mientras comenzaba a saborear tus labios lenta y deliciosamente. Me encantaba torturarte a diario, tan solo para que me pidieras más y más.

– ¿Tienes hambre? – Pregunté mientras veía tu sonrisa y como con cuidado te cubrías tu cuerpo.

– Algo – Dijiste sonriendo y abrazando tu cuerpo desnudo al mio.

– Entonces voy por algo de comida – Respondí sin chistar.

El día paso así, como siempre. Pasábamos todo el día juntos como si de imanes se trataran. Nuestras bocas se necesitaban, nuestros cuerpos también… teníamos de esas conversaciones que podían durar horas o a la vez disfrutar aquellos silencios tan solo escuchando tu respiración.

– ¡Sadiq… hay un joven afuera! – Dijo una de mis esposas mientras nosotros nos besábamos vehementemente.

– Y ¿Qué? – Dije sonriendo mientras tu escurrías tu mano a Estambul.

– Trae una escopeta – Dijo ella aterrada y no pude evitar soltar tu mano y separar tu cuerpo del mio.

– ¿Escopeta?… esperame Francis, voy a ver que está pasando – Te dije mientras caminaba hacia la entrada.

Si tan solo, en ese momento hubiera pensado lo que pasaría, nunca.. nunca te hubiera dejado seguir caminando atrás mio.

Llegué a la entrada y mayúscula fue mi sorpresa cuando divisé a tu antiguo amor, en la entrada de mi mansión. Sus ojos enrojecidos de la rabia, sus manos temblorosas y aquella escopeta se dirigía a mi.

– Así te quería ver ¡Turco Depravado! – Dijo él mientras tu te escndías detrás de mi cuerpo, no entendías que hacía el inglés allí.

– ¿Qué te pasa Inglés desteñido? – Pregunté mientras intentaba acortar la distancia con él para poder quitarle aquella arma.

– ¡Todo es tú culpa! – Gritó.

– ¿Mi culpa?… ¿Culpa de qué? –

– ¡Tú fuiste el que hizo que Francia se fuera de mi lado! Todo es tú culpa,. terminaste enamorando al francés para que se fuera contigo y se olvidara de mi. … nosotros teníamos historia, hijos, ¡Todo! y tú – Intentó seguir, pero unas lágrimas le acortaban la voz y no pude evitar sentir pena por él.

Yo amaba al francés, pero él nunca supo demostrar aquél amor al francés y el simplemente se aburrió de sufrir, de llorar y yo no podía seguir siendo su paño de lagrimas, no podía seguir soportando como él le rompía el corazón.

– Pero.. por favor, tu nunca mostraste interés en él –

– Pero no se había dado cuenta… hasta que apareciste tú, con tus picniscs en el desierto, con aquellos jazmines los días viernes o las cenas a la orilla de la playa!!… por eso ¡Debes morir! –  Dijo él mientras volvía a puntar el arma a mi corazón.

– ¡Esperen! – Fue cuando hablaste y lo miraste desafiante.

– ¿Qué pasa? – Preguntó el inglés sin despegar su vista de mi.

– Arthur… si me voy contigo, prometeme que no lastimarás al turco – Dijiste, mi corazón se partió en pedazos… no me podías dejar.

– Por supuesto – Dijo él mientras volvía a enfocar el arma a mi.

– ¡Podrás tener el cuerpo de Francia, pero nunca su corazón! – grité mientras tomaba tu cuerpo entre mis brazos y te besaba como nunca lo hacía.

– Entonces… ¡Muere! – Gritó el inglés y en una milésima de segundos, no era mi cuerpo el que sangraba, sino que eras tú…

tú me preciado pétalo de jazmín el que se desmayaba y caía en mis brazos.

– Pe…pero Francis – Dije sin entender como mis dedos se llenaban de sangre y veía como el inglés lloraba y se iba corriendo del lugar.

– No te preocupes, yo no puedo vivir sin tí turco… no lo sabes, pero te amo y creo que no podría vivir si te pasara algo – Intentaste decir, pero te callé.

– No te preocupes… no te puedes morir…recuerdas que me dijiste que querías conocer las americas… Dijiste que iríamos juntos… caminar por el Desierto de Atacama… bailar tango en Buenos Aires… – Intentaba decir mientras mas y más lágrimas caían por mi cara.

– Lo podrás hacer, porque me tendrás en tu corazón – Intentaste decir.

– ¡No!… tú estarás conmigo, bailaremos juntos y tu te pondrás un vestido como siempre lo haces… por favor Francia quédate conmigo.

– Te amo Sadiq – Fue lo último que pude escuchar de tu preciosa boca con aquél acento francés que tanto me encantaba y tu cuerpo inerte bajo mis brazos ya no tenía vida.

No tenía vida y yo lo único que quería era que no me dejaras completamente solo como ahora me encontraba….

One-shots  HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora