Beso eterno

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Era época de la segunda guerra mundial, estábamos todas las naciones en la sala de juntas, todos hacían lo usual, América comía hamburguesas y trataba de hablar al mismo tiempo en speed-up, Inglaterra discutía con Francia como siempre, Rusia maldecía a todos con su típico ~kolkolkolkol~ y bebía vodka, china acariciaba a su querido panda que usualmente posaba en su espalda. Japón con su normal confusión al no poder hacer nada con todo el ruido, zarandeaba su cuerpo a un lado y al otro tratando de argumentar algo, y yo, me preguntaba, simplemente donde podía estar Italia. Mientras que todos al mismo tiempo e inconscientemente ignorábamos a Canadá.

-¿porque no pueden verme? -preguntaba ya desilusionado de que alguna vez lo fueran a ver

-¿Quién eres?- preguntaba el pequeño y tierno oso polar que sostenía entre brazos, vamos hasta él lo ignoraba.

-soy Canadá...-decía el pequeño e ignorado castaño.

Me levanté repentinamente de mi asiento, estaba totalmente exasperado, ¿porque ese inútil no llegaba?-¡¡¡ahhh!!!! Es demasiado tarde e Italia no ha llegado, comer tantos tomates lo ha vuelto un tonto retrasado.-

De un momento a otro y de repente, la puerta de la sala se abrió fuertemente, como si hubiera sido azotada por una fuerte ráfaga de viento. De las puertas abiertas de par en par, salieron Prusia e Italia, parados con un porte de superioridad, sorprendentemente, Italia estaba concentrado en lo que pasaba y pasó algo que jamás pensé ver. Tenía los ojos abiertos, mirando fijamente y con seriedad el asunto.

-¡¡ahora vamos todos ustedes!! Alábenme a mi el gran, magnífico, genial y poderoso ¡Prusia!~ jajajajajaja~- todos veíamos a Prusia, mientras reía con parsimonia y a Italia, totalmente postrado e inmutado de lo que pasaba a su alrededor.

-Italia, ¿que tienes? ¿Porque estas así?-me acerque a él, en señal de que necesitaba saber que estaba pasando, era totalmente anormal que tuviera los ojos abiertos, nunca había visto sus ojos, eran de un hermoso verde pardo-Italia...que te han hecho.-con una mirada fugaz y totalmente serio, me alejó de un golpe, tenía una tremenda fuerza, nunca me lo hubiera imaginado, se veía tan frágil y pequeño.

-Aléjate de mí-me dijo Veneziano con un tono lúgubre y totalmente agresivo.

-vamos Veneziano, tenemos lugares que visitar, para que me admiren y sepan lo magnífico que soy, byebyeee~!!-se despedía el de ojos carmesí

-si, señor-se retiraban de la sala a la vez que la puerta se cerraba, a América se le había caído la hamburguesa dé la impresión, Japón se había desmayado, hasta vamos, Francia e Inglaterra se habían tomado de la mano, y a Rusia se le habían terminado las maldiciones. Nadie pensaría que aquel pequeño chico que solo pensaba en los gatitos, en la pasta y el soccer que decía "¡¡ve!!~~" Con tanta felicidad, se habría convertido en eso...

-imposible no, no puede ser, esto...-balbuceaba América

-¿que demonios le ha pasado? -decían Francia y Alemania al unísono.

-oigan...hay que llevar a Japón a un hospital, no se ve bien- mencionó el de cejas pobladas al mismo tiempo que todos volteaban a ver al japonés.-si-respondían todos al unísono.

Dos meses después, recibí una carta preocupante, de parte de Prusia, decía que había lavado el cerebro de Italia para convertirlo en su aliado, y que declaraba una guerra contra todos los miembros del G8. ¿Acaso estaba loco? ¿¡Había perdido la cabeza!? No tenía posibilidad de vencernos ni a las fuerzas aliadas ni a nosotros con los blietzkrieg y mi gran loco jefe, ni a Japón con las bombas de globo aéreo ni los kamikazes, después de eso alardeaba de lo apuesto y genial que era y que teníamos que alabarlo etc., etc... decidí llevarla a la mesa redonda para discutirlo con las demás naciones, estaban atónitos. Al igual que yo, pensaron que jamás ganaría, se rehusaban a pelear, además de por que un gran amigo, aunque a veces muy inútil y tonto, estaba en juego, como rehén por así decirlo...

One-shots  HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora