Como un oasis

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Siento que te conozco hace tiempo, siento que no eres alguien nuevo para mí y mucho menos alguien a quién deba menospreciar.

Tu mirada azulosa me recuerda a aquellos oasis en medio del desierto, donde podría sentir una paz y una quietud imposible.  Tus labios rojos como una zuhur alsahra libre en medio del desierto y eso me gusta, tanto o más que tus dientes blancos como marfil.

– Francis – Pronuncié con mi voz grave al entrar a mi habitación. Traía una bandeja de cobre con lo que parecía el desayuno para ti. Tu cuerpo desnudo debajo de aquella sábana de seda mostraba cada recóndito lugar de tu delicioso y sabroso cuerpo.

– Oh… Sadiq, no sabía donde te habías metido – Me dijiste mientras sonreía lascivamente y revolvía tu cabello incitándole.

– Estaba preparando algo para comer – Te respondí mientras te mostraba la delicada bandeja con diferentes bocadillos.

– Delicioso – Susurró el francés mientras probaba un kebap lentamente. El ajetreo de la noche anterior lo había dejado extrañamente exhausto y muy hambriento.

El turco se deleitaba con la visión del francés comiendo lentamente saboreando cada uno de los manjares árabes que le había traído Sadiq y es que hace tiempo que no probaba gastronomía tan deliciosa como la suya.

Luego de un rato, el francés se había vuelvo a acostar para poder descansar un poco luego de comer y miraba el hermoso mural que había en el techo de la habitación. Estaba deliciosamente decorada con telas, sedas y oro… mucho oro.

El turco seguía absorto de lo que podía mirar a través de la seda. El cuerpo del francés era como un “Adonis griego”. Las yemas de los dedos del turco tocaban cada parte del cuerpo del francés como si dispuesto a hacer una escultura o una pintura se tratara. El canon de belleza se traducía en aquél ojiazul de cabello rubio como el oro.

Era como un sueño, el francés sentía que podía estar la eternidad con aquél turco, era una persona atenta con él. Se preocupaba de que recibiera todo lo que quería, lo había llenado de joyas desde el primer día y extrañamente se sentía como si de una princesa se tratase.

– Sadiq – Susurró el francés al turco mientras veía como el moreno dejaba la bandeja de plata a un costado de aquella enorme cama.

– Dime – Respondió el turco quedando hipnotizado con aquellos ojos azules como un oasis.

– Besame – Pidió el francés sintiendo como el moreno aprisionaba sus labios con una pasión descontrolada.

El francés sentía como el turco pasaba sus manos en su cintura para poder atraerlo mas, no obstante cuando el francés abrió su boca para que el turco saboreaba su boca, este no siguió.

– Me fascina Francis… tus ojos son como un oasis en el desierto… dime que no estoy soñando – Pidió el turco mientras miraba con anhelo.

– No lo estas – Respondió el francés mientras volvía a besar al turco, pero esta vez más lenta y pausadamente. No tenía ni un apuro, era un país completamente feliz… ¿Qué más podía pedir?

One-shots  HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora