10 septiembre del 2000 04:00 PM, Guayas - Guayaquil

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—¡Margot! ¡Margot! —grita mamá con euforia—. ¡Ya es hora! ¡Ya es hora!

Veo como mi tía corre hacia el teléfono, marca unos cuantos números y habla con alguien detrás de la línea. Ella está muy nerviosa, la mano que sostiene el teléfono le tiembla. Mi tía cierra la llamada y me dice unas cuantas palabras que no alcanzo a entender.

Mamá está sentada en una de las sillas del comedor retorciéndose como si algo grave le pasara.

—Llegarán pronto. Respira... Inhala... Exhala —le dice mi tía, haciendo exactamente lo que dice.

—¡¡¡YA NO PUEDO!!! ¡¡¡SE VIENE!!! —grita con más fuerza mamá.

¿Qué es lo que se viene? No sé qué está pasando. Me quedo parada con mi oso en la mano viendo a mi mamá y a mi tía angustiadas, mi tía corre de un lado a otro sin saber qué hacer y mi mamá cada vez grita más y más fuerte.

De repente se escucha sonar el timbre de la puerta, por lo que mi tía corre a abrirla. Unas personas vestidas de ropas blancas toman a mi mamá y la colocan en una camilla, así que la sigo.

—Bebé, tu irás conmigo en el auto —me dice mi tía. Se acerca y toma mi mano.

—¿A dónde llevan a mi mamá? —pregunto asustada.

Tengo miedo de no volverla a ver. No quiero que se vaya de mi lado.

—Los enfermeros se encargarán de llevarla al doctor. —Tía Margot se pone de cuclillas hacia mí—. No tienes nada que temer, ella estará bien.

Nos subimos al auto y en segundos o tal vez minutos estamos en un hospital. Observo por la ventanilla del auto como bajan a mi mamá de un carro algo diferente al que yo vine, mi tía se acerca y me toma entre sus brazos junto con mi oso de peluche. Seguimos a mamá, que es llevada en una camilla hasta luego desaparecer detrás de una puerta blanca.

—Hasta aquí llegamos nosotras —me indica mi tía, dándome un golpecito con su dedo en la nariz—. Ahora hay que esperar. Ven, compremos yogurt.

Me coloca en el suelo, vuelve a tomar mi mano mientras caminamos hacia una pequeña tienda que está a unos diez pasos de nosotras.

—Tía Margot —me mando un sorbo del yogurt que me acaba de dar—, ¿dónde está papá?

—Se ha ido corazón, de hoy en adelante seremos las cuatro: tu mamá, tu hermanita, tú y yo.

¿Y Tory? ¿Y mi padre? También los necesito.

—¿A dónde ha ido? Lo extraño.

Ella no responde solo me abraza.

—Hay que regresar —me dice, extendiendo su mano hacia mí.

Tomo su mano y dejo que me guíe hasta una sala llena de asientos, el lugar está repleto de personas que llevan cara de preocupación.

Nos sentamos en una de las sillas de la habitación azul. Hace mucho frío aquí, algunos, no solo están preocupados, también están llorando, y el olor de este lugar me hace dar escalofríos. Esperamos un par de horas hasta que un doctor se acerca a mi tía y le dice algo que no alcanzo a escuchar.

—Espérame aquí, bebé —me dice mi tía, llevándose el envase vacío del yogurt—, ya regreso.

Asiento y me quedo recostada al respaldar de la silla sosteniendo el oso contra mi pecho.

—Hola, pequeña —me dice en voz baja la mujer de lentes—, ¿Sabes cómo está tu mamá?

Niego con la cabeza mirando hacia los azulejos.

No me gusta estar aquí.

—Tu papá me dio un mensaje para ti, dijo que te extraña y que te quiere mucho —continúa ella.

La miro y sonrió. —¿Sabe dónde está mi papá?

—Sí, cariño, pero no te preocupes por él, está muy bien.

—¿Y la bebé? ¿Ella también está bien?

—Sí, ella está muy linda como tú. Cuídate mucho, cariño —me da un beso en la frente— y no le digas a tu mamá que estuve aquí, es un secreto entre tú y yo.

—¿Cómo un secreto de estado? —le pregunto, extendiendo mi dedo índice hacia ella.

—Así es, será un secreto de estado. —Engancha su dedo índice con el mío y besa mi mejilla.

La mujer de lentes se aleja sin darme tiempo a preguntarle su nombre, al momento que mi boca se abre para llamarla, mi tía llega, me toma entre sus brazos y me lleva a una sala donde está mi mamá sosteniendo a un bebé.

—Mira, Audrey —me dice mi mamá viendo a el bebé—, ella es Ally, tu hermanita.

Sonrió, aunque extraño a Tory aun así lo hago, porque ahora tendré con quien jugar.

ImparableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora