23 julio del 2015 06:00 PM , Texas -Houston.

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El tiempo cura las heridas suelen decir, pero es algo con lo que no estoy de acuerdo. ¿Cómo podría el tiempo curar algo? Es básicamente imposible, Jesús cura cosas, los doctores curan las cosas, hasta uno mismo puede curar cosas, pero no el tiempo, por más que pasen los días si tú no lo decides olvidar, eso va a seguir ahí. Las personas dicen que el tiempo cura, porque conforme pasan los días vas aprendiendo algo de lo sucedido y terminan sacando los pros y los contras de las circunstancias, llegando tú mismo a un acuerdo con tu conciencia de que es hora de olvidar, superar y perdonar, pero realmente la decisión la tomamos nosotros no el tiempo, pero estoy más que segura que ni en mil años podría sacar a Skyler de mi cabeza, si yo misma no tomo la decisión de dejarlo ir. Así que me ahorraré todo ese rollo del tiempo y comenzaré a sacarlo de mi cabeza justo en este instante.

—Addy, él no me entiende, dile cual es nuestra orden —me dice Skyler algo angustiado.

Está sentado justo en frente de mí con su mirada fija en el mesero y con las manos puestas en el menú. Sonrío.

—¿Estás seguro que quieres encebollado? —le pregunto, dándole la última mirada al menú.

—Sí —dice él con seguridad.

—Dos encebollados con todo —le digo al mesero, entregándole los menús.

El joven toma las órdenes y se retira.

—¿Con todo? —menciona Skyler con acento estadounidense—. ¿Qué significa?

—Con pan, con chifle y con maíz tostado. Con todo —le digo en inglés.

—¿Cómo te acuerdas de todo eso?

—Después de que comí mi primer encebollado, nunca olvidé su sabor y mucho menos los adicionales.

—¿Tan bueno es?

—Es excelente. Jamás en toda tu vida de gringo, has de haber probado tanta delicia como la que vas a comer hoy.

—Has probado las delicias de mi tierra —arquea sus cejas—, sabes que son buenas.

—Mmm ¿buenas como un encebollado? No lo creo —le digo en tono desafiante.

—Ya, pero eso es porque nunca has probado los Mac and Cheese que hago. —Sonrió ante su comentario—. Tienes que probarlos, son tan buenos como Skyler.

—Tú sabes horrible —le miento.

—¿De verdad? Tan horrible, que cada vez que me besabas quedabas con ganas de más.

Pongo mis codos sobre la mesa y apoyo la barbilla sobre mis manos, mientras lo miro con los ojos entre cerrados. 

—¿Cómo lo sabes?

—Porque yo quedaba igual.

Parpadeo un par de veces y suspiro pesadamente. Una música latina suena por los altavoces de forma ligera y en el ambiente retumban diferentes tipos de conversaciones.

—No tentemos al destino, Skyler, jugar con fuego no es bueno.

—No lo tiento —se endereza—, simplemente la esperanza de que todo esto sea una pesadilla sigue ahí. Odio no poder besarte, ni abrazarte como quiero, ni hacerte parte de mi vida como deseo. Dios tiene que tener una solución, él no nos unió en vano, un propósito tiene que existir en todo este lío.

—Sí, que yo encontrara a mi hermana.

Él toma mi mano y la lleva hacia su pecho.

—¿Sientes eso? —Asiento—. Eso no lo había sentido por nadie más.

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