Recojo mi equipaje, aseguro mi maleta y salgo de la habitación del sufrimiento. Mi teléfono vibra y veo que es una llamada de Matt. No contesto. Camino por el pasillo aún con el teléfono vibrando dentro de mi bolsillo. Bajo por el ascensor y luego camino hacia el restaurante, coloco mi maleta a un lado de mi mesa y me siento.
El día está bastante gris, el sol no tiene ganas de salir esta mañana, las nubes cubren su resplandor de la misma manera que estoy dejando que mis problemas se adueñen de mi vida.
Mi teléfono vuelve a vibrar y contesto.
—¿Qué quieres, Matt?
—¿Estás con Jenn?
—No. ¿Era solo para eso? ¿Ya puedo colgar?
—Dile a tu mejor amiga que me deje en paz, que no quiero saber nada de ella, que deje de llamarme y de buscarme porque ya me está hartando, yo ya le dije lo que tenía que hacer con ese mocoso, yo no me haré cargo. Dile que se pierda, que no quiero saber nada más de ella.
La sangre empieza a subírseme a la cabeza, abro mi boca para empezar el repertorio, pero el camarero me ataja preguntándome sobre mi orden.
—Tráigame la especialidad del día. Ah y si tiene una Biblia también tráigala.
Él asiente y se marcha.
—Escuchaste bien lo que te dije, porque no lo pienso volver a repetir, ya se lo he repetido un millón de veces esta semana, espero que a ti te haga caso, porque o sino tendré que denunciarla por acoso —dice con un tono irritante.
Idiota.
—Y ella te demandaría por irresponsable. ¡Imagínate! ¿Quién ganaría? Definitivamente tienes que ser un tarado para hacer eso. Bueno de ti no esperaría menos.
Se ríe irónicamente.
El mesero deja la Biblia sobre una esquina de la mesa y coloca el desayuno en el centro.
—Tu amiga se acostaba con tantos que ni siquiera sabe de quién es el hijo. Por eso no pienso hacerme cargo de un mocoso que no es mío.
Un animal tiene más cerebro que él.
—Es la excusa más barata que has dado el día de hoy, tú y yo sabemos que Jenn daría hasta la vida por ti, aunque no sé qué vio en ti, porque en serio no sirves para nada.
—Para tener sexo sí que sirvo, pregúntale a Jenn.
—Eres un bastar... —Me cuelga.
Estoy que echo humo. No entiendo cómo puede haber hombres tan cobardes en este mundo, tienen los pantalones para hacer a un bebé, pero no para hacerse cargo de él, siempre supe que Matt era esa clase de combo, es como si tuviera tatuado en la frente: soy un idiota y vengo con todos los desperfectos que un hombre puede tener. Y aun así no sé quién es más tarado si la chica o el chico.
Tomo el teléfono y le marco a Jenn.
—¿Qué rayos tenías en la cabeza? —suelto apenas contesta.
—¿Ah?
—Había tantos chicos en la universidad y te fijaste en el peor.
—Lo sé, soy una tonta.
Me mando un sorbo de jugo.
—¿Matt te dijo que lo encontré coqueteando con una chica?
—Sí, si me dijo.
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Imparable
RomanceAudrey ha sido marcada por una tragedia familiar. Enfrentando el abuso y la pérdida. Esto lleva a Audrey a reconstruir su vida en Texas, dejando atrás un pasado oscuro. La trama se desarrolla entre recuerdos de su dolorosa infancia y la incertidumb...