22 abril del 2015 04:20 PM, Texas - Austin.

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No me cuesta nada admitir que Matt es el tipo de chico que solo se interesa en sí mismo, es arrogante y descortés, solo se preocupa netamente por su apariencia, en si luce lo perfectamente bien como para ligarse a cualquier chica que babee por él, sin importarle el hecho de que tiene novia. Si invita a Jenn a algún lugar estoy más que segura que lo hace por el hecho de que Jenn le da todo lo que él necesita.

Verlo ahí de pie coqueteando con la pequeña pelirroja de primer semestre hace que me hierva la sangre, observo como la aproxima poco a poco hasta los casilleros y luego coloca sus inquietas manos a los lados de ella para intimidarla. Me acerco un poco para que se percate que estoy aquí y termine con lo que sea que está haciendo. Está tan concentrado en su rollo que sigue sin prestarme atención, termino por pegar mi espalda en el casillero que está justo al lado de la chica.

—A Jenn no le gustará para nada enterarse de todo esto —le digo sin siquiera mirarlo.

Mantengo la mirada fija en el cristal que da la vista al parqueadero de la universidad. Si lo miro de seguro le terminaré desfigurando su rostro perfecto.

Se sobresalta. Baja las manos inmediatamente y mueve la cabeza levente como dándole a entender a la chica que se marche. 

Ella se aleja y él suelta—: No creo que quieras informarle de esto.

—Soy su mejor amiga, olvidas ese diminuto detalle.

—¿Qué quieres?

—Ya, ahora quieres comprarme.

—Mira, sabelotodo, no te entrometas, ¿vale? —Se me acerca para intimidarme.

—O si no, ¿qué? —le digo, empujándolo y clavando mi mirada en la suya. Su mandíbula se tensa y su mano se encierra en un puño—. ¿Me golpearas? Vamos, hazlo, así Jenn se termina alejando de ti de una vez por todas.

Se echa a reír de manera intimidante. 

—¿Piensas que ella te creerá?

Obvio, somos mejores amiga de toda la vida. ¿Cómo no me creería?, pienso, pero respondo:

—¿Te creería a ti?

—No me conoces, puedo hacer que ella me crea cualquier cosa.

—¿De verdad? —le pregunto con sarcasmo—. Está bien, comprobémoslo. —Saco el teléfono de mi cartera y empiezo a marcarle.

—No eres capaz.

Timbra un par de veces y ella contesta.

—Addy —suelta detrás de la línea.

—Jenn —respondo.

Él ensancha sus ojos y de un tirón saca el teléfono de mis manos y cuelga.

ImparableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora