Salí del “dormitorio” de Olivetti, sintiéndome muy impotente. Tenía que contarle sobre esto a _____, pero no sabía cómo, ni cómo se lo tomaría. Antes de que pudiera llegar al jardín, la encontré en una de las pequeñas salitas de estar, mordiéndose las uñas –mis uñas- y caminando de un lado a otro. Desde que me vio caminó hacia mí.
-¿Qué te dijo? ¿Pasó algo?- preguntó algo histérica, colocando sus manos sobre mis hombros- ¡Dime!- me sacudió.
-Ehm…-tenía que decirlo, así que, saqué valor- tu madre…-
-¿¡Mi madre qué!?-interrumpió.
-Tu madre me dijo que luego de la graduación te llevaría con tu tía Magdalena.
-¿¡QUÉ!? ¿¡A ITALIA!?
Me soltó- Esto no puede ser, Liam. ¡Tenemos que hacer algo, no te puedes ir!
-No te preocupes- la sostuve de las manos, calmándola- No iré.
-¿Qué harás?
-No sé, pero no lo permitiré, ¿entiendes?- solté sus manos. Ella asintió y se limpió una lágrima que cayó por su rostro, se calmó y lentamente se acercó a mi rostro, mirándome fijamente a los ojos, con las pupilas dilatadas, las cuales, se veían incluso a través del marrón oscuro de mis ojos. Seguí siendo extraño el hecho de que era más alta que yo ahora.
Estaba tan cerca que podía sentir sus respiraciones acompasadas, y, sin más, unió sus labios a los míos. O los míos a los suyos. Joder, esto era muy confuso, pero se sentía jodidamente bien. Era como un beso suave y delicado, con los ojos bien cerrados para evitar verme.
Sintiendo su alma a través del beso.
Sintiendo su ansiedad.
Introduje mi lengua en su cavidad y, muy pronto, se convirtió en un húmedo y dulce beso que, a pesar de su sencillez, se sintió muy bien y ¿a quién engaño? Estuvo muy excitante.
Cuando se escucharon pasos provenientes de la segunda planta, me separé de ella, tratando de ignorar las pulsaciones en el pecho. Esas molestas pulsaciones que últimamente estaban muy constantes cuando estaba con _____. Nos miramos, ella estaba algo sonrojada.
-Tienes que irte- le susurré- si te ven aquí, todo será mucho peor.
Asintió- Buenas noches, Liam.
-Cuídate mucho, por favor. –besé su frente. Ella sonrió.
-Ya soy un hombre hecho y derecho, sé cuidarme yo solo- dijo divertida, haciendo tazas con sus brazos e imitando la voz de un hombre.
Pero si igual le salía masculina, pensé.
-Ya, ya- reímos.
-Adiosito – canturreó _____, caminando hacia la salida para cruzar la puerta e irse. Y antes de que pudiera responderle ya se encontraba del otro lado de la puerta.
[Narra _____]
Cuando me desperté en la mañana, decidí salir a dar una vuelta y desayunar en algún lugar cerca de aquí. Además, de que no me haría mal conocer un poco este vecindario.
Me levanté, cepillé mis dientes, y me coloqué algo de ropa cómoda; unos tejanos con una camiseta color azul oscuro que ponía “You only live once” debajo de unas enormes letras grises que formaban la palabra “YOLO” y unos tenis Nikes blancos con azules.
Siempre me habían parecido geniales y cómodos los calzados de esta marca, pero, eran etiquetados como “masculinos y sin clase” según mi madre la “perfecta”.
Baj. Mi madre. Siempre queriéndose salir con la suya, pero ya no. Esta vez no lo hará. Ella no se llevará a Liam a Italia, aunque eso incluya renunciar a parte de la vida que he estado viviendo. Todo por no darle el gusto.
Me dispuse a buscar mis auriculares, los cuales estaban encima del armario sucio y empolvado que Liam tenía en su habitación, pero no lograba alcanzar ni con mi estatura actual. Así que, me puse de puntillas y comencé a tirar cosas hasta dar con los audífonos. Bingo. Sonreí.
¡Auch!- expresé puesto que me había golpeado con algo que cayó del objeto. Miré hacia el suelo y lo levanté. Era mi cuaderno, donde tenía los apuntes sobre Rose…¿Henderson?
Cierto. Tengo que llamar.
Tal vez no sea un buen momento. Tal vez deba esperar a estar con Liam, pero la curiosidad me mataba con cada segundo que pasaba. Necesitaba hablar con esa mujer y aclarar de una vez por todas, el motivo de nuestro cambio. De solo pensar que ella sabría cómo volver a nuestros cuerpos, ya me encontraba con el móvil en la mano, marcando el número del asilo donde se encontraba Rose.
La llamaría mientras caminaba. Salí de casa.
+44 1603 859025
Por Dios, estaba timbrando. Mis manos comenzaron a sudar, y no era precisamente por el calor del verano.
-Asilo local de Norwich, Patricia asiste, ¿En qué puedo ayudarle?- dijo una voz femenina al otro lado de la línea. Por su tono de voz, supuse que era joven.
-B-buenas, ¿Podría hablar con la señora Rose Henderson, por favor?
-¿Rose Henderson?- parece que tecleó en una computadora el nombre, por los sonidos que hacían las teclas- la señora Henderson falleció hace dos años de un derrame cerebral, lo siento- dijo suave, disculpándose.
No podía ser.
-¿¡Qué!? Y… ¿No hay información de algún pariente que pueda contactar? Quizás hay un número…-pregunté esperanzada.
-Ehm- dudó- En su ficha pone que la señora Henderson era viuda, pero…tiene un nieto.
-¿Un nieto?
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asdfjsfkl Rose Henderson dejó crías xd
¿Qué les pareció el capítulo? espero que bien, eh.
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-Grisette x