-¿Un nieto?
-Sí, y, al parecer es la única persona que se encuentra en su expediente de visitas.
-¿Y no sabe cómo puedo contactarlo?- vamos…
Vaciló.- No. No dice ningún tipo de información sobre el joven, lo siento, no puedo ayudarla.
-Eh… está bien, gracias.-dije y colgué sin esperar respuesta mientras seguía caminando.
“No puede ser” murmuré para mí misma. Sintiéndome frustrada, otra vez.
Suspiré con pesadez, visualizando una cafetería en la esquina.
“ST BINILLI CAFFETTERIA” ponía en un enorme aviso afuera. Sin dudas la cafetería tenía raíces italianas, al igual que yo. Mi estómago rugía de hambre, así que, decidí entrar.
Era una cafetería todologa, de esas a las que me encantaba ir cuando viajé por casi toda Latinoamérica, ya que allí abundan mucho. Vendían de todo un poco, desde café y cupcakes, a purés de diferentes víveres, etc.
Todo un paraíso para alguien a quién les rujan los sesos del hambre, mejor conocida como yo ahora.
Me dirigí al mostrador, el cual estaba separado por un vidrio duro, que dejaba a la vista los deliciosos aperitivos. Detrás de éste se encontraba un chico alto, usando un uniforme de trabajo, que sólo dejaba ver la parte de su rostro que no era cubierta por una gorra roja en su cabeza que ponía el nombre del establecimiento. Solo podía definirse su perfilada nariz y sus gruesos labios.
-Buenos días, ¿En qué puedo…atenderlo?- dijo en un tono sugerente, haciendo notorio su acento italiano. Sin alzar la vista.
-Eh, dame…-dudé. Era una gran variedad.- Una tarta tres leches, por favor.
-¿Normal o la prefieres…con glaseado?- se lamió un poco su labio inferior y alzó la mirada, dejándome a la vista sus ojos chocolates profundos, los cuales por alguna extraña razón, me parecían familiares.
Al verme mantuvo su mirada en mí descaradamente, sin reparo alguno. Como si no le importara que supiera que estaba coqueteando conmigo y, a la vez, como si quisiera decirme algo a través de su iris achocolatada, pero no se atrevía a hablar debido al lugar.
Ya no solo sus ojos me parecían familiares, también sus facciones, el color de su piel, sus pestañas…
A este chico yo lo había visto antes, sin duda alguna, pero ¿dónde?
-Con glaseado, por favor.
-Enseguida, ragazzo.- respondió, sin quitar sus ojos de mí, con esa mirada tan misteriosa.
Y como si me hubieran golpeado con una bola demoledora en el cerebro o hubiese visto pasar a la muerte bailando tango en un automóvil, me llegó a la mente la imagen de aquel chico blanco que salió del excusado mientras Liam y yo discutíamos sobre no recuerdo qué. Era exactamente el chico que tenía en frente. Me tensé.
O sea, que quizás él sepa de nuestro cambio de cuerpo. O quizás no, porque si lo supiera no estuviera coqueteando conmigo de esa manera. Me dejé llevar por la última opción. El chico no estuviera tan tranquilo si supiera nuestra rara situación.
“Como sea” pensé. Suspiré y me di la vuelta hasta llegar a la mesa de la esquina, puesto que era la única que quedaba libre. Luego de unos minutos, mi orden llegó a mi mesa por el chico misterioso, quien me llegaba a intimidar con su profunda mirada.
¿Qué se traía con Liam?
Seguramente es gay, pensé.
Mientras me comía mi tarta, el chico solo quitaba sus ojos de mí cuando tenía que atender a otra persona. Por lo que decidí salir de aquél lugar desechando la mitad de mi tarta en el zafacón, e ir a hacer algunas compras necesarias para la pocilga donde ahora vivía en el centro comercial del pueblo, el cual quedaba a solo unas cuadras desde este vecindario.
Saqué mis manos libres del bolsillo y me dispuse a caminar.
[Narra Liam]
¡AAAHHH!-grité con fuerza mientras la pija rubia me quitaba de un jalón una de las cosas esas que tenía en la pierna.
Dolía como los mil demonios.
-_____, por Dios, estás haciendo un escándalo.- Ivette rodó los ojos.
-Sí, como si nunca te hubieras depilado con cera.-concordó la pelirroja. Ambas estaban recostadas en una camilla, al igual que yo, con una chica quién les quitaba las bandas de las piernas y brazos.
-Duele…-me quejé cual niña de 7 años.
-La belleza duele- habló Melissa, de nuevo.
Después de esto, les tendré un mayor respeto a las pijas que se sacan los pelos de la piel con esto.
-Ahí voy...- dijo lentamente la rubia que tenía en frente.
-¡Mierda!-exclamé nuevamente mientras me terminaba de arrancar la última banda con cera. Algunas riquitas que también se encontraban en la sala me miraron con asco, como que hubiesen visto a un bicho destripado, por mi expresión.
-Terminamos –concluyó la teñida, abandonando la sala con un recipiente lleno de las bandas usadas con comienzos de vello.
Suspiré. Era una de las cosas más dolorosa que jamás haya hecho. Por un momento había pensado en mandarlo todo a la mierda, pero luego pensé en que tenía que hacerlo por ______. Por cierto, me pregunto dónde estará.
-Por cierto _____, ¿Qué te ha dicho tu madre anoche?- preguntó Ivette – Desde que me fui con Harry y los borrachones estos, no me enteré de nada.
-¿Ayer? ¿Qué ha pasado ayer?- preguntó Melissa como si no le importara en lo más mínimo que le estuviesen quitando dos bandas con cera al mismo tiempo.- No recuerdo nada.
-¿Y cómo vas a acordarte, si estabas en el último nivel de borrachera, al igual que Louis?-dije.
-¿Louis?- bufó- no me hablen de ese chico, es lo más insoportable que he tenido que soportar.
-Y muy bien que lo has aprendido a soportar ayer, eh.-dijo burlona Ivette, quien justo también terminaba con la depilación y me miraba con una risita cómplice.
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Tengo que decirles que el próximo capítulo será más emocionante que este. Ya había dicho en mi perfil que no sabía muy bien cómo sería el final, pero ya que MÁS O MENOS tengo la idea, diría que a esta novela le faltan unos 11 capítulos más o menos, no es seguro, jaja.
Los quiero :) Por favor, sigan votando, comentando y compartiendo esta novela con algunas personas. Besos
P.D: SI DESEAS QUE TE DEDIQUE UN CAPÍTULO PÍDELO EN LOS COMENTARIOS ;)
-Grisette x