Capitulo 32

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Narra Camila
- Te dije que de alguna forma u otra, no saldrías ilesa de esto –alcancé a escuchar, traté de parpadear para aclarar mi vista nublada pero no podía. Mi cabeza dolió y traté de parar el dolor con mis manos, pero no podía. Estaba atada. Cerré los ojos fuertemente y cuando los abrí, pude notar en dónde estaba. 
- ¿Qué? –dije asustada. En un rápido movimiento, inspeccioné la habitación en la que estaba, era un camarote pequeño y sin luz, yo estaba atada de manos y pies sobre la cama con todo mi cuerpo desnudo - ¿Dónde? –pregunté aún asustada. 
- Sh… tú no te vas a ir de aquí hasta que seas mía –dijo alguien frente a mí, mi cabeza dolía tanto que no podía distinguir la voz. 
- ¡Auxilio! –comencé a gritar desesperadamente, mi cuerpo se movía en espasmos incontrolables, las lágrimas corrían como riachuelos por mis mejillas. 
- No te escucharán –dijo y una música extraña azotó la habitación, estaba demasiado alto, casi juraría que no escuchaba ni mis propios sentimientos, reconocí la canción era Bittersweet de apocalyptica. 
- ¡Auxilio! –grité aún más fuerte. Gritaba llorando y asustada a más no poder, la cuerda que me amordazaba la boca casi no me dejaba respirar. 
- No escaparás –se escuchó cerca de mi oído. Me moví lejos de donde provenía la voz y traté con desesperación desatarme. La voz de Amy de Evanescence apoderaba ahora la habitación. 
Estaba agitada y asustada, cansada de tanto luchar contra esas cuerdas. Sentí que alguien acariciaba con un solo dedo mi tobillo, hasta llegar a mis muslos desnudos.
- ¡No! –gritaba y me movía con desesperación. Ese delicado dedo se tornó en una mano fría y firme tocando todo a su paso, lastimando cada una de mis terminaciones nerviosas. Alguien jalaba mi cabello, mientras otra persona se encargaba de tocar todo mi cuerpo desnudo. Me sentía tan indefensa y tonta allí, sin poder desatarme y sin poder sentir otra cosa que no fueran esas manos frías acariciando mi cuerpo desnudo, en partes indebidas. 
- ¡Déjame ya, no me toques! –gritaba desesperada. Sentí cómo ponían una mano en mi frente, giraban mi cara hacia el lado derecho, besaron mi cuello y luego se acercaron a mi boca mordiendo mi labio inferior. 
- ¡No, asqueroso pedazo de idiota! –gritaba yo moviendo mis cara a todos los lados posibles. Seguían presionando mi cara hacia un lado, casi sentía cómo mordían mi oreja y estiraban mi cabello. 

Luego de estar luchando contra eso, la música se apagó y todo se quedó en silencio. 
- Haré esto cada noche por el resto del viaje –me dijo la voz misteriosa y distorsionada -. Me llego a enterar que le dijiste a alguien y morirás. 
- ¡Prefiero morir que dejar que me hagas esto! –le grité.
- ¡No me importa si mueres tú o no, pero te importará si matamos a tu novia o alguno de tus amigos! –me gritó la voz de una mujer. 
Yo me quedé callada, estaba agotada, me dolía todo mi cuerpo y sentía que mis partes femeninas estaban desgarradas por la forma en que me tocaron. Tan sucia y descaradamente. 
- ¡Déjenme ya! –supliqué, las lágrimas corrían más rápidamente y mi corazón palpitaba de una forma acelerada. Sentía que mi piel no daba para más, ardía como si me estuvieran prendiendo fuego. 
- ¡Recuérdalo, cada noche por el resto del viaje! –gritó de nuevo esa voz. 


Sentí que me quedaba dormida otra vez y no pude más, me rendía y cerré los ojos. 


Al despertar traía la ropa del día anterior, la luz se asomaba por la ventanilla. Mis manos estaban rojas y mis muñecas estaban amoratadas. Me levanté y al sentarme sobre la cama sentí cómo mi cuerpo temblaba y mis piernas dolían. Me puse mis zapatos y a paso lento y tembloroso salí de la habitación. 

Caminando me di cuenta de que estaba en el primer piso, subí al elevador y me encontré con el chico del Elevador, Louis. 
- Buenos días, ¿estás bien Camila? –me preguntó el amablemente, yo ni siquiera lo miré. 
Al llegar a mi piso, metí la llave de mi camarote en la cerradura y abrí la puerta. Adentro estaban Lauren, Normani y mi hermana. 
- ¿Dónde estuviste? –preguntó mi novia preocupada- Te estuvimos buscando toda la noche. 
No la miré y no saludé a nadie, me sentía lo suficientemente débil y sucia como para mantener esta conversación. Caminé a la habitación y ellas me siguieron, me quité los zapatos, tomé una toalla y entré al baño, emparejé la puerta y abrí la regadera. Yo aún tenía la ropa puesta cuando el agua me empapaba. Las lágrimas salían con la misma fluidez que las gotas del agua al recorrer mi cuerpo. 
- Amor, ¿estás bien? –preguntó Lauren desde la puerta. No respondí, ¿qué le iba a decir? ¿La verdad? Claro que no. Tal vez me creería y… qué con eso, no podría borrar lo que hicieron y tampoco curaría las heridas que me causaron. Tampoco encontraría a quienes me hicieron esto, ni siquiera los vi. 
- Amor… ¿Qué pasó? –giré mi cabeza para verla y ella estaba viéndome, ahora estaba más cerca de la regadera. 

Me senté en el piso de la regadera y recargué mi cabeza en donde el agua aún me pudiera mojar. 
- Camila, ¿qué tienes? –preguntó ahora cerca de mí. Ella cerró la llave y yo agaché la cabeza. Las lágrimas seguían sobre mis mejillas y mi cabello empapado no me permitía verla, tocó mi mano y yo la aparté de Ella.

Me sentía tan poco digna de su tacto, me sentía sucia. Lauren no se merecía a alguien sucia y usada, Ella se merecía a alguien limpio, sin ninguna mancha en su cuerpo. No alguien como yo. Se acercó a mí y trató de abrazarme, yo me hice pequeña me estremecí ante su tacto. Ella se alejó de mí y se me quedó mirando, yo observaba mi reflejo en el suelo del baño, tenía un aspecto terrible. El maquillaje corrido y la cara pálida, mis labios los tenía adoloridos, así como cada parte de mi cuerpo lo estaba. 
- ¿Qué pasó, por qué no quieres hablar? –preguntó Ella a mi lado, pero sin tocarme. No respondí. 
- Camz… amor, me preocupas –dijo un tanto alarmada. Puso su mano mi hombro.
- No… -susurré- no me toques –pedí, a lo cual ella inmediatamente alejó su mano de mí y entrecerró los ojos. 
- ¿Por qué? –preguntó en un susurro también. 
- Ya no más –susurré de nuevo. 

Lauren se puso de pie y se sentó en la tina que estaba frente a mí, solo observándome. Yo me quedé allí empapada, sintiendo como el mundo se me venía abajo. No soportaba sentirme tan poco mujer, tan vacía y tan utilizada. Todo me dolía, pero no se comparaba con el dolor que sentía en mi corazón, me habían violado. Mi autoestima estaba por los suelos, ¿quién se interesaría en alguien cómo yo? 

Cerré los ojos y dejé que mi mente se apagara, no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie, admito que prefería estar muerta que estar así. 

- No lo sé –se escuchó la voz de mi novia a lo lejos- no me habla, no quiere que la toque. 
- ¿Pero por qué? –dijo Sofia. 
- No lo sé, ni siquiera me mira a los ojos –dijo preocupada- Iré a dar una vuelta, quisiera darle un poco de espacio hasta que ella esté lista para hablar conmigo. 
- Está bien –dijo Sofia- trataré de hablar con ella. 
- Por favor –pidió Lauren- cualquier cosa, me dices. 
- De acuerdo –dijo ella. 
Unos minutos después, con los ojos entreabiertos noté cómo se acercaba mi hermana con una toalla a mí. Mis espesas pestañas no me permitían ver su expresión, y yo la verdad no la miraría a los ojos. Sofia me cubrió con ella y me levantó del suelo, caminé a paso lento pues me dolía al caminar. Temblaba y no precisamente de frío. 

Caminé hacia mi cama y me tiré sobre ella. Mi hermana buscó algo de ropa para mí. La puso sobre la cama y luego salió de la habitación para que yo me cambiara. Obedecí, pero me puse los pantalones menos rotos que encontré y una playera y luego una sudadera sobre ella, para ocultar los moretones de las muñecas. Tomé mi celular y lo metí en la bolsa de la sudadera. Me puse unos lentes oscuros y salí de la habitación. 
- ¿Mila? –dijo mi hermana desde el sillon cuando vio que me acercaba a la puerta- ¿Quieres hablar? –preguntó. 
- No –susurré y abrí la puerta. Cerré la puerta tras de mí y caminé a paso lento por el pasillo. Me encontré con Ally, Lucy y Dinah. 
- ¡Camila! –dijo Lucy cerca de mí, me abrazó a lo cual yo me estremecí- ¿Estás bien? –preguntó cuando notó que yo estaba llorando. 
- ¿Qué pasa? –preguntó Ally preocupada. 
- Déjame, solo… no me toques –pedí y Lucy se alejó de mí por lo menos tres pasos. Caminé lejos de ellas y no me dijeron nada. Solo me dejaron ir. Me puse la gorra de la sudadera (polera), entré al elevador y salí hacia el bar más cercano. 

Narra Lauren

Estuve esperando a Camila unas horas después de la presentación en el camarote, pero no aparecía. Fui al de ella y me dijeron que no la habían visto que se suponía que estaría conmigo. Le dije que yo la había escoltado hasta la entrada del camarote pero que allí me había separado de ella. 

Salimos a buscarla, pero era imposible buscar en todo el barco, había áreas en las que nosotras no podíamos entrar. No le dijimos nada al padre de ella para que no se preocupara, pero ya eran las diez de la mañana y ella no aparecía. 

Estaba en su camarote cuando escuché que abrían la puerta. Camila entró, traía la misma ropa de anoche, su cabello estaba enmarañado, estaba pálida y su maquillaje estaba corrido. Caminaba lentamente, de hecho parecía que le dolía al caminar. 
- ¿Dónde estuviste? –pregunté- Te estuvimos buscando toda la noche. 
Ella no respondió y caminó un poco más rápido a la habitación. Todas la seguimos pero no dijimos nada, ella se quitó los zapatos y tomó una toalla. Entró al baño y abrió la regadera, me quedé afuera esperando respuesta o algo de ella pero no había nada. 
- Amor, ¿estás bien? –volví a preguntar, ahora estaba dentro del baño pero aún lejos de ella. Camila miraba el suelo y parecía llorar, aunque las gotas de la regadera no me dejaban distinguir muy bien. Caminé un poco más, para acercarme a ella. 
- Amor, ¿qué pasó? –pregunté preocupada, ella no miraba hacia algo en especial, tampoco abría la boca. Ella se sentó en el suelo de la regadera y recargó su cabeza en una de las paredes, cerré el agua y aún estaba llorando. 
- Camz… Amor ¿qué tienes? –pregunté aún más cerca de ella. Traté de tomar su mano y cuando la toqué, ella la alejó de mí. Me acerqué para abrazarla, necesitaba abrazarla, algo no andaba bien. Cuando lo hice ella se hizo pequeña y comenzó a sollozar, me alejé de ella y se calmó. 
- ¿Qué pasó, por qué no quieres hablar? –pregunté y dejé mi mano en su hombro. 
- No… -susurró a penas y la escuché- no me toques –pidió. Eso me sorprendió mucho, pero la obedecí. 
- ¿Por qué? –pregunté alarmada, estaba bastante preocupada, ¿qué tenía?
- Ya no más –suplicó llorosa. 

Me puse de pie y me senté en la tina, me quedé unos minutos observándola. Ella parecía estar muerta en vida, solo miraba el suelo y no decía nada. ¿Qué le había pasado a mi Camz?, ¿qué fue lo que la rompió?, ¿Qué la hacía aborrecer mi tacto?, ¿Por qué no me contaba lo que tenía?, ¿No me tenía confianza?, ¿Necesitaba tiempo? Ella cerró sus ojos y parecía estar dormida, sabía que no me permitiría levantarla de allí así que salí del baño silenciosamente. 
- ¿Qué tiene? –me preguntó Sofia una vez afuera del baño. 
- No lo sé, ni siquiera me mira a los ojos –dije bastante preocupada, lo pensé bien y le dije- Iré a dar una vuelta, quisiera darle un poco de espacio hasta que ella esté lista para hablar conmigo –aunque la verdad estaría preocupada por ella todo el día. 
- Está bien –dijo Sofia- trataré de hablar con ella. 
- Por favor –pedí- cualquier cosa me dices. 
- De acuerdo –dijo y salí de la habitación. 

Normani se fue conmigo, íbamos caminando en silencio hacia nuestro camarote. Por una extraña razón Normani estaba tan seria como yo. Metí la llave a la cerradura y me serví un trago, también le serví uno a ella. Nos sentamos en el sillón y comenzamos a tomarlo en silencio. 
- ¿Le habrá pasado algo? –preguntó Normani. 
- Creo que sí –susurré- lo que no comprendo es por qué no quiere decir qué. 
- Tal vez tiene miedo –dijo Normani 
- ¿De qué? –pregunté aún más preocupada, Ella me miraba con cierta tristeza, su frente se arrugaba un poco y fruncía la boca, confundida. 
- No lo sé –susurró también. 
- Cuando la vi en el baño, sentí cómo el corazón se me apachurraba. No podía verla tan indefensa y lastimada allí. Hubieras visto la expresión de su cara cuando traté de abrazarla.
- ¿Cuál era? –preguntó. 
- Comenzó a llorar y se alejó de mí, cómo si estuviera asustada de que yo le hiciera algo. 
Nos quedamos un rato más en silencio y luego se escuchó que tocaban en la puerta de nuestro camarote, rápido me levanté a abrir, con la esperanza de que fuera Camila quien tocaba. Pero no, eran tan solo Lucy, Ally y Dinah. Traían también la cara de preocupación. 
- Oye… -dijo Ally antes de decir hola- ¿qué le pasa a Camila? –preguntó. 
- ¿Por qué? –pregunté, ya una vez que estábamos sentadas las cinco en la sala.
- Ahorita que veníamos caminando, nos encontramos con ella y sabes que cuando la veo siempre la abrazo, -dijo Lucy, yo asentí- la abracé y comenzó a llorar. Luego me pidió que no la tocara y me alejé un poco de ella, sin decir nada solo se fue, ni siquiera nos sonrió ni nada. 
- Yo tampoco sé qué le pasa –le informé- anoche no durmió aquí, la estuvimos buscando
- Tampoco durmió con nosotras. Estuvimos buscándola y Louis tampoco la vio. 
- ¿Qué le estará pasando? –se preguntó Normani a si misma. 
- No lo sé, pero estoy preocupada. No quiere hablar conmigo, no me deja tocarla ni siquiera me mira a la cara. 
- Pues veremos qué pasa, no te preocupes –dijo Ally con una mano sobre mi hombro y dandome un abrazo- verás que todo saldrá bien. Trataremos de ver que está pasando. - Comento ya separándose
- Gracias Ally, de verdad quiero saber qué la tiene así. Me rompe el corazón verla tan frágil –dije apunto de llorar. 
- A todas se nos rompe el corazón –dijo Lucy.

¿Destino?.- CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora