Capitulo 33

19.8K 768 31
                                    

Después de mi efusivo encuentro con Lucy, salí al elevador y subí a la cubierta. Allí me senté en una de las bancas y me quedé observando el mar. Hoy unos nubarrones se comenzaban a acumular en el cielo, el sol salía pero luego se ocultaba. Yo siempre había amado los días nublados y hoy no sería un día como esos. 

Me puse los audífonos de mi celular, me concentré tanto en el mar que no noté cuando el tiempo pasaba. Abrí la galería de mi celular y observé las fotos que tenía. Estaba saturado de fotos con las chicas y más con Lauren, quien siempre salía haciendo caras o dándome un beso en la mejilla. Mis sonrisas parecían tan sinceras en ese momento, ahora yo las notaba lejanas y difíciles de volver a esbozar. 

- Hola –saludó Angie, la fan, a mi lado. 
- Hola –susurré. 
- ¿Estás bien? –preguntó con una gran sonrisa. 
- Sí –susurré lentamente, un nudo en mi garganta no me dejaba hablar con claridad. 
- ¿Qué pasa? –dijo preocupada. 
- Nada, ¿qué te trae por aquí? –traté de aclarar mi garganta. 
- Nada en especial, solo te vi muy sola aquí y te quise saludar. 
- Ah –dije, cómo hacer que se fuera, sin ser grosera y que tampoco se llevara una mala imagen de mí. 
- Creo… que por algo estás sola, ¿quieres que me vaya? –preguntó, esta chica leía mis pensamientos. Una lágrima pasó por mis mejillas y ella lo notó- Camila, ¿qué tienes? –preguntó asustada. 
- Nada –susurré y mordí mis labios. Ella se acercó a mí y me abrazó. No me aparté de ella. Comencé a llorar desesperadamente, me apreté a su blusa, ella acariciaba mi cabello. 
- Tranquila… ya pasó… ya pasó… -susurraba una y otra vez. Luego de estar así por unos minutos, me separé de ella y observé hacia el mar, que ahora se encontraba un tanto oscuro por los nubarrones. 
- ¿Quieres hablar de algo? –preguntó. 
- En realidad, ahora sí me gustaría estar sola, por unos minutos –pedí, ella me sonrió y me dio un fuerte abrazo. 
- Si necesitas algo solo dímelo –pidió y luego se fue.

Unas chispascomenzaron a caer sobre mí, moví la camilla hacia un lugar donde no cayera el agua directamente, pero aún así, cuando las gotas caían al suelo de la cubierta me salpicaban un poco. 

“Amo a mi novia, pero me da miedo decirle una terrible realidad” –envié a Michele. Sabía que ella me respondería, era la única que podría guardar mis secretos. 

“¡Karla, ha pasado mucho tiempo! Si amas tanto a tu novia y ellate ama, no debes de tener miedo a decirle la verdad” –recibí. Sabía que ella era como mi ángel, alguien en quien confiaría cuando no tuviera con quien hablar. 

“¿Pero y si esa verdad no le gusta y me deja de amar como dice hacerlo?, ¿Qué tal si la decepciono o simplemente dejo de gustarle?” –envié. 

“Pues a menos que le des la sorpresa de que eres hombre, no creo que te deje de amar. Karla, no hay cosa tan grave como para que alguien te deje de amar de un día para otro” –recibí. 

“No me siento digna de sus sentimientos, Ella me ha dado todo para estar con ella y yo no le podré dar lo mismo. Estoy vacía, usada, sucia” –envié. 

“Karla, la verdad no sé qué es lo que está pasando con ustedes las mujeres. Mi novia también está atravesando por una crisis y me preocupa” –recibí. Estas eran demasiadas coincidencias, realmente esperaba que a su novia no le estuviera pasando lo mismo que a mí. 

“Cuida mucho a tu novia –pedí- no dejes que nada la aplaste, no dejes que ella se aplaste a si misma. Ámala, mímala. No sé porqué situación esté pasando, espero que no sea algo tan malo como me pasa a mí. De verdad espero que tu situación con ella se resuelva” –envié. 

“Yo también espero que se resuelva, no me gusta verla tan triste. No sé si le estará pegando depresión, casi me da miedo que se quite la vida” –recibí. 

Quitarse la vida, ¡qué salida tan fácil! Pero no para mí. No me importa lo que hay más allá de la muerte, no creo rencarnar en un animal u otra persona, tampoco creería vivir en el cielo, pero tampoco en un infierno, ¡Qué complicada es mi mente! Preferiría, estar en el ataúd y punto. 

“No permitas que eso pase, tal vez lo único que necesita es tiempo. No lo sé, nosotras las mujeres somos tan diferentes. Yo… realmente no sé lo que quiero, eso de quitarse la vida me suena tan tentador ahora” –envié. 

“¡Jamás, nunca, jamás digas eso Karla! No viviría con la conciencia tan intranquila y pensando que tú morirás. ¿Qué sería algo tan… malo, como para pensar en quitarse la vida?” –recibí. 

“No me conoces realmente, al fin soy solo alguien más que te envía mensajes. Algo, de lo que no tienes salida y que se repetirá una y otra vez hasta que no tengas opción” –envié. 

“Karla, no te entiendo. Por favor sé clara conmigo… prometimos ser sinceras con nosotras. Mi novia no me habla y no me dice qué le pasa. Ahora tú también estás en una crisis y no me quieres decir la verdad” –me envió. 

“En lo de tu novia, no sé realmente qué le pase por la cabeza, espero que pronto te cuente su realidad. ¿Para qué contarte la mía si no puedes hacer nada para remediarlo? Solo te haré sentir impotente e inútil desde aquél lado tuyo, donde no harás nada más que escuchar y rogar porque yo esté bien y eso solo será si en verdad te preocupo” –envié. 

“Claro que me preocupo, tal vez no pueda hacer nada desde aquí, pero por lo menos habrás hablado con alguien. Eso es lo que le trato de hacer entender a mi novia, pero parece que no le importa” –recibí. Esa chica comenzaba a desesperarme, pero sentía que me mordía la lengua, pues yo también le estaba ocultando la verdad a Lauren. 

“Michele eres realmente amable y me encanta hablar contigo. Discúlpame si no te hablé durante estos días, ya me hacía falta tener una conversación contigo” –envié. 

“Prometí siempre estar aquí para ti, además yo también te extrañaba un poco. Lamento no haber hablado contigo antes” –recibí. 

“No habría diferencia entre ayer, mañana u hoy. No sonrío cómo antes, pero… gracias por hablar conmigo” –envié. 

“Ahora, volvemos al tema ¿puedes contarme eso que no le quieres decir a tu novia?” –recibí. ¿Decirle la verdad a Michele? Sé que no se lo podría decir a Lauren pero, no estaba segura. 

“Bueno, es que me enteré que, alguien abusó sexualmente de su hermana, no encuentro la forma de decírselo… pero a la vez tengo miedo de que me odie por no decirle la verdad” –envié. 

“¡Santo Dios! Eso es un acto tan cobarde y tan horrible, lo siento tanto. Sin dudar, se lo debes de decir, no creo que se enoje contigo por decir algo como eso, al contrario debe de estar agradecida por que lo dijiste ¿conoces al chico que abusó de ella?” –preguntó. 

“No, solo me enteré de que la habían violado, ella se siente como basura, sin remedio y tiene muchas ganas de acabar con su vida así como yo también las siento” –envié. 

“¡No lo hagan, Morir nunca es la solución! Karla tú no tienes nada que ver con su situación, abstente de hacer cosas tan estúpidas. Dile que el mundo sigue girando, que todo estará bien, trata de hablar con ella. Convéncela que se puede salir de esto. Llama a la policía, díselo a quien más confianza le tengas” –recibí. 

“No nos creerán Michele. Simplemente tenemos miedo a que esa gente lastime a nuestros seres queridos y hagan con nosotras lo que quieren” –envié. 

Miré hacia el mar y no había nadie en la cubierta, solo dos chicos enamorados que jugaban bajo la lluvia. Abracé mis rodillas frente a mí y luego mi celular vibró de nuevo. 

“¿Hagan con nosotras lo que quieren? –leí- ¿También abusaron de ti?” –recibí. Bueno, por mis palabras lo había descubierto. 

“Sí, y si no hago lo que quieren matarán a mis amigos. No quiero que nada malo les pase. No me importa que acaben con las sensaciones que mi cuerpo aún siente, al final así es como me siento, solo como un cuerpo y nada más” –envié. 

“Karla, que… idiota, pendejo, estúpido ¿te hizo eso? Te juro que estoy tan molesta. ¿Cómo puede haber gente tan mala en el mundo? ¿Cómo…? Ni siquiera encuentro las palabras para decirte lo… enfadada que estoy” –recibí. 

“Te dije que no querías saber mi realidad, por eso quiero morir. Para no traerle problemas a nadie, para no preocupar a nadie, para acabar con esto de una vez” –envié. 

“No, esa no es la solución, porque no solo morirás tú sino tu familia, tus amigos y lo más importante matarás a tu novia. Yo moriría si mi novia se quitara la vida, me iría junto con ella, ¿para qué quedarme en el mundo si no estaría con ella? Definitivamente esa no es la solución, lucha, lucha por lo que realmente quieres, lucha por salir adelante. Ese tipo no está bien, llama a la policía” –pidió. Mis lágrimas estaban empapando de nuevo mi ropa. 

“No quiero que ellos sufran, trataré de luchar, trataré de superar esto. Pero me siento tan sucia, tan usada, no creo que ella se merezca estar con alguien cómo yo” –envié. 
“si de verdad te ama, no verá lo que pasó, sino valorará que estés luchando por salir adelante” –recibí.

“Espero que ella sea como tú, que me entienda y me de tiempo. Aún así no le quiero decir la verdad, no quiero que sepa aún que soy una chica violada” –envié. 

“Entonces, espera hasta que las dos estén bien y puedan hablar tranquilamente. Karla por favor, no dejes que te vuelvan a tocar. Eso está muy mal, no dejes, no permitas que lo hagan” –recibí. 


Ya no le respondí, estuve allí viendo cómo la lluvia no cesaba y abracé mis piernas frente a mí una vez más. Mis lágrimas corrían de nuevo por mis mejillas. La noche invadió el barco y las luces comenzaban a encenderse. Tomé mi celular y caminé hacia dentro, allí me encontré con mi hermano quien me veía preocupado. 

Se acercó a mí y yo retrocedí un paso hacia atrás. Entramos al elevador y él solo me miraba, pero no me preguntaba nada. Louis también de vez en cuando me miraba pero solo se limitaba a picar los botones por nosotros. Mi hermano se bajó en nuestro piso y yo esperé a que las puertas se cerraran. Él me miró extrañado pero no dijo nada. 

Luego de salir del elevador caminé al salon donde las chicas ensayaban con la esperanza de que no hubiera nadie allí. Al entrar solo estaba Lucy y parecía escribir en una libreta algo y luego tocaba la guitarra. 
- Hola –me saludó cuando entré. 
- Hola –susurré.
- ¿Estás bien? –preguntó. 
- No en realidad, pero no importa –susurré y me senté en el piano- ¿puedo? –pregunté. 
- Claro –dijo y se quedó callada. 


Despues de Comenzar a Tocar, no pude evitar sollozar, tan fuerte que no podía seguir tocando. Lucy se levantó rápidamente para abrazarme, pero una vez cerca de mí se detuvo y no lo hizo. 
- Estoy bien –traté de decir. 
- Camila sabes que puedes hablar conmigo o con cualquiera de las chicas, sobre lo que te pasa. 
- Estaré bien –volví a decir. Lucy tomó mi mano y me llevó al sillon, me dio su guitarra y sonrió. 
- Toca algo para mí, sé que eres buena y te ayudará. 

No sabía qué tocarle así que le comencé a tocar pedasos de canciones que hacía mucho tiempo me sabía. 

Sentí cómo mi celular vibraba e interrumpí mis melodías aleatorias, le di la guitarra a Lucy para poder leer el mensaje. 

“Es de noche y si no quieres que les pase algo a tus amigos, más te vale que aparezcas por el corredor sur del primer piso, en la entrada B, frente al extintor” –era del mismo número desconocido de ayer. 

Sentí cómo una fuerte corriente eléctrica azotaba mi cuerpo, no quería ir. Eso era obvio pero tampoco quería tentar a estos tipos. 

-Me tengo que ir –le dije y ella me sonrió. 
- Está bien, estaré aquí… cada noche a esta hora si quieres hablar –dijo amablemente. 
- Gracias, pero no vendré –le dije y le di la espalda para salir de allí. 
- Camila, estamos preocupados por ti… ¿qué está pasando?
- Nada que ustedes puedan evitar. 

¿Destino?.- CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora