¿Destino? - Capitulo 14
Narra Lauren
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Llegué a mi camarote y lo primero que pensé fue en darme un baño, no me sentía nada bien. Entré a la tina y recosté mi cabeza, estuve pensando en muchas cosas y luego reí porque recordé el mensaje de “ella”, diciendo que se electrocutaría si me contestaba el mensaje con las manos mojadas.
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Tomé mi celular y comencé a teclear algo para ella. Tal vez ella podría hacer que mi día valiera la pena.
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“Hola, no sé qué tipo de emociones hayan pasado por tu corazón hoy, solo quiero que estés bien y que salgas siempre con la cabeza en alto” –envié y me terminé de duchar.
Al salir me puse el primer short que me encontré y una camisa cualquiera y me tiré en la cama, por primera vez en la vida no tenía hambre ni ganas de tomar algo.
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Estuve dando vueltas en esta, la verdad era que esperaba que “ella” me respondiera algo, pero cada vez que prendía el celular para ver si tenía algo. No había nada. El sueño comenzó a invadirme y sentí cómo Normani entraba sin hacer ruido. Se subió a su cama y en menos de quince minutos ya sentí su respiración mas calmada dándome la señal de que ya estaba dormida..
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Eran las cuatro de la madrugada y no podía dormir. Estuve caminando en el camarote, más bien dándole unas cuantas vueltas, me senté en una silla giratoria que allí frente a un pequeño escritorio se encontraba y comencé a pasearme en ella.
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De repente escuché que en mi celular sonaba La tonada especial que le puse a mi teléfono cuando me llegara un mensaje de ella, algo inmaduro, pero no lo veía así.. Rápido corrí hacia mi cama y me lancé a ésta para acallar el sonido del celular, antes de que Normani despertara.
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“Disculpa por no contestar más temprano, pero estaba dormida, ahorita tengo hambre así que por eso desperté. No tienes idea de cuanto necesitaba unas palabras como esas. ¿Por qué las chicas no pueden ser como tú?, los chicos son unos completos idiotas” –recibí. Reí ante esas palabras, si supiera que yo no soy perfecta. También me equivoco y la verdad, me equivoco más que cualquier otra o otro, pero ella tiene razon, los chicos son unos completos idiotas.
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“Gracias por pensar eso de mí –inicié- pero no soy tan perfecta como tú crees, cometo mis errores, y en ocasiones hago lo que en otros zapatos no haría, concuerdo contigo.” –envié. Dejé la silla y me recosté en el sillón, ya iban a ser las cinco de la mañana.
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“Pues no tengo idea de lo que hablas. A veces me gustaría estar contigo y hablar personalmente, estar cerca de una persona que me entienda y así poder sentirme en paz” –cuando leí eso, rápidamente sentí la necesidad de abrazarla. Me gustaría a mí también estar con ella.
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“A mí también me gustaría estar con una persona que me entienda y sienta que me necesita. ¡Demonios, por qué no te tengo cerca de mí! Siento la necesidad de abrazarte mujercita” –abracé a una almohada, mi necesidad de tenerla conmigo me ahogaba.
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“No digas más porque siento que puedo llorar y no quiero hacerlo. Espero que la chica con el que deseas salir te trate como te lo mereces, y tu sin duda darle cada grano de amor y de ese corazon tan grande que tienes.” –pidió. Me encantaría decirle todo lo que pasaba ahora, pero no era el momento para confesarle que siempre no trataría a la otra chica porque yo había vuelto con mi exnovia. Era demasiado para una madrugada.
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“No llores, una dama como tú no debería derramar una sola lágrima y menos por alguien como yo. Te quiero mujercita y que duermas bien. Recuérdalo… siempre con la cabeza en alto” –envié y puse mi cabeza en la almohada, el sueño me comenzaba a azotar.
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“Gracias por levantarme el ánimo siempre, si algun dia salgo con una chica espero que sea como tu. Que duermas bien y… yo también te quiero” –recibir esas hermosas dos palabras hicieron que mi día no fuera del todo una porquería.
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Día 4
Narra Camila
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Me quedé dormida de nuevo, luego de hablar con “ella”. Cuando desperté de nuevo eran las once de la mañana y me apresuré a bañarme pues sabía que Dean llegaría en cualquier momento. Me puse los jeans menos rotos que encontré y una playera azul marino, a él le encantaba que me vistiera de azul. Tenía una terrible resaca, pero ya estaba acostumbrada.
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Al salir sequé mi cabello y me maquillé ligeramente, mi hermana no estaba, me dejó una notita diciendo que desayunaría con mi papá. Al cavo de unos minutos escuché cómo tocaban a la puerta. Me apresuré y abrí.
- Buenos días –dijo Dean, ahora lucía una playera negra y unas bermudas blancas con negro. Sabía que odiaba ver a un hombre con sandalias así que traía converse negros.
- Hola –dije cerrando la puerta tras de mí.
- ¿Cómo te sientes? –me preguntó.
- Bien, aunque la verdad no recuerdo nada de lo que pasó anoche, solo recuerdo estar en el bar con una chica y luego… alguna cachetada y… ya. No supe quién me trajo al camarote.
- Yo te traje al camarote –me dijo- Una chica estaba contigo, y estoy segura que estaba a punto de besarte.
- Para con eso Dean, no te creo. –dije pensando en élla- es Lauren la novio de la chica del bar, ¿me pregunto a qué hora habrá llegado allí? –dije para mi misma.
- Ni idea –dijo tomando mi mano. Caminamos hacia un restaurante que se encontraba en el segundo piso y nos sentamos en una esquina.
- Te vez cansada –me dijo, su mirada tierna me invadía el corazón.
- Lo estoy, anoche… no pude dormir bien –dije viendo la carta.
- Bueno… cuando te llevé ibas bastante inconsciente –dijo riendo, yo reí tímidamente y no sabía qué pedir- Pide algo realmente dulce para que se te quite la resaca, tal vez una copa de fruta con miel –me sugirió. Pedí eso y él pidió hot-cakes, mis favoritos.
Estuvimos desayunando en silencio, realmente no sabía qué pensar de Dean. Hoy se estaba comportando como cuando lo conocí. Era educado, lindo y atento. Pero eso lo era conmigo y ¿si con otras personas era malo?
- Dean… -traté de iniciar, él me miró y sonrió. Yo tímidamente sonreí- ¿en verdad lo quieres intentar?
- Sí –dijo rápidamente. Mis manos temblaban. Él sonrió de nuevo y tomó mi mano- sé que vivirás en Londres, por eso renuncié a mi empleo y trataré de conseguir uno allá, sé que hay buen negocio en los restaurantes, tal vez ponga uno –dijo pensando en voz alta.
- ¿Cómo supiste que yo te daría una nueva oportunidad? –pregunté.
- No lo sabía. De hecho, pensé que duraría más rogándote que volvieras conmigo, pero desde un principio dijiste que sí. Con el mensaje que me enviaste pensé que… ya nunca me darías la oportunidad.
- Yo también me sorprendí –dije tomando un poco de fruta con el tenedor.
- Mila, lamento mucho lo que te hice. De verdad me porté como un idiota, ni siquiera sé en qué estaba pensando –yo lo miraba fijamente. Notaba ¿sinceridad en él? Dios, estaba tan confundida.
- Dean yo… -él se paró y se acercó a mí. Puso una rodilla en el suelo y puso su mano en mi barbilla.
- Sé que me he portado mal contigo, sé que no confías en mí. Por eso estoy dispuesto a estar pidiéndote perdón el resto de mi vida, hasta que tú te convenzas de que he cambiado.
Sacó algo de su bolsillo. Una cajita pequeña y negra. “Dios no… no lo hagas” –rogaba en mi cabeza.
- Camila, tal vez este no sea el mejor momento, pero ya no puedo esperar más.
Yo estaba con los ojos como plato viendo toda esa escena. Los señores que nos acompañaban en el restaurante nos observaban y fue cuando noté una mirada en especial clavada en mí. A lo lejos en una mesita cruzando el corredor se encontraba Lauren y Kelly desayunando, ella parecía hablar y hablar y Lauren me observaba a mí con cierta preocupación.
- ¿Me harías el honor de casarte conmigo? –pidió Dean. En ese momento sentí cómo las lágrimas salían de mis mejillas y mi corazón se quebraba. Yo amaba a Dean, pero casarme con él era un compromiso mayor. Era algo… real, algo para toda la vida. ¿De verdad quería estar con él… por el resto de mi vida?
A Lolo se le borró la expresión de la cara, se levantó de la mesa y se fue. Kelly se quedó sentada observando cómo se iba y siguió comiendo. Yo observé a Dean, quien aún estaba arrodillado. Todas las mesas a nuestro alrededor esperaban mi respuesta. Mi voz no salía y lo único que hice, fue mover la cabeza de arriba a abajo.
Él rápido se acercó a besarme y abrió la cajita pequeña que tenía. Era un anillo bastante hermoso, tenía una gran piedra al centro y era de oro blanco. Me lo puso en el dedo anular y me volvió a besar.
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Estábamos aún desayunando cuando sentí cómo mi celular comenzaba a vibrar. Rápido lo saqué de mi bolsillo y noté que era un mensaje de “élla”.
- Lo siento, debo de contestar el mensaje –dije.
- ¿Cómo es que aún te funciona? –preguntó confundido.
- Es que es satelital, pero supongo que cuando estemos en medio de la nada dejará de funcionar.
- De acuerdo, puedes contestar no te preocupes –dijo y siguió comiendo.
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“Buenos días, ¿nunca has sentido la necesidad de interrumpir algo importante? Yo la acabo de sentir y creo que cometí el más tremendo error de no hacerlo”.
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Odiaba cuando “élla” se sentía culpable o mal consigo misma. Suspiré y luego observé la silla vacía en la cual estuvo Lauren.
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“No, nunca la he sentido. Pero sí he sentido la necesidad de que alguien me interrumpa o intervenga en algo importante. No te sientas culpable. Las cosas pasan o no pasan por algo” –envié.
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Terminamos de desayunar entre risas. Élla me dijo que tenía algunas cosas qué hacer así que fui a mi camarote por la cámara que la vampira pecosa me había regalado y subí a la cubierta. Allí estaba élla. Sostenía el celular con ambas manos y su mirada parecía perdida. Se giró a verme cuando escuchó el Click de mi cámara.
- Lo siento, no quise incomodarte –le dije y me puse a su lado, recargué mis codos en el barandal y seguimos observando el mar. Élla tenía la mirada clavada en mi anillo.
- No me dijiste que tenías novio –dijo con mucha seriedad.
- No lo tenía –dije.
- Entonces, ¿quién es el chico con el que te comprometiste hoy? –dijo tocando mi anillo. Yo lo toqué delicadamente y giré el anillo para que solo quedara la parte de la argolla.
- Bueno… yo…
- No me interesa saberlo, no importa –dijo antes de que yo contestara.
- ¿Recuerdas al chico que aún amaba? –le pregunté, élla me dio un fugaz vistazo y asintió.
- Él es Dean, mi… prometido.
- ¿Recuerdas a la chica que me engañó? –me preguntó.
- ¿Cómo olvidarla? –le dije. Él agachó la mirada.
- Es Kelly, mi actual novia –dijo mordiendo una de sus uñas.
Suspiré y me quedé callada. Estuvimos viendo montones y montones de parejas besándose y jugando. Recordé cuando Dean y yo hacíamos siempre eso, jugar y besarnos.
- ¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche? –preguntó con una mirada intrigante.
- No, solo tengo leves imágenes. Recuerdo que estuve con Kelly y luego, una cachetada y… ya.
- Bueno, creo que ofendiste a mi novia y luego ella se desquitó. Te caías de ebria y yo me ofrecí a llevarte a tu camarote, no dijiste nada. En el pasillo me encontré con tu actual prometido y me dijo que él se encargaba.
- Oh –dije- ¿Qué le dije a tu novia?
- Que si ella era mi engañadora –rió. Yo me puse roja como un tomate, no podía creer lo imprudente que había sido. No, la verdad si lo creía.
- ¿Fue cuando ella me cacheteó? –reí. Él también comenzó a reírse.
- Sí, por cierto tienes un pequeño rasguño en la nariz –me dijo apretándomela.
Yo reí y comenzamos a bromear sobre muchas cosas. Esta chicc era tan agradable. Ahora sé que las dos teníamos nuestro propio compañero y ninguna se sentiría sola.
- ¿Te casarás con él? –preguntó de la nada, hizo que mi sonrisa se borrara y pensara bien en las cosas.
- No sé –dije viendo la piedra de mi anillo- Regresamos ayer y… digamos que yo no estaba en mis cinco sentidos.
- Devuélvele el anillo entonces –dijo sonriente.
- ¿Por qué no quieres que me case con él? –pregunté intrigada. A élla se le borró la sonrisa.
- No es que no quiera que te cases, sí quiero que lo hagas. Pero… con él –inclinó un poco la cabeza y frunció el ceño- es solo que acaban de volver y ya quiere casarse contigo. Ni siquiera han hablado lo suficiente y tú ya le diste el sí y ¿si él no viene con buenas intenciones?
- Lauren ¿estás celosa? –élla se sonrojó..