Nunca pensé que llegaría un momento en el que me pondría en contra de mi madre de esa forma, no había dudado con lo que hice o dije. Tampoco creía que le diría las cosas que le había dicho al saber que me estaba mintiendo de la forma en la que lo hacía. No obstante, todo cambió al llegar a West Salem.
Desde que tenía uso de memoria habíamos sido nosotras cuatro, mi madre, las gemelas y yo. No me imaginaba una vida en la que ellas no estuvieran presentes, en las que no tuvieran un papel importante. Habíamos estado desde siempre juntas y lo estaríamos para siempre.
O eso era lo que yo creía, pero la situación se había vuelto insostenible. No podía seguir permitiendo que nuestra madre nos tratase así, no solo por las mentiras que me decía a mí, sino por las que le diría en un futuro a las gemelas.
Además, ¿y si por ocultarles las cosas a Febe y Hebe salían heridas? Quizá yo no podía estar ahí para salvarlas, o ellas no tendrían a alguien como el señor Fitzgerald que apareciese de la nada para impedir que las atacasen, lo más probable era que no tuvieran tanta suerte como la había tenido yo.
Febe y Hebe eran mis pequeñas, mis niñas. Siempre me había sentido un poco responsable de ellas, eran mis hermanas y tenía que protegerlas de todo.
Aunque mi madre en esos tiempos no me había dicho el porqué huíamos en parte me sentía la culpable, al igual que el motivo por el que nuestro padre nos abandonó.
Al sentirme de ese modo me volqué al completo con las gemelas, yo les había arrebatado la oportunidad de tener un padre. Fue por mi culpa, o era lo que creía, por lo que las mimé y consentí en todo lo que querían intentando suplir el cariño que debería haberles dado Jake con el mío.
Amaba tanto a mis dos hermanas que haría cualquier cosa por ellas, lo que fuese, llegando a matar si era necesario. Las quería tanto que estaba dispuesta a aventurarme en una búsqueda de otras hadas y su reino para estar a salvo.
Sin embargo, antes de irme con ellas debería investigar acerca de dónde se situaban para poder protegerlas mejor y tener un plan. Era muy impulsiva, sí, pero cuando mis hermanas estaban por medio intentaba ser lo más racional posible.
Quizá debería hablar con el señor Fitzgerald sobre ello. Lo más probable era que él supiera algo más que yo, que no era difícil. Él parecía conocer todo acerca de las criaturas sobrenaturales, sus puntos fuertes, sus debilidades y su localización.
Suspiré y seguí sin apartar la mirada de mi madre, quieta, observándola después de confesar en voz alta que si no me decía la verdad me llevaría a las gemelas lejos. Yo esperaba que reaccionase, que dijese algo, pero no decía o hacía nada. Estaba quieta, apoyada en el marco de la puerta sin ni siquiera mirarme a los ojos procesando lo que acababa de decirle.
—¿No vas a decir nada? —pregunté—. ¿De verdad? Acabo de decirte que me llevaré a las gemelas lejos de ti y tú no dices nada.
Negó con la cabeza aún sin mirarme y se marchó, dejándome sola con mis pensamientos y mi propia rabia.
A la mañana siguiente, intenté pasar el máximo tiempo posible con las gemelas, calmarlas sobre todo ya que seguían muy preocupadas por haberme visto hacer las maletas, tenían miedo de que las abandonara.
—¿De verdad que no te irás? —Hebe me miró con el ceño un poco fruncido y con esos ojos azules que tenía, los mismos de Febe y mi madre.
—Os lo prometí. Yo cumplo mis promesas.
—Lo sabemos. —Febe asintió—. No como mamá.
—¿Qué pasa ahora con mamá?
—Siempre que nos vamos de una ciudad nos dice que volveremos pero nunca lo hacemos... —musitó Febe.
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Inolvidable ¹
FantasyTras mudarse a un pueblo misterioso, Aerith se verá obligada a elegir entre un vampiro que grita peligro y un chico que oculta un secreto. **** Aerith odia las mentiras. L...