Capítulo Quince

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El resto de la comida me limité a contestar a lo que me preguntaban siendo bastante seca y sin decir mucho. Ya no me apetecía seguir ahí, quería irme, por lo que no tenía la iniciativa para seguir hablando más de dos frases seguidas o sacar tema de conversación.

Mi mente solo podía pensar el posible motivo por el que un hombre que no me conocía de nada me hubiese mentido. ¿Qué ganaba haciéndolo?

—Aerith y yo iremos a dar una vuelta por el bosque —anunció Blake justo al acabar de comer sin pedirme opinión—. Luego la llevaré a su casa, así que lo más seguro es que tarde en volver.

—¿Volveremos a verte? —preguntó Will con una gran sonrisa—. Yo quiero, eres muy guapa y simpática.

—No lo sé, Will. No depende de mí.

—Está claro que sí —interrumpió Zara de mala gana—. Si Blake le dará clases de defensa personal. Estará aquí casi cada día, lo veo venir. Tendré que taparme la nariz para no ponerme nerviosa al saber que está aquí.

El desprecio en su voz fue tal que la miré sorprendida, dispuesta a preguntarle qué le pasaba conmigo para hablarme de ese modo.

—Zara. —El señor Lycaon ni siquiera levantó la voz. Pronunció el nombre de su hija y eso ya fue suficiente para que se levantase de la mesa y se fuera sin reprochar nada o quejarse.

Y era extraño. Demasiado extraño.

—¿Eso es que volveremos a verte? —La voz de Will hizo que volviese a prestarle atención, fijándome mejor en su sonrisa, le faltaban algunos dientes, al igual que a las gemelas.

—Will, suficiente —pidió Blake—. La verás si te portas bien.

—¡Siempre me porto bien! —protestó—. La culpa siempre es de Brandon.

—¡Eso no es cierto! —se quejó el aludido.

—Vámonos. —Entendí lo que expresaba con la mirada y me despedí de forma educada de todos los Lycaon y agradecí a los padres de Blake la hospitalidad que habían tenido conmigo. Las despedidas más efusivas fueron con Will y Carol, la pequeña me dio un beso en la mejilla antes de empezar a reír por la vergüenza—. No te he preguntado si querías irte —murmuró Blake una vez en el porche de su casa—. Sabía que mi hermana tarde o temprano diría algo en tu contra, quería evitarlo. No he podido, lo siento por eso. —Sus ojos me estaban examinando mientras hablaba—. Ya te he dicho que Zara...

—No es que me haya molestado —admití—. No ha sido simpática o agradable, eso es cierto, pero podría haber sido peor, ¿no?

—Mi padre la ha controlado, como siempre —afirmó—. ¿Quieres pasear o quieres que te lleve a tu casa? A mí no me importa acompañarte de vuelta.

—Enséñame el bosque —pedí observando el paisaje, distraída—. Estoy segura de que conoces sitios en los que yo no he estado.

—No tienes muchas ganas de volver a tu casa, ¿me equivoco? —Asentí de forma sutil y apreté los labios.

—Nunca he estado en esta parte del bosque. —Como él no siguió hablando, lo hice yo—. Muéstramelo.

Lo seguí a una distancia prudencial. Él era el que conocía el lugar y si había algún tipo de peligro prefería estar preparada y tener unos segundos extra para poder actuar. Aunque no era lo único, al no ir a su lado no tenía que hablar con él, podía pensar con tranquilidad.

Seguía sin entender el motivo por el que el señor Lycaon me había mentido y me preguntaba qué relación tenían él y mi madre. Dudaba ya de la explicación que me había dado sobre que no se habían visto o hablado.

Inolvidable ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora