Parte 12

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Desde que era pequeña mi madre siempre me contaba historias lejanas de una tierra antigua en donde los animales tomaban formas humanas solo para jugar bromas a los humanos, mientras que mi padre me contaba historias sobre lobos que la luna creo, me crie entre cuentos de hadas que explicaban de una manera fantasiosa la clase de seres sobrenaturales que había en los bosques.

Recuerdo que una vez mi madre curo mis heridas, los niños no soportan bien lo que no es común, es irónico cuando soportan la idea de un humano convirtiéndose en animal, ella con esa sonrisa que iluminaba la noche más ocurra curaba mis heridas, su piel era cálida como la tarde de otoño, ella acaricio mi cabello y beso mi frente y dijo dulcemente.

-Mi ... Piuca.  "Mi pequeña niña", así me llamaba ella.

-Deberías enseñarle tu idioma también, Mina... ¿Qué sucedió esta vez?. Decía mi padre tranquilamente, mientras miraba las vendas con sangre.

-Nada, sabes cómo son los niños, quieren ver los que mi pequeña piuca aun no está preparada para mostrar.

-Esto es el colmo, no voy a seguir permitiendo esto, hablare con madre Nurat, esto tiene que parar. Cuando mi padre se enojaba sus ojos cambiaban de color, yo muchas veces ocultaba lo que los niños hacían por que no quería que se enojase, mientras que mi madre cuando se enteraba, lograba calmarlo como en ese momento, ella envolvía con sus brazos a mi padre y el resoplaba fuertemente hasta que finalmente se calmaba.

Esos recuerdos ya no los tendré, mirando al pasado sería mejor callar y permanecer tirada aquí, en el frio del bosque, olvidar todo.

- ¿Y eso sería fácil no Puiule?. Reconozco esa dulce voz, la más anciana, la mayor madre Nurat, una anciana mujer de piel clara de largos cabellos castaños cubiertos por una mantilla esos ojos color aceituna escondían el conocimiento de generaciones dentro.

-Eres solo una alucinación. Dije con dificultad, por alguna extraña razón me sentía muy cansada y mareada.

- ¿Eso crees?, me conoces más que nadie, pero está en ti creer o no. Ella me toma en brazos y apoya mi cabeza en su regazo y me acuna acariciando con dulzura mi cabeza como siempre lo hacía cada vez que lloraba por que no entendía el trato de algunos de la aldea.

-Duele mucho. Dije entre sollozos. -No tengo a nadie.

-Y el Yeru... ¿Acaso no lo tienes a el?.

-El ya no está aquí.

-Y si lo traigo a ti... una vez te dije que confiaras en él.

-Si.

-También te dije que cuando te sintieses en peligro pidieses ayuda al bosque él te protegería.

-Si... pero no entiendo, ¿Qué soy?.

-Eres una unión imposible, muchos querrán hacerte suya, pero está en ti elegir si lo permites Puiule, recuerda.

-Pero no recuerdo nada, ninguno de mis padres me dijo lo que era.

-Recuerda de donde viene tu madre y luego recuerda las historias que te contaba, el Yeru te ayudara.

-¿Te quedaras conmigo?.

-Solo hasta que venga por ti.

-¿Por qué?.

-No es momento aun, Puiule... tranquila el está cerca. Sentí su cálida mano acariciar mi cabeza y una sensación de calor como si estuviese en primavera, después de eso no escuche más la voz de madre Nurat o ninguna otra voz.

En el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora