Capítulo 2

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Aun no podía creer que yo iba a morir. Estaba mañana me había levantado creyendo que todo fue un mal sueño, pero el terrible ataque de tos que me dio y las ligeras manchas de sangre que vi en mi mano me recordaron mi enfermedad.

Me encontraba acostada en mi cama descansando de aquel terrible momento matutino. No tenía muchas ganas de hacer algo, ni siquiera había desayunado aun. Miré por la ventana que estaba a un lado de mi cama. El sol de verano estaba irradiando con fuerza, invitándote a pasar un gran día afuera, pero yo solo quería quedarme aquí. Vaya manera de pasar el verano.

— ¿Eli? —Me giré cuando escuché que mi madre me llamó— Marco vino a verte.

Me senté en la cama y arreglé un poco mi cabello. Le había mandado un mensaje a Marco diciéndole que necesitaba hablar con él. Tenía que contarle a mi novio sobre mi enfermedad, aquello no era algo que iba a poder esconder, además, él tenía derecho a saber la verdad.

—Dile que pase—jugué con mis dedos en mi regazo, me sentía ligeramente nerviosa, tenía miedo de romperle el corazón con aquella noticia.

A los pocos minutos de que mi madre había salido de mi habitación, Marco entró. Él me regaló una enorme sonrisa, de esas que te pueden derretir y a la cual nunca le puedes decir "no". Le devolví la sonrisa y él se sentó a mi lado en la cama. Frunció el ceño al darse cuenta de que seguía en pijama y en la cama a esta hora, no era algo común en mí.

— ¿Te encuentras bien, nena? —llevó el dorso de su mano a mi frente para revisar mi temperatura corporal.

—No—tomé su mano y acaricié sus nudillos—. La verdad es que tengo algo serio que contarte.

Él me miró con preocupación y acarició mi mejilla con ternura.

—Nena, no me preocupes, ¿qué pasa?

Bajé la mirada mientras entrelazaba sus dedos con los míos.

—Ayer fui con mi madre al médico y nos dio los resultados que me hicieron el otro día.

—Cierto, ¿qué fue lo que te dijo?

Cerré los ojos un momento e intente encontrar el valor necesario para decírselo. Aquel iba a ser la primera vez en que yo lo iba a decir en voz alta y si antes no se sentía real, ahora no iba a tener más escapatoria, iba a ser más que real. Abrí los ojos y lo miré fijamente.

—Es cáncer—murmuré y él se quedó callado—. El doctor me explico que es cáncer pulmonar y... no hay nada que hacer, ya que ha invadido mi otro pulmón—seguí esperando la reacción de Marco, pero él simplemente se quedó en silencio, mirándome fijamente—. Amor, dime algo.

Llevé mi mano a su mejilla para acariciarla pero él la apartó de un manotazo.

—No me toques—gruñó.

Sentí que mi corazón se quebró en mil pedazos. ¿Qué pasaba? ¿Por qué actuaba así conmigo?

— ¿Amor?

Marco se levantó de la cama y me miró con asco.

—No me llames así. Tú y yo ya no somos nada—él se levantó de la cama y yo fui detrás de él.

—Pero Marco—intenté tomar su mano pero se apartó.

— ¡Me das asco! No quiero tener a una novia enferme y probablemente eso se me contagie—la mirada que me dio de asco me rompió en mil pedazos el corazón. No reconocía al chico que tenía frente a mí, y no podía creer que ese chico que me había dicho te amo y prometido un para siempre, me estaba dejando cuando más lo necesitaba—. No me busques.

Él se dio la vuelta para salir de mi habitación y no volver jamás. Sentía que mi mundo se estaba cayendo a pedazos. La persona a la cuál amaba, con la que hubiera querido compartir lo que me quedaba de vida me estaba abandonando, haciendo que su infinidad de promesas valieran nada. No, él no podía dejarme solo así. Salí corriendo de mi habitación, pero para cuando había llegado a la calle su auto había arrancado y él nunca miró hacia atrás.

Con el corazón hecho girones entre a casa, luche por no romper a llorar en medio de la sala. Me guardaría mis lágrimas para mi soledad en mi habitación. Pasé por la cocina y escuché que mi madre tenía una conversación muy animada por teléfono.

—Claro que sí, Denisse. Me alegra mucho que vengan a pasar las vacaciones de verano aquí. Te he extrañado demasiado. No, no tenemos planes para mañana. Sería excelente que vinieran. Theodore y Paul podrían hacer una barbacoa. Sí, a los chicos les encantará. Mañana regresa Wade de España. Será perfecto para celebrar. Excelente. Hasta mañana.

No sé por qué razón me había detenido a escuchar la conversación de mi madre. Ella se giró y me miró recargada en el marco de la puerta.

—Oh, Eliana, no te vi. ¿Todo bien, cariño?

Sentí un nudo en mi garganta. No. Nada estaba bien. Simplemente asentí con la cabeza e intenté sonreírle.

— ¿Con quién hablabas?

—Era Denisse Jonas, mi mejor amiga desde la primaria. ¿La recuerdas? Solían llamarla tía Denisse.

Intenté buscar en mi memoria, entonces recordé a la tía Denisse. Tenía tres hijos. Dos de ellos eran adorables y muy buenos amigos, menos Joseph, él era un dolor en mi trasero. Siempre le cortaba el cabello a mis muñecas y me pegaba chicles en la ropa o el cabello.

—Sí, ya recuerdo. ¿Wade vendrá mañana?

—Sí.

—Me alegro—me di media vuelta para salir de la cocina.

—Lamento lo tuyo con Marco.

Sentí que en ese momento el aire escapó de mis pulmones. Nunca podía ocultarle nada a mi madre.

—No digas nada. Solo es duro darse cuenta de quien tu amas no es quien dijo o mostro ser.

Sin más que decir corrí a mi habitación y me encerré para llorar. Tal vez muchos dirán que él no vale la pena, pero no lloraba por él. Lloraba de desilusión, por mis sueños muertos, mí tiempo gastado en una persona que no lo valía. Lloré por haber entregado mi corazón a la persona equivocada.

A little bit longerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora