Capítulo 19

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Tres semanas de vacaciones habían pasado volando frente a mis ojos. Pasar tiempo con mis hermanos, con los Jonas y Demi, hacía que el tiempo pasara demasiado rápido. Es bueno tener amigos que hacen tus días mejores, felices y que las horas corren con rapidez.

Faltaban solo dos semanas más de vacaciones y probablemente los Jonas y Demi se irían y regresarían a su antigua vida de giras, fans locas y entrevistas. Maldición, los iba a extrañar demasiado cuando eso pasara. Pero no quiero pensar en ello, solo quiero disfrutar de mis nuevos amigos. Ayudaba a mi madre a secar los platos cuando me llegó un mensaje. Era de Joe: "¿Tienes algo que hacer hoy en la noche?" Me puse a pensar y me pareció raro que ni sus hermanos ni los míos hubieran planeado algo: "No tengo nada que hacer." La respuesta de Joe no tardó en llegar: "¿Vamos a la feria?" ¡La feria! La había olvidado, me encantaba ir a la feria: "Claro, me encantaría, pero Esther se pone hiperactiva con el algodón de azúcar. Aunque creo que a Demi le encantará nuestra feria." Terminé de ayudar a mi madre con los platos y salí de la cocina para ir a preparar algo de ropa. "La verdad, pensaba en ir solo tú y yo, ¿qué dices?, contestó Joe. Me quedé sorprendida ante aquello, acaso, ¿era una cita? ¿Joe me estaba invitando a una cita? Me mordí el labio inferior mientras mandaba la respuesta: "Me encantaría". Sacaba un short de mezclilla y una blusa de tirantes de mi armario cuando llego la respuesta de Joe: "Paso por ti dentro de 15 min."

Sentí en un sinfín de emociones revolotear en mi estómago. Maldición. Era mi segunda cita con Joe. Al pasar de los días podía sentir que había algo entre nosotros y ya no valía la pena mentirme. Me gustaba Joe. Demasiado. Terminé de vestirme y me estaba terminando de trenzar el cabello cuando Ella entró a mi habitación.

—Joe está esperándote afuera—dijo mientras se recargaba contra el marco.

—Ya estoy lista—dije tomando mi celular y poniéndolo en el bolsillo trasero de mi short.

—Me gusta verte feliz, Eli—dijo mi hermana con una sonrisa.

—Gracias—abracé a mi hermana con fuerza.

Wade entró a la habitación y nos separó a Ella y a mí. De la nada comenzó a revisar cada maldito bolsillo de mi short.

— ¿Qué crees que haces? —pregunté confundida.

—Busco condones—contestó como si nada.

— ¿Qué? —exclamé y lo aparté de un empujón.

—Solo intento cuidarte.

—Por favor no me avergüences—puse los ojos en blanco.

—Ya lo registre a él y no trae nada, así que todo está bien.

— ¡Te odio! —lo empujé por el pecho y salí con molestia, pero todo desapareció cuando me topé con la sonrisa de Joe.

—Te ves tan hermosa—dijo cuando estuve frente a él—. ¿Lista?

—Sí.

Me despedí de mis padres y mis hermanos para salir tomada de la mano de Joe.

Al bajar del auto el aroma de la feria golpeo mi nariz. Cerré los ojos y aspiré con fuerza disfrutando del inigualable aroma. Al instante mi estómago rugió del hambre.

— ¿Qué quieres hacer primero? —preguntó Joe después de pagar las entradas.

—Comer—dije con una enorme sonrisa.

—Ya somos dos.

Sin soltarnos la mano en ningún momento, ambos fuimos a un puesto de comida y mientras comíamos nuestras banderillas paseamos por la feria. Joe se puso a jugar en algunos puestos y ganó para mí un enorme oso de peluche. Había sido demasiado dulce de su parte.

Cuando estuvimos seguros de que no íbamos a devolver la comida decidimos ir a los juegos. Joe incluso me hizo subir al carrusel y sentarme en un caballo. Me gustaba ese lado de él, que aun conservara su niño interno y no le diera miedo sacarlo. Era demasiado divertido y siempre terminaba doliéndome el estómago de la risa. Las horas a su lado desaparecían. Todo el mundo desaparecía, solo estábamos él y yo.

—Creo que deberíamos irnos—dije al ver la hora en mi reloj—. Son las 11 de la noche. Mi madre me matará.

—Un último juego—suplicó Joe haciendo ojos de perrito—. Quiero llevarte a mi juego favorito.

—Está bien, pero es el último.

—Perfecto.

Besó mi mejilla y tomó mi mano para llevarme corriendo por toda la feria. Ambos nos detuvimos en la fila para subir a la rueda de la fortuna. Nunca hubiera imaginado que ese es su juego favorito.

Ambos subimos al juego y nos dio dos vueltas. A la tercera vuelta la rueda se detuvo dejándonos a Joe y a mí en la cima. Me pareció excelente. Era de noche y se podían admirar las estrellas y... tal vez era yo o el cielo, no sé, pero esa noche, las estrellas estaban brillando con más intensidad.

—Eli, quiero disculparme contigo—murmuró Joe y yo me giré mirándolo con sorpresa.

— ¿Por qué? —pregunté frunciendo el ceño.

—La primera vez que te vi me comporté como un idiota.

—Joe—le sonreí de manera dulce—, eso quedó en el pasado.

Él tomó mis manos con dulzura y me miró a los ojos. No pude evitar estremecerme ante su dulce mirada.

—Eli, sabes los sentimientos que tengo por ti y con el paso de los días no han hecho nada más que crecer. No puedo pasar otro día sin ti, Eliana. Sé mi novia, por favor.

Sentía mi corazón latiendo a mil y sentí las lágrimas pidiendo salir, pero las contuve. Ni siquiera podía hablar, lo único que hice fue decir que si con la cabeza. Joe tomó mi rostro entre sus manos con dulzura, me acercó a él y unió nuestros labios en un tierno beso. Sentí mi cuerpo entero derretirse entre sus manos. Aquel beso se sentía como volver a la vida. Me sentía tan viva.

Juntó su frente con la mía y reí sintiendo como la felicidad burbujeaba en mi pecho.

—Te quiero—susurré.

—También te quiero.

Escuchamos que alguien carraspeó y nos dimos cuenta que el juego sehabía vuelto a mover y se detuvo. Gente ya nos estaba esperando con impacienciapara que bajáramos del juego. Entre risas Joe y yo bajamos de la rueda de lafortuna. Me sentía tan feliz, no recordaba un día en el que hubiera sido tanfeliz como este. 

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