Capítulo 24

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Cuatro meses después.

Hoy era el día.

Finalmente.

Me casaría con Joe Jonas.

Miro mi reflejo frente mí e intento contener las lágrimas de felicidad. Nunca he sido ese tipo de chicas que se mueren por ser princesas, pero hoy, en el día de mi boda, me veo como una princesa y... me gusta. Nunca en mi vida me había sentido tan hermosa.

Acaricio con lentitud la tela de mi vestido y me muevo de lado a lado viendo como baila mi vestido. Me siento como una niña a la cuál le cumplen su más grande sueño.

—Aquí está el ramo—dijo Esther entrando a la habitación y me lo entregó.

—Gracias.

—Oh por todos los cielos—exclamó mi madre y se cubrió la boca—. Eliana, estas preciosa—lo único que hice fue agradecerle con una sonrisa mientras la miraba a través del espejo.

Me lleve una mano al vientre sintiendo como las mariposas se agitaban con nerviosismo. Cerré los ojos y aspiré con fuerza, el pecho me dolió, probablemente de la emoción.

—Chicas, el auto les espera—dijo entrando mi padre al entrar—. Madre mía, los ángeles se caen del cielo.

—Papá—dije entre risas, me acerqué a mis padres y los abracé—. Gracias.

—Eli—murmuró mi madre y vi que ambos tenían los ojos llorosos—, creíamos que no vivirías para... entregarte y...—los labios de mi madre temblaron.

—No tienes que decir nada—dije con un nudo en la garganta—. Los amo.

—Y nosotros a ti—contestó mi padre mientras nos abrazaba a las dos—. Bueno, no hagamos esperar más al futuro y nervioso esposo.

Entre bromas y risas bajamos las escaleras para salir de la casa, donde me esperaba el auto que me llevaría a la iglesia.

El trayecto fue bastante incómodo. Se me dificultaba respirar, pero debía ser por los nerviosos y la maldita faja que llevaba debajo del vestido. Aun así me las arregle para sonreír y lucir lo más tranquila que podía.

Al llegar a la iglesia todo estaba listo. Los invitados me esperaban adentro. Todos, incluido Joe, solo me esperaban a que entrara. Sentía que mis piernas me temblaban cual gelatina. Por suerte me sostenía del brazo de mi padre.

La marcha nupcial inundó el aire y mi corazón se aceleró. Las puertas se abrieron de par en par y todas las miradas estaban puestas en mí. Mi padre y yo comenzamos a avanzar por el pasillo. Le sonreía a todos los invitados con gratitud por haber venido, pero al final del pasillo, lo que vi me paralizó el corazón por un momento. Joe vestido con su traje de novio, se veía tan guapo. Nuestras miradas se cruzaron mi sentía mi corazón latir tan fuerte que el pecho me dolió aún más, pero por un momento eso no me importo.

Como si de un tesoro se tratara, mi padre me entregó con mucho cuidado en las manos de Joe. El predicador comenzó a hablar, pero yo solo podía pensar y ver a Joe. Me perdí en esa mirada ámbar tan dulce que él poseía. Me embriague de su sonrisa y decidí guardar aquel instante en mi memoria para toda la eternidad.

—Joseph Adam Jonas, ¿acepta a Eliana Brown como su legítima esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe?

—Acepto—dijo Joe viéndome con un brillo intenso en los ojos.

—Eliana Brown, ¿acepta a Joseph Adam Jonas como su legítimo esposo, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

—Entonces, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Joe me tomó en sus brazos con demasiada delicadeza, me acercó a él y yo lo abracé por el cuello para terminar de atraerlo hacia mí. Nuestros labios se rozaron y me estremecí al sentir un escalofrío.

Nos besamos.

Y fue mágico.

Estaba besando a mí ahora esposo.

Nunca en toda mi vida había sido tan feliz como en ese instante. Nada iba a poder arruinar algo tan perfecto.

Pero me equivoqué.

En ese instante sentí que algo dentro de mí explotaba. Lo sentí incluso borboteo en mi pecho. Me aparté de Joe y gemí de dolor. Sentí el sabor metálico de la sangre subir por mi boca. Mis piernas me fallaron y sentí que las fuerzas abandonaban mi cuerpo.

— ¡Eliana! —Gritó Joe y me atrapó justo antes que mi cabeza tocara el suelo—. Amor, ¿qué sucede? —sentía que me ahogaba con mi propia sangre. Veía los ojos de Joe inundarse de lágrimas.

Llevé una mano a su mejilla para limpiar las lágrimas pero solo vi como manchaba su rostro con mi sangre.

—Te...te amo—logré murmurar.

—También te amo—dijo Joe entre lágrimas, se inclinó con suavidad y a pesar del frío que sentía el calor de sus labios me tocó el corazón.

Sentía mis ojos pesados, quería luchar por mantenerlos abiertos y ver solo a Joe, pero no pude más. La voz de Joe diciéndome te amo y el calor de sus labios me envolvió y...

A little bit longerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora