Son una nueva generación de magos,las cartas mandadas por lechuzas y los mensajes a través de patronus han llegado a su fin.
Hace diecinueve años que Voldemort fue derrotado y esta nueva generación tiene muchas cosas que contar y experimentar.¿Es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi corazón se estaba rompiendo al ver a Rose en esa cama, completamente dormida.Estaba estable, su vida ya no corría peligro pero, los médicos no sabían cuando despertaría del coma.Pasé una mano por mi cara y me puse de pie, tomé una de las mantas que había en la habitación y tapé a Scorpius con ella.
Desde que habían traído a Rose a San Mungo, Scorpius no se había separado de ella.Cada noche dormía en la silla junto a su cama y solo se iba a casa cuando ducharse era completamente necesario.
Salí de la habitación con la idea de tomar un café, vi a Anna apoyada en la pared con los brazos cruzados sobre su pecho.Últimamente no había podido prestarle mucha atención y me hacía sentir un poco culpable.
—Tienes una cara horrible, Potter—dijo, sus ojos miel brillaron de manera burlona.
Sonreí y no pude evitar sonrojarme, siempre que me hablaba me pasaba lo mismo.Ella sonrió y se acercó un poco a mi.Puse mis manos delante de mi pecho, tenía que dejarle las cosas claras y tenía que ser ahora.
—Anna....—empecé a decir, se pegó completamente a mi y eso hizo que, bueno, mis manos acabaran en cierta parte de su anatomía que no debería tocar en público.Retiré mis manos y las dejé caer a ambos lados de mi cuerpo.
—Ni pienses que vas a poder alejarme tan fácilmente, Potter—murmuró mientras apretaba su agarre a mi alrededor.
—Anna, yo ahora no puedo tener una relación, con todo lo que está pasando en mi....—sus labios se presionaron contra los míos con fuerza, perdí un poco el equilibrio y ella aprovechó para apoyar mi espalda en la pared.Tomó mis muñecas y rodeó su cintura con mis brazos.
—Estás tan lindo cuando te sonrojas—murmuró sobre mis labios.
—Nunca seré lo suficiente para ti, mereces a alguien mejor—murmuré, aunque me arrepentí en el mismo momento que esas palabras salieron de mi boca, ¿que pasaba si ahora me dejaba por otro? Soy un idiota
Anna soltó una gran carcajada que tuvo que resonar por todo el hospital, acarició mi mejilla con su mano y sonrió.
—Vas a necesitar una excusa mejor para hacer que me vaya—respondió Anna con una sonrisa de superioridad, sus manos se apoyaron en mi pecho.
—¿Quieres tomar un café?—pregunté
—Suena como un buen comienzo.
Sonreí y tomé su mano, tal vez debería hacer caso a mi hermana y dejar de cargar el peso del mundo sobre mis hombros y hacer, de una vez por todas, aquello que yo quisiera.
