Son una nueva generación de magos,las cartas mandadas por lechuzas y los mensajes a través de patronus han llegado a su fin.
Hace diecinueve años que Voldemort fue derrotado y esta nueva generación tiene muchas cosas que contar y experimentar.¿Es...
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No sabía lo seria que era mi relación con Ian hasta que me ofreció conocer a sus padres. Estábamos en mi habitación, Ian estaba tumbado en mi cama mientras yo me maquillaba delante de mi espejo. Escuché un sonido de queja y a Ian moverse en la cama.
—¿Cuanto te queda?—se quejó, vi cómo se ponía de pie.
—Apenas he empezado a maquillarme—dije con una sonrisa, me sonrió.
—Vaya, que me toca sufrir un poquito más viéndote solo con esa bonita lencería—se quejó, solté una carcajada.
—No quiero manchar mi ropa—me quejé, sus brazos rodearon mi cintura. Apoyó su barbilla en mi hombro. Sonreí y pasé mis manos por sus brazos—Anda, ¿me buscas mis vaqueros en el armario?
—¿Y si mejor me quito mi ropa?—susurró antes de besar mi hombro—¿Que me dices? Tú, yo, tu cama y después, te llevo a comer un helado, ¿que me dices?
Sonreí y él besó mi mejilla.
—¿Y que hacemos con tu familia?—cuestioné, se encogió de hombros y me pegó un poquito más a él.
—Ya la conocerás otro día—murmuró con una sonrisa.
—Lo siento pero, voy a necesitar esos vaqueros.
Se quejó, giré mi cabeza y presionó sus labios en los míos. Me giré y sus manos fueron directamente a agarrar mi trasero mientras sus labios devoraran los míos.
—Que sepas que estoy en contra de que te pongas esos vaqueros—dijo, se movió hacia un lado y observo mi trasero aún entre sus manos. Sonrió.—Mierda, nena, es que de verdad que se ve demasiado bien.
—Anda, ve a buscar mis vaqueros—dije mientras me separaba de él—Creo que cierta parte de tu cuerpo se está animando demasiado.
—Culpa a tu trasero.
Solté una carcajada y presioné mis labios en su barbilla. Se separó y caminó a mi armario.
Un rato después, estábamos delante de una casa grande con paredes blanca y techo negro. Ian tomó mi mano, suspiré, estaba demasiado nerviosa.
—Nena—me llamó Ian mientas movía mi brazo—Cariño.
Me giré para mirarlo un poco. Su mano apartó un mechón de mi pelo, sus labios se presionaron en mi mejilla de manera suave.
—No te preocupes—susurró, con su dedo pulgar acariciaba mi mejilla—Les vas a encantar.
—¿Seguro?—susurré, su mano llegó a mi nuca y me acercó un poco más a él, sonreí de manera instintiva.
