Son una nueva generación de magos,las cartas mandadas por lechuzas y los mensajes a través de patronus han llegado a su fin.
Hace diecinueve años que Voldemort fue derrotado y esta nueva generación tiene muchas cosas que contar y experimentar.¿Es...
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Llegué a mi casa después de la despedida de soltera de Victoire, madre mía, no debería haber bebido tanto. Me quité los tacones y subí las escaleras lo mejor que pude, fui a mi habitación y si no llega a ser porque mis padres ya dormían, hubiera gritado.
Ian estaba sentado en el alféizar de la ventana, estaba fumando con su mirad perdida en el cielo. Apoyé mi espalda en la puerta y llevé una mano a mi corazón.
—¿Que carajos haces aquí?—pregunté cuando conseguí calmarme un poco, tiré mis zapatos y mi bolso al suelo. Los ojos de Ian volaron por mi cuerpo.
—Recibí tu mensaje—dijo mientras yo me tumbaba en mi cama con los brazos abiertos— Y vengo a hacerlo realidad.
Lo vi caminar hacia mi y no era justo, ¿por qué tenía que ser tan guapo? Incluso con el pelo todo revuelto y la camisa arrugada, los dos primeros botones estaban desabrochados. Solté una pequeña carcajada y él se tumbó a mi lado, su aliento golpeaba contra mi cuello.
—O vienes para cumplir el tuyo—susurré, su mano acariciaba mi barriga, me giré un poco para que pudiera pasar sus caricias a mi espalda.
—Salgamos de aquí, Lu—dijo mientras acariciaba mi mejilla, hice un puchero.
—Estoy muy borracha, Ian, solo quiero dormir.
Se puso de pie y tiró de mis manos, hice otro puchero pero dejé que me pusiera de pie. Nos aparecimos, mis pies se hundieron en la arena y olí el aroma de mar, Shell Cottage, claro. Ian deslizó sus manos por mis brazos desnudos.
—¿Damos un paseo?—preguntó con su mejilla apoyada en mi sien.
Asentí, empezó a caminar delante de mi.
—Oye, espérame—me quejé, deslicé mi mano por su brazo.
Estiró el brazo hacia atrás, en busca de mi mano. Uní nuestros dedos con una sonrisa, Ian tiró de mi hacia su cuerpo.
Estuvimos paseando un rato, me contó como había sido la despedida de Teddy entre otras cosas. Nos quedamos en silencio, tiré de él hacia el agua y metí mis pies. La mano de Ian soltó la mía y me rodeó los hombros con sus brazos.
—¿No es increíble que el agua siempre esté caliente en Shell Cottage?—pregunté, no se me ocurría nada más que decir.
—¿Te apetece un baño?—preguntó, me giré para mirarlo sorprendida
—Tú estás loco—respondí—No pienso bañarme ahí de noche.
—No seas miedica, Weasley, eres una Gryffindor.
—No tengo bañador.
—Pero si ropa interior, ¿no?—preguntó mientras movía sus cejas de arriba abajo, me puse roja—¿No? Eso es incluso mejor.
