Lady Venettia había anunciado la noche anterior que le haría una visita a la hora del té, por lo que Honoria había pedido a su ama de llaves que encargase la preparación de bocadillos dulces y salados, y un buen té de la India, que sabía era el favorito de la Marquesa.
La recibió, como de costumbre en el salón rosa, sorprendiéndose gratamente al ver llegar a la mujer acompañada de una joven.
La chica se veía bastante joven, llevaba unos bellos bucles negros cayendo de su moño y un delicado vestido azul marino que hacía juego sutilmente con el celeste de sus ojos.
—Esta es la señorita Janice Uppingtong, Lady Honoria, sobrina del mi fallecido esposo.—señaló la marquesa, mientras la jovencita a su lado hacia una breve reverencia con la cabeza— Ha sido enviada a mí para ser mi nueva discípula esta temporada, por lo que consideré adecuado que ustedes se conocieran.
—¡Oh, por supuesto!— sonrió Honoria dedicándole una sonrisa amable a la chica. Le pareció de imagen dulce y encantadora, y sintió algo de lástima por ella, teniendo que soportar el día entero a su tía.— ¡Siempre es una delicia tener a alguien nuevo!
—¡Claro, claro!— rio Lady Venettia, tomando asiento y escrutando la habitación—Justamente le decía a Janice lo bien que se llevarían ustedes dos.
—Pediré que traigan el té y algunos bocadillos, ¿Les parece?— señaló la joven, tocando una campanilla de bronce ubicada sobre una delicada mesa caoba de arrimo.
Las invitadas se mostraron complacidas cuando la señora Harris, la ama de llaves, entró al salón cargando una bandeja con el té, seguida de la doncella que traía una bandeja de plata con finos bizcochos y pequeños sándwiches.
—Yo misma serviré el té, señora Harris, gracias.— señaló Honoria, desplegando todas sus dotes de anfitriona. El ama de llaves se retiró luego de un firme asentimiento con la cabeza, saliendo de la habitación tras la doncella.
—Muy bien, jovencitas— señaló risueña, Lady Venettia—Nos hemos quedado a solas. Es un buen momento para que pongas al día en la temporada a Janice, querida.
Honoria le tendía una bellísima taza de porcelana pintada a mano con un fino decorado de flores lilas y rosas, y dejaba que la mujer le añadiera algo de azúcar, cuando notó que le hablaba a ella, viéndola sugerente.
—¡Oh, claro!— señaló, volviendo a su sitio en el sillón al otro lado de la mesa, con su propia tacita y platillo entre las manos.—Le contaremos a la señorita Janice todo lo que necesite saber de la temporada.
—¡Muy bien!— señaló, satisfecha Venettia. Janice sonrió nerviosa y se llevó su tacita a los labios—Tal vez deberíamos comenzar con los mejores partidos.
—Por su puesto.— sonrió forzadamente Honoria. Odiaba recordar que la temporada, más que una época de diversión, para ellas aún se trataba de una cacería... O más bien de una feria en las que ellas estaban en exhibición—Hay bastante de dónde escoger este año.
—¡Es aún más que eso, Honoria— rio Venettia, llevándose a la boca un pequeño bizcocho—Este año tenemos algunos caballeros... bastante llamativos en estado casadero!
Janice abrió sus bellos ojos azules, con intriga.
—¿Ah sí?— murmuró suavemente. Su tía le dio un suave golpecito en la rodilla.
—¡Por supuesto!— rio, divertida.—Honoria ya ha conocido a algunos de ellos, ¿no es cierto querida? ¿Cómo se llama ese joven, tan educado con el que te vi cabalgando en el parque?
Honoria enrojeció. Siempre supo de qué se trataba la visita de su matrona. Había visto la sonrisa malévola con la que los había saludado.
—El señor Hardinge, mi Lady.— señaló, dejando su té sobre la mesa, y sin mirar a la marquesa. —Fue muy amable al invitarme a dar un paseo matutino.
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La Perfecta (Versión borrador)
Historical FictionLord Edward George Stanley, decimoséptimo Conde de Derby era un hombre serio, austero y sereno. Jamás sus pasiones podrían distraerle de sus funciones para con su condado, y mucho menos, para con la Corona. Fue su mejor amigo, el Conde de Dudley...